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¿Estás bien?

Tras dejar a las gemelas dentro, me voy a mirar los manuales. A revisar los que me ha recomendado. Quizás alguno más.

El primero que encuentro es Rotación suprema. Se gira el bastón como si fuera un molino. El qi se desprende mientras gira, creando una especie de escudo. Para protegerse sobre todo de ataques a distancia. Parece interesante.

Están ordenados por tipo de arma y de técnicas. La otra defensiva es genérica, así que estará en otro lado. Y las de bastón están todas juntas. Así que la siguiente que miro es Bastón fantasma.

Una técnica interesante. Se usa el qi para alargar el bastón. Bueno, en realidad no se alarga. Pero el qi produce un efecto similar. El mayor problema es que requiere bastante qi. Y por ello, para practicarlo, se precisa más tiempo. Aunque en mi caso, puedo recuperarlo con rapidez. Solo necesito sexo. Tiene la ventaja de que es tan poderosa como poderoso sea el qi. A medida que suba de etapa, sube de efectividad.

Golpe estremecedor tampoco está mal. Más que ofensiva, es de apoyo en el ataque. Induce una vibración en el bastón. De esa forma, dificulta bloquearlo. Desestabiliza al contrario al hacerlo. A decir verdad, me gusta más Bastón Fantasma.

Encuentro Extensión de qi en la zona de técnicas genéricas. Tiene cierta similitud a Rotación Suprema. Aunque en lugar de usar el qi que se deja atrás, se extiende el qi alrededor del arma. Forma así una pequeña barrera. Aumenta el espacio que cubre el arma. En cierta forma, también se parece a Bastón fantasma. Aunque no es tan explosiva.

Hecho un vistazo a otras armas. Todas tienen algo similar a Bastón fantasma. Les preguntaré a las chicas si les interesa.

Cojo la de Bastón fantasma y Extensión de qi. Pago los puntos y me los llevo. Luego los copiaré.

—————

Cuando vuelvo a la cabaña, es ya demasiado tarde. No tengo escapatoria. No me queda más remedio que afrontar los problemas de frente. Por muy duro que sea. Bueno, quizás exagero un poco. Llamo a las chicas.

–Ah, mira, aquí está. Debes de estar muy crecidito, ¿verdad?– me acusa Song, mirándome de muy cerca.

–Una par de lecciones y una paliza a un bocazas inútil, y ya debe de pensar que es el mejor– ríe Shi.

Apoya su cabeza en mi hombro. Me susurra en la oreja. Aunque me critica, resulta muy sensual.

–Tendremos que ponerle en su sitio con un poco más de entrenamiento– me amenaza Liang, que ya está en la etapa ocho.

Normalmente es muy dulce. Pero a veces también se une a las demás contra mí. Por una buena causa, dice.

–Me gustaría verlo– interviene Hong.

Mi supuesta esclava y ama de cría de Bronceada se está adaptando bastante bien. Demasiado bien.

Ya está casi en dos. Sus lesiones están casi por completo curadas. Dice que se siente más joven. Incluso su piel se ha ido suavizando. Lo único de lo que se queja son sus dientes. Le molestan. Realmente puedo estimular su crecimiento. Y aún están en proceso. Al crecer, le duele un poco. Aunque su sonrisa es preciosa. Si solo no se aliara con las demás contra mí…

–Nosotras también queremos verlo, ¿verdad, Wei?– la apoya Shun.

–Bu, bu.

–Ves, me defiende– aseguro.

Las chicas se ríen.

–¡Ni de casualidad!– niega Yu.

–¡Qué más quisieras!– exclama Yi.

–La verdad es que Kong estuvo genial– murmura Ma Lang, mirándome desde un poco más lejos.

–¡Pero no se lo digas tan rápido! ¡Había que hacerlo sufrir un poco más! ¡Aaah!– protesta Song.

Está apretada contra mí. Añado qi a la mano que estruja su pecho. Se le escapa un gemido. Me mira acusadora. Se acerca más, amenazante. Me besa.

–Ya veo como sufre…– se queja Shi, aunque no tarda en mordisquearme la oreja.

–Ja, Ja. Veo que ya se ha acabado reírse de él– Interviene Liang. Se acerca a la otra oreja y me susurra melindrosa–. Has estado más que bien. Sabes, podría enamorarme de ti otra vez.

–Demasiado bien. Si no se le han tirado encima es porque era un esclavo. Si no, tendría unas cuantas a sus pies– se queja Yu.

–Je, je. Está un poco celosa– la critica Yi.

–¡No estoy celosa!

De repente, alguien llama la puerta. Hay cuatro figuras.

–Oh, aguafiestas– se queja Song.

–Luego continuamos– susurra Shi sugerente.

–Parecen preocupadas– las observa Liang.

–Son monas– las evalúa Hong.

Las devuelvo. No sin antes decirles que echen un vistazo a las técnicas. Una la pueden usar. La otra no directamente. Pero puedo buscar similares para sus armas. De hecho, Song, Shi, Yi y Yu se ponen a mirarlas de dos en dos.

Me arreglo un poco la ropa. Me aseguro de que no quede demasiado rastro de ellas. Al menos, que no parezca que acaban de estar aquí. Luego, abro la puerta y la barrera.

–Hola. ¿Qué hacéis aquí? ¿Necesitáis algo?– las recibo.

–¿Kong? ¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada? ¿Te duele algo?– se abalanza sobre mí Bei Liu.

Me mira los brazos. Las manos. Me abre la túnica para inspeccionar mi pecho.

–¿Te ha hecho daño? Déjame ver– hace lo mismo Bi Lang.

Lo más curioso, es que no lo hacen con lujuria. Están de verdad mirando si tengo alguna herida. Sus rostros preocupados.

–Chicas, no lo avasalléis. Entremos primero– las detiene Pen.

Las coge del cuello de sus blusas. No se resisten. Solo inflan las mejillas. Es curioso. Es la de menor cultivación. Y es una esclava. Pero sin duda, es la líder del grupo. Consigue que se detengan.

Fen Huan no dice nada. Aunque me mira fijamente. Desde detrás de Pen.

Pasamos todos. Así, al menos, no montamos un espectáculo en la entrada. Nos sentamos en la cama. No tengo sillas para todas. Bueno, en realidad sí. Da igual. Mis dos pervertidas vuelven a inspeccionarme. Un poco más calmadas. Les cojo las manos con suavidad.

–Estoy bien. De verdad. No me ha sucedido nada. ¿Quién os ha dicho que me pasaba algo?– les pregunto.

–¿No has tenido un duelo con uno de la facción de espada?– me pregunta Bei Liu, desconfiada.

–Solo ha sido un intercambio de movimientos, nada más– aseguro.

–He oído que te ha atacado con qi de la etapa dos. ¿Seguro que estás bien?– se muestra Bi Lang también suspicaz.

Suspiro. No sé quién ni qué les han contado. Sin duda, lo han exagerado lo bastante para asustarlas. También puede que haya sido un esclavo que no lo haya visto de cerca. Quién sabe.

–De verdad que estoy bien. Dejad que os lo explique…

—————

Me miran entre avergonzadas y admiradas. Les he tenido que explicar todo al detalle. Han preguntado hasta que se han sentido satisfechas.

–La verdad es que es sorprendente. Has avanzado bastante en poco tiempo. Has debido entrenar mucho– evalúa Fen Huan.

Es la de mayor cultivación. Y entrena bastante ella misma.

–Ya veo. Entonces todo ha sido una falsa alarma. Siento que te hayamos molestado. Será mejor que nos vayamos– concluye Pen.

Las otras la miran a ella y a mí. No quieren irse. Pero han venido sin invitación. Interrumpiendo lo que estuviera haciendo. Suponen que mi entrenamiento. Pen también es reticente. Pero no quiere molestar. Es muy considerada. Sonrío. ¿Cómo voy a echarlas?

–¿Creéis que podéis venir aquí sin más y luego iros sin pagar un precio?– les pregunto en un tono que intenta ser amenazante.

Pen me mira un momento incrédula, sin entender. Aunque no tarda en sonreír traviesa. En acercarse gateando.

–Solo soy una esclava. No tengo mucho. ¿Cómo debería pagarte?– me pregunta seductora.

Mis dos pervertidas reaccionan al oírla. Abren mucho la boca. Creo que las había asustado por un momento. A veces son muy inocentes. Se acercan a mí desde los lados. Aflojándose la ropa. Dejando que se deslice. Que muestre un poco más de su piel. Sugerente.

–Es también nuestra responsabilidad. Pagaremos lo que haga falta– asegura Bei Liu, seductora.

–Aunque solo podemos ofrecerte nuestros cuerpos. Haz con ellos lo que quieras– añade Bi Lang, sensual.

–Con el mío también– se une Fen Huan.

Otra vez me inspeccionan. Pero esta vez mucho más sensualmente. Pronto me encuentro desnudo. Con Pen sentada sobre mí. Me besa apasionadamente.

–Ah, tramposa. Te has adelantado– se queja Bi Lang.

–Date prisa– me apremia Bei Liu, con sus labios en el oído.

–¡¡Aaaaahhh!! No les… ¡Aaah! …hagas caso… ¡¡¡HHhhhaaaahhh!!!– les lleva Pen la contraria.

Fen Huan está a mi espalda. Restregándose contra mí su cuerpo desnudo. Todas están desnudas. No han tardado mucho. Pegadas a mí.

Aunque ahora me centro en Pen. Sus abundantes pechos apretados a mí. Sus labios devorándome con lujuria. Sus caderas moviéndose arriba y abajo con deseo. Frotando ligeramente su clítoris contra mí.

Disfruto del roce de su cuerpo. De su lubricado interior. De la elasticidad de sus nalgas. De la tentación de las otras tres. Que se restriegan contra mí. Me susurran lujuriosamente.

Por supuesto, la ayudo un poco con su cultivación. Aunque no puedo hacerlo demasiado. Se notaría. Tampoco me atrevo a mejorar más sus meridianos. Sería demasiado sospechoso. Así que me limito a disfrutar de ella. Sin tener que moverme. Todo lo hace ella. Aunque yo voy añadiendo qi. Estimulándola. Llevándola varias veces al orgasmo.

Se queda jadeando. Abrazada a mí. Aunque no puede hacerlo durante mucho rato. Mis pervertidas la acaban echando entre risas.

–¡Nos toca!

–Impacientes…– ríe Pen.

Mientras Fen Huan me lame la oreja, ellas se agachan. Chupan mi miembro. Hasta que vuelve a estar erecto.

–Me toca. La última vez empezaste tú– asegura Bei Liu.

–¿Estás segura? No me acuerdo…– rezonga Bi Lang, aunque cede. Evidentemente, sí se acuerda.

Se pone de espaldas a mí. De rodillas. Su cuerpo alzado. La abrazo desde atrás. Busco sus pechos. Beso su cuello. Acaricio su clítoris. La inspecciono con un dedo. Gime. Está empapada. Así que uso mi miembro para penetrarla. Con qi. Gime más fuerte.

Nos movemos los dos hasta el primer orgasmo. Ella se deja caer en la cama. Se queda a cuatro patas. Con su cabeza contra la cama. Dejándome toda la iniciativa. Que la folle a placer.

–Qué pervertida…– la critica Bi Lang.

–¡Aaaahh! Envidiosa… ¡¡Aaaaahhh!!– la acusa su amiga.

–No por mucho rato…– refunfuña.

Pen y Huan se ríen. Mientras yo empujo dentro de Liu una y otra vez. Mientras contemplo su precioso culo vibrar en cada embestida. Mientras acaricio sus caderas. Mientras su vagina me aprieta, a punto de un nuevo orgasmo.

Le doy la vuelta después de llenarla. Con suavidad. Nos miramos. Ella jadeando. Me acerco a ella. La beso. Ella responde apasionada.

–¡Deja ya a esa pervertida! ¡Me toca!– protesta Lang.

–No hagas caso a esa envidiosa en celo– la provoca Liu.

A pesar de eso, solo nos besamos un poco más. La misma Liu me susurra que vaya con su amiga.

La cojo por sorpresa. Me tiro sobre ella. Caemos sobre la cama. No puede protestar, pues sello sus labios. Responde abrazándome. Contrataca con su lengua.

Al cabo de no mucho, ella está de lado. Sobre la cama. Yo la cojo de una pierna alzada. Mientras gime que parece desesperada. Es una posición en la que domino. Y en la que pudo verla por delante y por detrás. Sus pechos rebotando. Su culo vibrando. Su vagina siendo penetrada una y otra vez.

Quizás, lo peor es que solo puedo agarrarla de la pierna. Aunque disfruto de su textura. De su muslo más firme de lo que uno pudiera pensar. Lo recorro con los dedos.

Ella me mira con pasión. Pidiendo con la mirada que continúe. Que siga abusando de su lubricado agujero. Que continúe usando qi para llevarla a otro orgasmo.

Después de llenarla y abrazarla, le toca a Huan. Me obedece cuando la hago sentarse sobre mí. De espaldas. La hago moverse. Mientras juego con sus pechos. Pellizco con fuerza sus pezones, para satisfacer sus tendencias masoquistas. Incluso le muerdo la oreja, dejándole la marca de los dientes.

Ella se mueve un tanto salvajemente. Un tanto bastante. Gimiendo obscena. Totalmente entregada. Mientras le absorbo qi de la etapa dos. No tiene mucho. Está cerca ya de la tres. Aunque no es un problema. Lo recuperará pronto.

Acaba colapsando en la cama. Donde las otras están descansando. Me las quedo mirando.

–No mires, pervertido– me acusa Pen, riendo.

Me agacho y la beso. Aprovecho para estrujar uno de sus pechos. No opone mucha resistencia. Bueno, ninguna.

Llaman a la puerta. Oh. Hoy venía Ken.

Mis pervertidas la ven. Me miran. Se encogen de hombros. Ríen.

Yo me pongo una túnica por encima y abro. No vaya a ser que alguien me vea desde fuera.

–¿Estás bien? He oído que…– me pregunta nada más verme.

La hago callar, poniéndole un dedo sobre los labios.

–Estoy bien. Ellas han venido por lo mismo– revelo.

–¿Ellas?– se extraña.

La hago pasar y señalo a los cuatro cuerpos desnudos descansando sobre la cama. Es evidente qué hemos estado haciendo.

–¡Pervertidas aprovechadas!– las critica.

–¡Ah! ¡Ha llegado la quinta pervertida! ¡Ya estamos todas!– la recibe Bi Lang.

–¡Serás!– se hace la ofendida Ken.

Azota a Lang en la nalga. Y luego a Liu por decir algo más. Claro que sin ninguna fuerza. Jugando. A pesar de lo cual ellas se quejan exageradamente. Entonces, Pen la coge con la ayuda de Huan. Liu y Lang la desnudan entre risas.

–Ya te la hemos preparado. Toda tuya– me ofrecen.

–Aaaahh. Yo solo venía a hacer una visita. ¡Socorroooo!– se hace Ken la asustada.

No es muy convincente. Y menos cuando me responde apasionada al besarnos. O cuando nuestros cuerpos se entrelazan. O cuando se mueve erótica y lujuriosamente.

Al cabo de un rato, hay cinco preciosas chicas desnudas sobre la cama. Supongo que no puedo quejarme. 

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