Disparó una bala hacia el Anciano, pero este fue rápido para esquivarla. —¡¿Estás loco?! ¡Bájala ahora mismo! —Damien gritó en pánico. Ver a su mujer soportando tanta tortura por encima de ese vapor aceleró su corazón en una carrera desordenada.
—Jaja... No has cambiado. Tan irracional como siempre. Todavía no has controlado tu temperamento. Supongo que la droga todavía está en perfecto estado. No necesitas una nueva todavía —dijo el Anciano.
Damien se quedó paralizado. Desvió su mirada de Kimberly al Anciano y preguntó: —¿Qué quieres decir?— Una arruga se instaló entre sus cejas.
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