Zamiel la llevó a un árbol para ver el océano desde arriba y lejos. Brillaba, reflejando la noche estrellada. Era una vista hermosa.
—¿Mi padre te permitió sacarme de paseo? —preguntó, mientras se sentaban en una rama gruesa.
—Nunca pedí su permiso —él dijo.
Heaven estaba sorprendida. Teniendo en cuenta su personalidad, pensó que él preguntaría.
—Heaven, necesito esta noche contigo. He dejado atrás mi sufrimiento, pero no me ha dejado atrás. Quiero pasar tiempo contigo para que conozcas a la persona que soy, la persona en la que me he convertido, y decidas si aún quieres estar conmigo. Todavía tienes la libertad de alejarte.—
Heaven no quería presionarlo, así que tomó el camino fácil.
—Solo no trates de hacer que te deteste. Si aún elijo estar contigo, ¿me elegirás entonces? —
—Ya te he elegido —él dijo.
Heaven sonrió. Mientras él la hubiese elegido, podría demostrarle que no tenía intenciones de alejarse.
Nunca.
—¿Qué más te dijo mi padre? —
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