Estaba en mis habitaciones cambiando mi vestido por una ropa más cómoda para moverme. Tenía prisa para poder estar en el muro antes de que llegaran los guivernos.
*TAC TAC*
—Su majestad —Tricia llamó desde fuera de la puerta.
—¿Sí, Tricia? —pregunté—. Puedes entrar.
Tricia entró mientras acababa de atar mi ropa.
—Su majestad, escuché que estará en el frente de batalla —Tricia preguntó con una mirada preocupada.
—Sí Tricia —respondí—. No puedo quedarme de brazos cruzados, sabiendo que puedo ayudar.
—Sabía que dirías eso, tu majestad —respondió Tricia—. Pero por favor promete tener cuidado. Estaré aquí esperando con tus hijos.
—Gracias, Tricia —respondí—. Por favor, cuida de mis hijos. Ten cuidado incluso si estás aquí dentro de la mansión.
—Entiendo, su majestad —respondió Tricia—. Protegeré al príncipe y la princesa con mi vida.
—Prométeme que tú también tendrás cuidado —dije.
—Por supuesto, su majestad —respondió Tricia.
*TAC TAC*
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