¡He vuelto!
Después de completar lo que tenía que hacer, me place comentar que desde ahora en adelante me dedicaré solo al fanfic. Así que sí, soy un cesante, pero también soy una persona con oportunidades.
Desde ahora en adelante podrán ver al final de cada capítulo la dirección de mi Patreon. Me explico:
Pueden ayudar a la continuación de este fanfic con USD 2,0 o más. Me gustaría decirles que subiré capítulos adelantados, pero todo eso dependerá de lo que quieran los patreon. A lo mejor les interesa mucho más seguir la historia junto al resto, en vez de adelantarse cuatro o cinco capítulos.
Por ahora solo les prometo continuar con el fanfic e ir mejorando en la escritura día a día. De esa manera ustedes se divierten junto conmigo.
De ante mano, gracias.
Dirección de patreon
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-o-
Una vez que Viggo y Tsubaki llegaron a la casa, fueron a ver a Kain.
Por su parte, Kain se sorprendió al ver la terrible quemadura en la palma de Tsubaki. Él hablo sobre manejar el temperamento, pero nunca preguntó la razón de la herida. Tsubaki se sintió a gusto con esto, ya que no le gustaba andar ventilando sus cosas. Si ella quería hablar estaba bien, pero si no, prefería que la gente se mantuviera al margen.
Claro, quien no se mantuvo al margen fue la madre de Tsubaki, Mikoto, la cual desaprobó tal comportamiento de un herrero profesional. De paso, dejo caer algunos comentarios sobre volverse serios y formar una familia como lo haría cualquier mujer decente.
Al final, Tsubaki aguanto a su madre unos 15 minutos y abandono la casa en un estado molesta con su madre. Viggo la siguió para preguntarle cuando tendrían la lucha, pero ella solo le dijo que ella le avisaría. Por supuesto, Viggo conocía lo suficiente a Tsubaki como para saber que en ese momento no debía presionarla. Aunque Tsubaki actuaba como si no escuchara a Mikoto, por dentro le preocupaba.
Paso una semana, Tsubaki mensajeo a Viggo y la lucha llego un viernes por la tarde. En estos momentos, Viggo esperaba Tsubaki sentado sobre una gran roca mientras la niebla del piso 10 lo rodeaba. Él agudizaba sus oídos por si acaso algo venía algo. Viggo solo era tan vigilante por los otros aventureros, ya que al igual que la otra vez, pueden atacarlo a traición solo para robarle migajas.
De repente, Viggo empezó a escuchar el roce con la tierra árida y repiqueteo de las sandalias de madera. Orario era una nación multicultural, en donde solo dos grupos de etnias se mantenían apegadas a sus costumbres. Unas eran las amazonas; de vestir ropa ligera y erótica. Y los otros eran los orientales, quienes mantenían su forma de vestir y calzar. Por supuesto, su tía Mikoto y su hija Tsubaki, fueron las mismas. Ambas vestían con kimonos y sandalias.
Así que Viggo intuyendo que podría ser Tsubaki, se bajó de la roca de un saltó y cayó sobre la tierra árida. Después él se volteó y miró hacia la espesa niebla. A lo lejos se veían árboles blancos sin hojas o fruto. Junto a la espesa niebla daban la impresión de ser un bosque maldito. No obstante, la niebla fue perturbada por una mujer de piel canela. Ella avanzó vistiendo un kimono blanco sin mangas y un hakama rojo. Tenía el cabello negro igual que sus ojos y avanzaba con la mirada de un guerrero.
Viggo sonrió y dijo -pensé que te habías retractado-
-Jamás me retractaría frente a un mocoso- grito Tsubaki mientras avanzaba -estás quinientos años adelantado si piensas que esto va a ser fácil-
-Sí fuera fácil no tendría ninguna gracias. Más te vale luchar con todo lo que tienes, yo tampoco me contendré-
-¿Y este es el respeto que me muestras?- pregunto Tsubaki deteniéndose a tres metros de Viggo.
-¿De qué hablas?- pregunto Viggo sin entender
-¿Tu arma?-
-Esta acá- respondió Viggo, se acercó a la roca en la que estaba sentado, tomo el mango del hacha que estaba apoyado en la roca y la levantó para mostrarla -¿Por qué?-
Tsubaki frunció el ceño mientras llevaba su mano izquierda a la funda de la katana que portaba en el lado izquierdo de su cintura -estas muy confiado- respondió
-Ya lo veremos- dijo Viggo poniendo un rostro serio y mirándola con severidad.
Tsubaki sintió el súbito cambió en el aire; el niño se esfumo y solo quedo el guerrero que había estado luchando durante todo este tiempo contra sí mismo y la adversidad del mundo.
-Parece que esto será más entretenido de lo que parece- respondió Tsubaki gesticulando una sonrisa carnívora y después pasándose la lengua por el labio superior. Ella giro la funda de la katana y llevó su mano derecha a la empuñadura. En ningún momento aparto la mirada de Viggo, quien permanecía quieto esperando su movimiento. Tsubaki notó como todo el cuerpo de Viggo emitía un aura feroz, similar a una bestia que miraba su presa. Ella se preguntó en donde había quedado su pequeño buscador de problemas y había nacido esta persona. Ambos, el Viggo que ella conocía y la persona delante de ella, eran dos mundos aparte. Se veían igual, hablaban igual, pero ambos eran dos personas diferentes.
Tsubaki apoyo su pie derecho adelante y en un rápido saltó alcanzo a Viggo y lanzó un corte horizontal. Sin embargo, fuera de sus expectativas, ella solo cortó la niebla y después sintió una terrible presión en su estómago mientras era enviada a volar por los aires. Tsubaki abrió su boca y soltó una bocanada de sangre, al mismo tiempo que sentía la ingravidez de caer y estrellarse contra el suelo.
Por su parte, Viggo ni siquiera se inmuto después de darle ese puñetazo en el estómago. Por un segundo, él se sintió tentado a ocupar el hacha, pero desistió y ahora se alegra de haberlo hecho. Por mientras que Tsubaki se ponía en pie, Viggo se acercó a la roca y apoyo de nuevo su hacha.
-No te pongas arrogante mocoso- grito Tsubaki mientras su voz hacía eco -solo un golpe de suerte no significa que puedas dejar de utilizar tu arma-
Sin embargo, diferente del Viggo juguetón, este Viggo solo apoyó el hacha en la roca y se volteó a mirarla con esos ojos severos. La propia Tsubaki estaba a unos seis metros de distancia, pero le daba la impresión de que los hermosos ojos azules de Viggo, se habían tornado grises y fríos. Ella sintió un escalofrió recorriendo su espalda. Sin embargo, su madre no crio a una cobarde. Su madre podría ser una mujer molesta que le dice cada vez que puede que se case, pero de ningún modo flaqueo como maestra. Todo se lo debe a su madre y a Kain, quien fue su padre durante su niñez. Bajo la tutela de ambos tuvo los días más felices de su vida.
-No te pongas arrogante- dijo Tsubaki, se agacho a recoger su katana y después la levantó para apuntar a Viggo -ese golpe, te lo devolveré cien veces-
Tsubaki corrió con todas sus fuerzas y lanzó poderosos golpes uno detrás de otro. Sin embargo, Viggo parecía un fantasma deslizándose entre la niebla y esquivando los golpes. Tsubaki puso más fuerza, precisión y velocidad en sus estocadas, pero nada servía. Viggo parecía predecir todos sus movimientos y adaptarse a cada momento.
Una hora después, Tsubaki cayó rendida con la nariz sangrando, los labios partidos y jadeando como si hubiera corrido una maratón.
-Hay una gran diferencia entre nosotros- dijo Viggo con voz severa -no creo que sea un tema de técnica. Puedo ver a mi padre detrás de tu manejo de la katana. Sin embargo, tú llevas tanto tiempo luchando contra los monstruos del calabozo que has perdido toda noción del peligro. Lo mejor será que luches contra los monstruos que nacen fuera del calabozo. Tienen instinto, tienen necesidades y tienen experiencia. Muy diferente de todos los monstruos que nacen en el calabozo-
-No te entiendo-
-Lucha contra un monstruo nacido a la intemperie y lo entenderás. Lucha contra uno que haya pasado frio y hambre y vas a poder sentir su desesperación y sus ganas de vivir-
Tsubaki levantó la mirada y vio a Viggo parado delante de ella a dos metros de distancia. Él ni siquiera la veía como un familiar o como alguien cercano. Ella era el enemigo en los ojos de Viggo, y a un enemigo se le aplasta hasta que no se pueda levantar. Al menos, eso era lo que ella veía a través de sus ojos. Sin embargo, Viggo soltó un suspiro y trato de gesticular una sonrisa. Entonces sus ojos se volvieron más amables y pasaron de grises fríos a un azul mucho más vivido y cándido.
Viggo camino hasta Tsubaki y le tendió su mano. Ella lo quedo mirando durante un tiempo, Viggo agito su mano como insistiendo que ella la tomara y así lo hizo ella. Tsubaki puso su mano sobre la mano de Viggo y ella la noto áspera, dura y fuerte. Entonces Viggo la ayudo a ponerse de pie y ella lo miró a los ojos. Viggo había vuelto a ser el niño amable y problemático de siempre, con esa mirada tierna y divertida, muy diferente del guerrero de hace solo un momento.
-¿Estuviste todo este tiempo cazando?-
Viggo le soltó la mano, se la llevo a la mejilla y se rasco -se podría decir- dijo -también entrenando y recibiendo golpizas a diario. Tu dijiste que era algo raro estar orgulloso de eso, pero después de sobrevivir a los golpes de mi maestro le he perdido miedo al dolor-
Tsubaki soltó un suspiro y soltó su espada. Entonces ella avanzó y abrazo a Viggo contra su pecho. Ella había sido tan injusta el otro día, diciendo lo que se le dio la gana. Sin embargo, Viggo había crecido, se había esforzado y ahora le estaba mostrando los resultados.
-Lo insiste bien, Viggo- susurro Tsubaki -te esforzaste mucho y te volviste un buen hombre-
Viggo sintiendo la cálida sensación del cuerpo de Tsubaki, se relajó y la abrazo. Él cerró los ojos y apoyó su rostro en el pecho que tantas veces le dio consuelo.
-Gracias, Tsubaki- susurro Viggo
-Está bien, te esforzaste y es correcto reconocer el trabajo duro-
Después de un par de minutos, Viggo y Tsubaki se separaron y fueron a buscar sus armas. Una vez que ellos recogieron sus pertenecías empezaron el viaje de regreso. Por otro lado, solo cuando ellos salieron de la zona de niebla, Viggo notó que el rostro de Tsubaki tenía varias contusiones y se sintió mal.
-Lo siento- dijo Viggo -parece que fui demasiado severo-
-No te preocupes, no te preocupes- dijo Tsubaki con una sonrisa y de buen humor -si hubieras sido más suave que eso hubieras ofendido mi espíritu guerrero. Así que está bien-
-Si tú lo dices-
-Ah, cállate quieres, si vas a ser un hombre de verdad, no te disculpes por lo que haces-
-Sí, sí, un hombre de verdad- dijo Viggo riéndose
Una vez que ellos salieron del calabozo ya eran las siete de la tarde, pero el sol se mantenía en el cielo. Al mismo tiempo, la plaza frente a la torre de Babel se estaba llenando de aventureros; unos que iban a entrar al calabozo y otros que venían de salida.
-Acompáñame a mi casa- dijo Tsubaki
-Está bien, te escoltare hasta tu casa- respondió Viggo -es lo mínimo que puedo hacer por ti-
De esa manera, Viggo y Tsubaki caminaron por las calles de Orario con dirección Sur hasta llegar a la calle que daba su nombre al distrito herrero. Entonces doblaron a la derecha en una esquina y pasaron a comprar algunas cosas para comer. Tsubaki paso a ver unos pequeños puestos de verduras y Viggo notó que ella hablaba tono de voz un poco más suave de lo usual.
Cada vez que Tsubaki compraba algo, le pasaba la bolsa a Viggo para que él la cargara. Por otro lado, Tsubaki le tomaba del brazo derecho mientras apoyaba la mejilla sobre su hombro. Viggo lo atribuyo a que Tsubaki le tenía cariño y gracias a su demostración de crecimiento ella lo respetaba. Cosa que de por sí lo hizo sentir increíblemente bien. Tsubaki era como una hermana mayor que siempre lo apoyo y lo salvo de las peores situaciones. No obstante, cuando ellos llegaron a la casa de Tsubaki, ella le dijo que esperara en el comedor.
-Ok, tu ve curarte las heridas- respondió Viggo -no te puedo ayudar mucho, pero por lo menos puedo limpiar las verduras y esas cosas-
Tsubaki asintió y dijo -está bien-
De esa manera, Tsubaki se ausento y Viggo comenzó a limpiar las verduras y colocarlas en diferentes tipos de recipientes. Después de que él termino, se fue a sentar a la mesa y pasado veinte minutos, se quedó dormido. Una hora después, Viggo escucho a alguien tararear una suave melodía y pudo oler el agradable aroma a comida. Entonces él levantó su cabeza mientras se rascaba los ojos con la mano y miró hacia la cocina. Si Viggo no supiera que Tsubaki y su tía Mikoto estaban peleadas, habría dicho que su tía Mikoto vino a cocinar. Sin embargo, notando que la mujer vestía un kimono negro con flores rojas haciendo alusión a su nombre, supo que era Tsubaki.
Viggo soltó un bostezo y camino hasta la cocina.
Tsubaki miró hacia atrás y dijo -ya casi está-
-Genial, tengo mucha hambre-
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