Benjamin apretó los dientes y miró fijamente al hombre que lo había golpeado. Deseaba poder matarlo, *su corazón ardía de indignación*. A pesar de las probabilidades en su contra, *su espíritu no estaba quebrado*. Se lanzó contra el hombre que lo había golpeado, con sus puños apretados de rabia. Pero pronto fue sometido, con el otro hombre enmascarado uniéndose para inmovilizarlo.
La lucha fue breve y el desenlace inevitable. Benjamin yacía en el suelo, derrotado e indefenso, mientras los hombres enmascarados lo arrastraban de vuelta a la casa.
—No intentes hacerte el listo —uno de ellos gruñó, su tono amenazador—. O perderás a tu padre para siempre. Con estas palabras, dejó la habitación.
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