Jasper la miró ceñudo, claramente molesto por su descuido. Por un momento, Ella temió que la reprendiera duramente, pero él pareció reconsiderarlo, quizás teniendo en cuenta su estado de recién llegada.
En cambio, le dio una severa advertencia, levantando su dedo índice para enfatizar su punto. —Escucha, si quieres trabajar aquí, debes seguir mis reglas —declaró, su voz firme pero controlada.
Ella asintió con entusiasmo, intimidada por su actitud autoritaria. Jasper continuó:
—No tienes permitido salir de la casa sin mi permiso explícito. ¿Entiendes?
—No puedes salir de la casa sin mi permiso —dijo con severidad.
Sintiendo una mezcla de miedo y respeto, Ella asintió de nuevo, su corazón latiendo con anticipación. ¿Qué otras reglas tendría Jasper para ella?
Jasper escudriñó a Ella con una expresión severa mientras establecía las reglas. —No tienes permitido entrar en mi habitación ni en el estudio. No toques mis cosas. No hables en voz alta cuando yo esté en casa —continuó.
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