—¿Quién eres tú?
Esa era la pregunta que Roshan se hacía a sí mismo mientras miraba su reflejo. Ya no se reconocía. Estaba pensando demasiado, preocupándose demasiado, comenzó a preocuparse. Preocuparse no era lo suyo tampoco. ¿Qué le pasaba en estos días? Desde que conoció a la princesa Vikinga no había podido pensar en otra cosa que no fuera ella.
Todos los días desde que se fue, Roshan la había observado, pasando sus días sola en su habitación, donde su hermano la había encerrado. Él había encontrado un esposo adecuado para ella y la mantendría encerrada hasta que se casara. Por alguna razón, la idea de que ella se casara y perteneciera a alguien más lo ponía incómodo. Ni siquiera conocía a la mujer, ¿por qué le importaba? Tenía cosas más importantes que hacer en este momento, como buscar a la madre de Irene.
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