Henry se sentó en su coche que acababa de aparcar en el sótano del apartamento. Golpeó el tablero con fuerza mientras la situación le enfurecía.
—¡Mierda! —maldijo la complicada situación en la que se había metido.
Sus hombres le informaron que Graham intentó tocar a Kate, pero tuvo suerte porque los guardaespaldas lo derribaron al suelo inmediatamente.
Sabía que Graham era peligroso, especialmente con su estatus de famoso abogado, lo que significaba que Henry no podía intimidarlo con sus subordinados.
Se enfadó aún más cuando se enteró de que Graham intentó contarle a Kate sobre su antiguo plan para explotar el amor de Kate y llevarse al bebé.
Había abandonado hace mucho ese plan pero no quería que Kate lo supiera.
—Seguramente, Kate no le creería, ¿verdad? —Henry intentó convencerse a sí mismo—. Kate me ama. No cuestionará mis intenciones en absoluto. Estoy seguro de ello.
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