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Capitulo 2: El llanto del príncipe heredero

El rey Patrick avanzaba por los pasillos en penumbra, iluminados únicamente por las antorchas que portaban sus soldados. Cada paso era un eco de la angustia que lo consumía, mientras la esperanza y el miedo se entrelazaban en su interior. Su mente se llenaba de imágenes del caos y la violencia que había presenciado, y su corazón latía con la urgencia de encontrar a su esposa y a su hijo ileso.

A medida que la búsqueda continuaba, los soldados registraban cada habitación, abriendo puertas tras puertas con la esperanza de encontrar a la reina Eleanor y al príncipe Jonathan. El eco de sus armaduras resonaba en las estancias vacías, amplificando la sensación de desolación y abandono.

En un instante, mientras el rey Patrick avanzaba por un corredor solitario, una débil voz llamó su atención. El sonido parecía provenir de una puerta al final del pasillo, y aunque era apenas un susurro, resonó con un eco familiar en su corazón.

Lleno de esperanza renovada, Patrick se apresuró hacia la puerta, seguido de cerca por sus leales soldados. Con un gesto rápido de su mano, ordenó a uno de ellos que abriera la puerta con cuidado. Al hacerlo, la tenue luz de las velas que ardían en la habitación reveló la figura de su amada esposa.

La reina Eleanor yacía en una cama, pálida y frágil, pero viva. Sus ojos se abrieron débilmente al ver a su esposo, y una mezcla de alivio y debilidad se reflejó en su mirada. El rey Patrick se arrodilló a su lado, tomando su mano con ternura y alivio.

"Mi amor, he temido lo peor", susurró el rey, sintiendo la presión del temor abandonar su corazón poco a poco.

Eleanor le sonrió débilmente, sus labios apenas pronunciando las palabras. "Estamos a salvo, Patrick. Nuestro hijo... Jonathan también está a salvo."

El rey no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de gratitud y emoción. Besó suavemente la frente de Eleanor y luego se levantó para mirar a su pequeño hijo, que yacía envuelto en una manta junto a la cama. Jonathan, el príncipe heredero, dormía pacíficamente, ajeno al caos que había azotado el castillo.

La habitación secreta, oculta bajo tierra, se había convertido en un refugio protector para la reina y el príncipe, gracias a la valentía y lealtad de los sirvientes. Los soldados, al ver que su reina estaba a salvo, se retiraron de la habitación, dejando a la familia real en un momento de intimidad y alivio.

El rey Patrick se acercó con cautela a Jonathan, observando con asombro el rostro tranquilo del recién nacido. Podía sentir una presencia mágica sutil y poderosa en su interior, una conexión ancestral con la magia que fluía en las venas de su linaje.

"Mi pequeño príncipe, has nacido en un tiempo de oscuridad y traición", murmuró el rey Patrick con ternura. "Pero también has nacido con un poder y una herencia que trascienden el caos que nos rodea. Te protegeré con mi vida y lucharé para restaurar la paz en nuestro reino."

En ese momento, Jonathan abrió sus ojos, revelando un brillo misterioso y profundo. El rey Patrick supo que el destino del reino estaba entrelazado con el destino de su hijo, y que ambos estarían envueltos en una batalla por el poder y la supervivencia.

Mientras el rey Patrick sostenía a su hijo en brazos, la reina Eleanor miraba con ternura a su familia reunida. A pesar de las heridas sufridas y los desafíos que aún quedaban por enfrentar, un rayo de esperanza brillaba en su corazón. Juntos, enfrentarían el futuro incierto y lucharían por la paz y la justicia en su atribulado reino.

El rey Patrick se aferró a su hijo, sintiendo una determinación renovada arder en su interior. Con la reina Eleanor y el príncipe Jonathan a salvo, su deber como gobernante se volvía aún más crucial. Juró protegerlos y liderar la lucha contra aquellos que amenazaban la paz de su reino.

Mientras abandonaban la habitación secreta, el rey Patrick se encontró con sus leales consejeros y soldados que habían sobrevivido a la embestida de los mercenarios. La noticia de la aparición de la reina y el príncipe se extendió rápidamente, llenando los corazones de todos con una chispa de esperanza en medio de la oscuridad.

El rey convocó a sus consejeros y se reunió con ellos en la sala del trono. Con el príncipe Jonathan en sus brazos, explicó la situación y compartió su plan para restaurar el orden y la estabilidad en el reino. Sabía que enfrentaría poderosos enemigos, pero no flaquearía en su misión de proteger a su familia y a su pueblo.

Los consejeros respaldaron al rey Patrick en su determinación y ofrecieron su apoyo inquebrantable. Juntos, trazarían estrategias, reunirían fuerzas leales y buscarían alianzas con otros reinos que compartieran su visión de justicia y paz.

El príncipe Jonathan, aún en su corta edad, parecía percibir la gravedad de la situación. Sus ojos brillaban con una mirada sabia y misteriosa, como si comprendiera la importancia de su papel en el futuro del reino. Su presencia mágica, aunque incipiente, era un recordatorio constante de la responsabilidad que llevaba sobre sus hombros.

Así, con la esperanza encendida en sus corazones y la fuerza de su unión, el rey Patrick, la reina Eleanor y el príncipe Jonathan se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban. Juntos, forjarían un camino a través de la oscuridad hacia la luz, luchando por un reino en el que reinara la justicia y la paz.

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