—Giselle, Robert ha venido a verte —gritó su madre—. Pero ya era demasiado tarde para que huyera. Su mirada ya se clavaba en los ojos de Robert, su corazón latía desbocado.
Hacía un tiempo que Robert no venía a su casa, y esas visitas generalmente eran los fines de semana cuando tenían encuentros familiares.
Para un día entre semana, se sentía raro. Giselle no se sentía cómoda con la presencia de Robert debido a su embarazo, temía cualquier mirada de disgusto que pudiera emanar de él.
—Robert, ¿qué quieres aquí?, ¿Fuiste tú quien mandó las flores?
Comenzó a preguntarse si Robert era «fruta de la pasión». Qué coincidencia que llegaría a su casa un día entre semana, justo cuando ella recibió esas flores de aquel misterioso hombre.
Pero de nuevo, encontró absurdo su pensamiento, al recordar que Robert estuvo con Aaliya la mayor parte de esa noche, ¿cómo podría haber sido él?
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