—Jeslyn —dijo Rosa intentando tocarla, pero Jeslyn se alejó, pasó al otro lado de la cama y se sentó—. Se puso sus chanclas y se apresuró hacia la puerta.
Al girar el pomo, no se abrió. Intentó una y otra vez, pero no se movió.
Jeslyn se dio la vuelta con una mirada fría en su rostro: —¿Qué significa esto?
Rosa respiró profundamente y se levantó: —Hablemos.
Jeslyn resopló: —Abre la puerta.
Rosa negó con la cabeza: —Lo siento, no puedo. Necesitamos hablar.
—¿Necesitamos hablar? ¿Con esa cara tuya? —Jeslyn se rió—. ¿Por cuánto tiempo piensas aparecer frente a mí con ese disfraz? ¡¡¡Por Dios!!! —Jeslyn gritó frustrada.
Rosa suspiró. Se quitó su chaqueta negra y desabotonó su camisa blanca para revelar su sostén de encaje negro. Levantó la mirada para mirar a Jeslyn, la mujer enojada todavía la estaba mirando.
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