Su piel desnuda brillaba como perlas a la luz de la luna. Cristóbal estaba sobre ella. Sus labios rozaron su hombro y esternón, luego alcanzaron las curvas de su pecho.
Ella se estremeció al dejar escapar un suave suspiro de placer. Acarició su cabello, sintiendo las sedosas hebras entre sus dedos.
Él tomó uno de sus senos con la mano y jugó con su pezón hasta que éste se puso erecto.
Ella arqueó la espalda en respuesta a su tacto.
Con un gruñido bajo, bajó la cabeza y lo tomó en su boca, su lengua revoloteando a su alrededor.
Ella soltó un suave jadeo y estiró las piernas abiertas, envolviendo sus pies alrededor de su espalda. Y entonces ella lo sintió dentro de sí.
—Uh… —Se sintió como si estuviera en el cielo.
Las estrellas, la luna y todo a su alrededor parecían bailar con su movimiento.
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