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Preludio del cambio 2.198

Viggo dormía con Scheherezade en su cama de la mansión de Hepahestus cuando se despertó agitado a las cinco de la madrugada. Scheherezade sintió el movimiento brusco de Viggo al sentarse y abrió sus ojos. Viggo se levantó desnudo, camino por la habitación y paso a través de los cuadros de pintura que llenaban el espacio en su habitación.

Al mismo tiempo, Scheherezade lo quedó mirando, se sentó y vio a Viggo llegar a su escritorio, en la otra punta de la habitación. Miró los alrededores, estaba un poco oscuro por la hora de la mañana y las cortinas que bloqueaban la luz. Él camino hasta las cortinas de las largas ventanas que daban al balcón, abrió las cortinas y después se fue a sentar a su escritorio. Scheherezade se levantó de la cama, se puso una bata de seda gris y camino hacia donde estaba Viggo y de paso esquivando las pinturas en sus atriles. Una vez que llegó a donde estaba Viggo, lo noto concentrado y moviendo su pluma sobre el papel a gran velocidad, casi garabateando las palabras. Ella retrocedió, porque por consejo de Kiara, ninguna debería conocer lo que escribía a Viggo. Puede que una de esas veces, no pudieran soportar las implicaciones de lo que estaba escrito e hicieran alguna estupidez y después se arrepintieran. El futuro era una cosa interesante, pero si no se manejaba con la suficiente sabiduría, se podía retorcer más de lo que debería.

Por su parte, Viggo no se percató de Scheherezade. Toda su atención estaba en anotar toda la información que había recopilado a través de sus sueños como fechas, lugares, personas, acontecimientos y personas claves. Alguien había criado al héroe que moría al final de los sueños de Viggo y lo había hecho tan estúpido que cuando tuvo que tomar buenas decisiones, las tomo con lo que le colgaba entre las piernas. Era un error detrás de otro que lo podría haber matado, pero aquel tipo tuvo tanta suerte que no murió y siguió siendo igual de estúpido hasta que murió.

Viggo termino de escribir su décima hoja y comenzó a releer todo lo que había escrito. Dentro de todo, era más de lo mismo, casi el setenta por ciento de la información se repetía una y otra vez, pero había nuevos indicios. Viggo sonrió al leer un nombre "Magnus". Según la breve conversación que tuvo el dios rey con él, Viggo lo pudo identificar como hijo de Ottar. Él se había casado con una de las hijas de Uriel y tenían una numerosa familia. Sin embargo, cuando conversaba Magnus parecía triste.

La batalla en la que murió el héroe fue con la última bestia que quedaba como remanente de la era de los dioses, el dragón negro. Varios otros nombres que Viggo desconoce salieron a la luz, pero había uno que conocía muy bien, el de Ottar.

Viggo dejo los documentos en la mesa, se echó hacia atrás y apoyo su cuello sobre el respaldo, mirando al techo blanco y plano. Esto ya no era solo para salvar a aquel muchacho que se sacrificó como un héroe. Al añadir el nombre de Ottar había tomado una dirección más personal. Dentro de todo, Viggo tenía muchas preguntas como por ejemplo ¿Por qué él estaba frente a Orario, viendo un campo de batalla cubierto de cadáveres y no luchando contra el dragón? Sí hubiera sido él, podría haber hecho algo contra aquella criatura, ya sea con su hacha Leviatán, con las espadas del caos o con el propio touki ¿Qué clase de peligro le hizo dejar el dragón negro a otros y quedarse a defender Orario?

-Querido- dijo Scheherezade con voz melodiosa, ella camino hasta ponerse detrás de la silla y acariciarle los hombros. Viggo se relajó, sonrió y ella se agacho para darle un beso en los labios. Después apartó su rostro y continuo -Kiara dijo que no te ahogues en lo que puede pasar, puede cambiar, puede mejorar, pero para eso tienes que pensar las cosas fríamente y no ahogarte en las posibilidades-

-Lo sé- dijo Viggo con cansancio -es solo que no es una pregunta con una sola respuesta. No, perdón, en estos momentos tengo muchas preguntas y con muchas respuestas-

-Bueno, para eso vamos a ir a la casa de la dama Hera y conversar con ella y con tu padre-

-Lo entiendo- dijo Viggo -¿Qué hora es?-

-Las nueve de la mañana. A las once de la mañana tenemos que estar en la mansión- respondió Scheherezade, camino hacia un lado de la silla, tomo la mano de Viggo y lo obligo a levantarse. Viggo se detuvo delante de ella, le acaricio la mejilla y beso esos labios gruesos.

Una hora después, Viggo, Scheherezade, Semiramis y Uriel viajaban en la carroza de Semiramis con dirección a la mansión de la familia Hera. Uriel iba en los brazos de Viggo, mirando por la ventana como los aventureros iban al calabozo. Al mismo tiempo, las calles tenían carteles y murales pintados. Era la época de los festivales, donde también se celebraría el Denatus de los dioses y la subasta llena de artículos exóticos.

-Viggo- dijo Semiramis -tengo algunas cosas que me gustaría que miraras-

Viggo miró hacia el asiento del frente, donde iban sentadas Scheherezade y Semiramis mirando algunos documentos. Ambas lo quedaron miran y Viggo sonrió -¿Qué sería?- preguntó

-Algunos artículos relacionados con negocios que no manejo. Siempre he tenido algunos miedos, pero sabiendo que puedes corroborar ciertas cosas por nosotras, podemos dar el paso al frente-

Viggo negó con la cabeza mientras sujetaba a la pequeña Uriel por la cintura. Miró la carita regordeta con un hilillo de saliva corriendo por la comisura de la boca. Viggo busco uno de los pañales blancos al lado del asiento en donde estaba él. Tomo el pañal blanco y le limpio la saliva -no estoy en contra- dijo Viggo mientras miraba a Uriel, de ojos azules y cabello fino y rojo -pero deberías tener cuidado y no apostar alto. Recuerda que puedo ver cierta información, pero no puedo saber si algo está correcto o no. Por ejemplo, el tema de la mina que le estaban tratando de vender a la tía Hera. Tuvimos la suerte que justo escuche como los tipos estaban tratando de sacar el mineral para vender una mina que más era una cueva de roca y sin minerales. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya más mineral. Ten cuidado, hay que saber interpretar la información-

-Tú información se vuelve más detallada a cada momento, si te entrego la copa o un artículo asociado al vendedor ¿Podrías extraer información de eso?-

Viggo tomo una profunda respiración y asintió -lo intentare, pero no esperes nada-

-Esperare mucho, eres mi marido-

-Eso…no se si sentirme alagado o utilizado-

Semiramis mostro una sonrisa altanera y respondió -un poco de ambos mientras no te ofendas-

-Lo intentare-

-A todo esto- dijo Semiramis

Viggo la miró y preguntó -¿Qué es ahora?-

-Quisiera tomarme algunas libertades con tus cuadros ¿Te importaría?-

Viggo frunció el ceño, lo pensó un poco y después respondió -tú sabes bien cuales podemos mostrar y cuales no, lo dejo a tu criterio-

-Gracias, me gustaría mostrar mi desnudo con las joyas- dijo Semiramis, Viggo frunció el ceño y ella sonrió -¿Eso es un no? Que yo recuerde las joyas tapan todas las partes importantes-

-¿Por qué?- preguntó Viggo en un tono firme, cosa que hizo a Uriel dar un brinco del susto y deformar su pequeño rostro a una expresión de miedo hasta finalizar en un llanto. Viggo quedó sorprendido por la reacción y la abrazó, pero Uriel no paraba de llorar y Semiramis tuvo que entregarle sus documentos a Scheherezade y pasarse al asiento de Viggo. Este último le entrego a Uriel y Semiramis le dio pecho a la bebé, cosa que la tranquilizo de inmediato.

Semiramis miraba a su hija en sus brazos, abrazando su seno con ambas manos y bebiendo leche como si su vida dependiera de eso. Una pequeña lagrima le caían por la mejilla. Ella soltó un suspiro, giro su rostro y miró a Viggo -no es propio de ti ponerte tan celoso. Solo es un cuadro, donde no se ve nada- dijo

Viggo miró hacia otro lado y frunció el ceño -solo no me gusta, eso es todo. Si tú crees que está bien, entonces no pondré problemas, pero, aun así, no me seguirá gustando-

Semiramis hizo una expresión incomoda y volvió a mirar a su hija -solo quiero marcar una moda- dijo con voz suave -que las mujeres nobles y diosas me miren en el cuadro y quieran imitarme. Eso aumentara mi visibilidad entre las personas que hacen negocios y abrirá nuevas puertas a negocios más lucrativos-

-Yo, lo siento, no lo pensaba así, solo no me gusta que te muestres a otros hombres o dioses. Está bien, es mi culpa por no entenderte, además de asustar a nuestra hija-

-No seas tonto, sabes que solo tengo ojos para ti- respondió Semiramis, se apoyó en el brazo de Viggo mientras Uriel continuaba bebiendo leche de su pecho. Viggo la miró, después miró a su hija y se sintió como un tonto. Él estiro su enorme mano callosa y la acercó a la cabecita de Uriel. La bebé lo miró sin dejar de beber leche. Viggo sonrió y le continúo acariciando la cabeza en un gesto suave.

-Parece que es verdad eso del estrés de la clarividencia- dijo Scheherezade

Viggo frunció el ceño y asintió en un gesto brusco -anoche soñé con un muchacho, alto, fornido, de cabello castaño. Era hijo de Ottar-

-Viggo…- dijo Scheherezade desde el otro lado advirtiéndole que no continuara hablando. Kiara también coincidía con la diosa Hera en el hecho de que los humanos rara vez hacen las cosas bien cuando saben sobre el futuro. No era prudente, aunque a Scheherezade también le picaba la curiosidad saber sobre el futuro.

-Yo, lo siento- dijo Viggo soltando un suspiro

-Continua- dijo Semiramis a su lado, con la bebé en sus brazos -continua, te prometo que puedes confiar tus secretos, nunca haré nada, aunque crea que te estoy ayudando. Lo dejare todo en tus manos, pero no es bueno que te calles estas cosas. Habla, puedes hacerlo conmigo-

Viggo hizo una pequeña sonrisa y asintió -anoche soñé con un muchacho dentro de un castillo. Era el hijo de Ottar, se había casado con una de las hijas de Uriel. Parecía un buen muchacho, fuerte y competente como su padre- Viggo se calló por un instante, suavizo la voz y continuo -él estaba triste, su padre había muerto-

Eso genero un ambiente triste e incómodo en el carruaje. Semiramis y Scheherezade sabían el tipo de vida que habían llevado Ottar y Viggo, como se criaron juntos, las discusiones que tuvieron y como hace solo un par de años, Ottar perdono a Viggo. Ellas entendían que Viggo se preocupaba por Ottar igual que él se preocupaba por sus otros hermanos

Viggo agacho la mirada y dijo con voz suave -esto, ya no es solo por el futuro. Ahora es personal- dijo

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