—Reece.
Acababa de decirle a mi pequeña compañera que esperara con los guardias que le asigné cuando el edificio explotó a nuestro alrededor. Las bestias que vi inundando la habitación estuvieron a punto de revolverme el estómago. La vista de ellas era repugnante, pero necesitaba proteger a mi compañera.
Los brujos a nuestro alrededor lanzaban hechizo tras hechizo hacia las bestias, pero la magia no parecía estar causando tanto daño como pensé. Me preguntaba si Edmond les había dado algún tipo de escudo.
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