Sunny se detuvo, su cansado cuerpo se tensó. Sus pupilas verticales se estrecharon y el aliento escapó por sus colmillos apretados con un sonido siseante.
—Condenación…
A pesar de las extrañas reacciones del excéntrico Santo, no se dejó engañar. Aquí en el Reino de la Esperanza, no había un poder más grande que el de los guardianes inmortales que custodiaban a su Reina encarcelada.
Y la única debilidad de los inmortales eran los cuchillos que mantenían rehenes sus destinos. El cuchillo de obsidiana era un arma que podía destruir uno de los grilletes eternos y, como tal, era un tesoro invaluable. El concepto mismo de valor era demasiado mundano y pedestre como para aplicarlo a él.
Y acababa de revelar el hecho de que tenía uno a un ser infinitamente más poderoso.
...A uno de los mismos inmortales cuyas vidas el cuchillo podía cosechar.
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