Había tomado varios intentos, pero finalmente la marca había tenido éxito, otorgando a Quinn el control sobre un Dalki de todas las cosas. Tan pronto como la marca roja apareció en su espalda, había detenido todas sus resistencias. Toda su agresión, su ira, todo parecía haberse desvanecido, recordándole a Peter cuando acababa de ser convertido. Sin embargo, a diferencia de su amigo no muerto, la criatura frente a él todavía estaba muy viva, de pie y esperando instrucciones.
—Genial, así que no tengo que preocuparme por ellos volviéndose locos como los Marcados de los árboles. Ahora para probar algunas cosas.— pensó Quinn.
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