Jordan ayudó a Victoria a ponerse los pendientes de precio exorbitante que valían decenas de millones. El pendiente azul del par lo llevaba en la tierna oreja izquierda, mientras que su homólogo rosa lo llevaba en la oreja derecha. Acentuaban su elegancia y su aura de nobleza.
—Cariño, eres tan hermosa... —no pudo evitar elogiarla. Hacía tiempo que quería regalarle ese par de pendientes. La última vez que le pidió a Emily que se los diera, seguía molesta con él, así que le pidió que se los devolviera.
Victoria también era una mujer bastante vanidosa, así que sacó un pequeño espejo de su bolso y se miró con asombro. Alabó: —¡Dios mío, estos pendientes de diamantes son preciosos!
Uno puede imaginarse la presión que debe suponer llevar en las orejas un par de pendientes que valían decenas de millones. Sin embargo, Victoria no tenía intención de aceptarlo.
—Cariño, tus bienes han sido congelados. ¿Por qué no te quedas con los pendientes?
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