Punto de vista Leo.
Pasaron muchas cosas en muy poco tiempo. Todos se encontraban bien a excepción de Kitty que seguía dormida. Usé los ojos de la verdad solo para estar seguro de sus cambios.
Estado
Nombre: Kitty
Raza: Gato de llamas infernales (???)
Descripción: Una raza capaz de soportar las llamas del infierno. No se tiene detalles de su raza. Su desarrollo está ligado a su dueño.
Propietario: Leo
Estadísticas:
Fuerza: 24
Defensa: 24
Velocidad: 35
Sabiduría: 20
Encanto: 20
Habilidades:
Bola de fuego, Garras ardientes, Visión nocturna, Sentidos agudos, Agilidad de gato, Sexto sentido, Energía demoniaca, Llamas infernales, regeneración menor.
Vi que no había riesgos ocultos en sus cambios recientes. Sus estadísticas se dispararon y obtuvo nuevas habilidades. Esto era interesante y sobre todo beneficioso para el grupo. Solo necesitaba descansar después del shock.
Ahora en la carretilla estaban Daniel y Kitty. Esto era una escena cómica y graciosa.
Pasamos por el salón ahora destruido y subimos las pequeñas escaleras gemelas que conectaban al siguiente piso. Al final se veían dos puertas gigantes de madera con estatuas de caballeros de ambos lados. Al verlos lance automáticamente bolas de fuego. Aprendí mi lección de la última vez y no iba a dejar que vuelvan a despertar. Las estatuas se hicieron polvo haciendo que escombros salieran volando por todas partes.
Abrí las puertas e inmediatamente me arrepentí de ello. Frente a nosotros había un viejo con una corona en su cabeza. Llevaba una especie de manto de piel de animal finamente tratado y teñido. Lucia elegante, pero hacia contraste con su apariencia senil y enfermiza.
Emperador: Pasen.
No parecía que tuviera intenciones asesinas o algo similar por lo que entré. Las puertas tras nosotros se cerraron y el emperador empezó a hablar.
Emperador: Mi nombre es Albert Cloud. El último emperador del imperio Cloud. Puedo ver que no son de este reino o de la dinastía del demonio celestial. Les pido que me ayuden a cumplir mi último deseo.
El emperador fue directo al grano lo que indicaba que no había razones ocultas o trabas.
Leo: Todos tus hijos intentaron asesinarnos de camino acá. ¿Cómo estoy seguro que tú no eres igual y esto es una trampa?
Albert Cloud: JAJAJA. Joven eres muy precavido. Esa es una cualidad de un líder excepcional. Tienes razón, pero no culpes a mis hijos. Ellos no tienen la culpa de esto. Fueron engañados por su madre. Esa estúpida perra mal agradecida.
El emperador empezó a maldecir a su esposa por lo que decidí intervenir y terminar ese monologo barato de esposo afectado.
Leo: *COF *COF
El emperador me miró y la calma regresó a su rostro.
Albert Cloud: Lo siento por eso. Iré directo al grano. Mi deseo es que maten a esa bruja a la que llamé esposa por tantos años. Por su culpa todo el reino cayó y la historia de mi familia se enterró. Quiero que esta pesadilla tenga un final.
Sistema: Se ha activado una búsqueda oculta.
Sistema: Derrotar a la dictadora del imperio Cloud (0/1)
Sistema: Se dará acceso a la tesorería oculta del imperio Cloud y podrá obtener un objeto de su elección por cada miembro del equipo.
Albert Cloud: ¿Qué dices?
Al mirar las recompensas no tuve ninguna opción para negarme. Esto era algo bueno y útil.
Leo: Acepto.
Las pantallas frente a mi desaparecieron junto al espíritu del Emperador. La habitación quedo en silencio y una puerta apareció en una de las paredes. Este era el único camino posible por tomar por lo que abrimos la puerta y continuamos caminando. Al llegar a la mitad del pasillo el fantasma de la niña volvió a aparecer.
La niña cruzaba sus manos como si tratara de advertimos de que no debíamos de avanzar. Esto era extraño. La niña nos ha estado mostrando el camino desde que comenzó. Lo que nos permitió reunirnos y ahora nos estaba advirtiendo del peligro. Miré a todos atrás y observé sus caras de cansancio. Tuvieron una pelea dura contra esos hombres lobos. Sus mentes y cuerpos están al borde del colapso. Sobre todo, Claudia que su mente ya estaba rota y andaba como muerto viviente.
Ella solo era una chica común y corriente. Nunca había enfrentado situaciones de peligro antes. Claudia era igual, pero había una diferencia gigante entre ellas y esa diferencia era la valentía. Esto me recordó cuando entraban nuevos reclutas. Al principio eran entusiastas, listos para saltar a la acción. Cuando tocaba entrar en acción se bloqueaban y no sabían que hacer. El entrenamiento te indicaba lo que tenías que hacer. Sin embargo, no era nada parecido a la realidad. Esos reclutas fueron preparados mentalmente y físicamente por lo que sus shocks eran controlables y podíamos traerlos devuelta a sus trabajos.
Claudia no estaba lista para afrontar todo esto. Su mente se cerró y solo un estímulo lo suficientemente fuerte que la haga desear vivir puede traerla devuelta a la realidad. Esto se considera como despertar el instinto de supervivencia.
Leo: Descansemos un rato. Recuperen su mana y relajémonos un poco. Talvez nos espere una batalla larga. Además…
Me acerqué a la carreta y vi a Daniel dormido. Conocía muy bien a este tipo y sabia cuando se hacia el dormido.
Leo: ¿Qué esperas para ponerte de pie?
Daniel: Cinco minutos más mamá.
Daniel se volteó y continuó su acto de dormir. Esto generó que todas las chicas se rían. He estado llevando esta carreta y aunque no me pesa mucho este tipo era un estorbo.
Extendí mi mano y una bola de fuego apareció. El túnel se iluminó y calor empezó a extenderse. Daniel empezó a sudar frio y gotas espesas de sudor caían por su frente.
Leo: Parece que sigues dormido. No te molestará que lo compruebe. ¿Verdad?
Acerqué un poco la bola de fuego haciendo que Daniel abriera los ojos.
Daniel: ¡…No es necesario! ¡Estoy despierto!
Todas rieron haciendo una cacofonía de hadas. Me senté junto a Julia y la vi fijamente a los ojos. Las palabras sobraban entre nosotros por lo que le di directamente un tierno beso.
Daniel: ¡Me despertaste para que vea cómo te llevaste a la diosa! ¡Te odio!
Diana, Alejandra y Claudia, que había regresado a la normalidad por alguna extraña razón, nos separaron y no nos dejaron acercarnos.
Diana: ¡Tienen prohibido estar sin alguna de nosotros en medio!
Claudia: ¡Si! ¡Tiene razón!
Alejandra: ¡Concuerdo!