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CAPÍTULO 9

—Ven, hay que irnos ya. Ha llegado.

Se levantó y extendió su mano para ayudarme. Arrugué mi entrecejo viéndolo totalmente confundida, insistió nuevamente y la acepté.

— ¿Quién? —Pregunté—. Tu amiga.

—Sí Emm —sonrió—. Ya es hora mi Luna.

Sonreí igual y me dejé guiar en el camino a casa, intentaba memorizármelo. En el transcurso nadie dijo nada, un silencio nos arropaba mientras sin poder evitarlo me hacia las preguntas esenciales.

¿Qué pasaría después de esto?, ¿Me marcaria?, ¿Gabriel volvería?, ¿La tranquilidad regresaría?

Eran varias preguntas y ninguna sin respuesta alguna.

Media hora después nos encontrábamos en la sala, dándome de cara con una completa desconocida. Esa chica debería de tener aproximadamente 25, era alta y su cabello era de un color negro azabache…era linda.

—Owen —una estúpida sonrisa adornó su rostro y corrió abrazarlo—. Te extrañé mucho idiota.

El nombrado solo río, acercándola aún más a él. Unas terribles ganas de arrancarla de sus brazos y gritarle que era mío me invadió.

Apreté fuerte mi mandíbula y manos para contenerme.

—También te extrañe, Luci.

Se separaron después de varios segundos y por fin aquella mujer notaba que estaba aquí. Me observó de pies a cabeza para asentir en dirección a él.

¿Acaso me estaba aprobando?

Pues que se metería su aprobación por el c…

Owen soltó una carcajada obteniendo toda mi atención.

— ¿Celosa mi luna? —preguntó por el link que teníamos. Rodé mis ojos exasperada.

— ¿Podemos pasar a la parte en que él queda liberado de Valentina? —Cuestioné demasiado irritada con su presencia.

—Me presento, soy Luci mi Luna —extendió su mano.

Por un momento pensé en no estrecharla, pero era la Luna de esta manada, tenía que dar ejemplo.

—Emma —la agarré y le di un fuerte apretón.

Últimamente había notado que tenía más fuerza de lo normal.

— ¿Dónde está ella? —se dirigió a Owen, de nuevo ignorándome por completo.

—Tráiganla —fue lo único que se limitó a decir.

Los guardias que se encontraban en la sala salieron y tiempo después volvieron, trayendo consigo a Valentina.

Su estado era deplorable, casi sentía pena por ella, casi.

Cuando sus ojos conectaron con los de Owen, su mirada cambio.

—No lo hagas —suplicó con voz rasposa—. Por favor, yo los amo.

Al escucharla una furia me invadió y sin siquiera pensarlo ya estaba caminando hacia ella. Apreté mi mano dirigiéndola a su boca. La satisfacción que sentí al hacerlo fue tanta, que continúe golpeándola hasta dejar un desastre en su no tan linda cara.

—Te mataré —sentencié.

Antes de dar un nuevo golpe fui apresada por los fuertes brazos de mi mate.

— ¡Déjame que la mato! —grité histérica, mi pecho subiendo y bajando frenéticamente.

—Aun no Emma —exclamó sereno—. Tendrás tu momento, pero después —no me daba pie a no hacerle caso, así que gruñí en desacuerdo.

Respiré abruptamente tratando de calmarme.

—Ok, Owen ponte al frente de Valentina —pidió Lucí—. Empezaré de una vez por todas.

Sacó un libro viejo…demasiado y empezó a buscar una página en específica, cuando la encontró sus ojos brillaron y empezó hablar en latín. Cada palabra dicha hacia que su tono de voz se elevara y sus ojos se oscurecieran mientras que un aura negra los rodeaba a ellos dos.

En un momento a otro estos se arrodillaron para después escuchar los gritos perturbadores de Valentina y los gruñidos de él.

— ¿Qué sucede? —cuestioné entrando en desespero al verlo sufrir.

De nuevo me ignoró y siguió recitando lo que parecía una oración, cuando terminó, ambos cayeron desmayados o eso quería pensar en el suelo.

—Regrésenla donde estaba y lleven al Alpha a su habitación.

— ¿E-Estará bien? —dije preocupada.

Odiaba que sufriera, a pesar de no estar marcada sentía su sufrimiento…también era el mío.

—Solo esta desmayado, despertará en algunas horas —explicó, regresándome la tranquilidad de inmediato.

Está bien, él estará bien —pensé.

—Gracias —sonreí cortésmente—. Supongo que nos veremos después.

—Has cometido un gran error —dijo cuando ya me encontraba abandonando la sala.

Volteé a mirarla confundida.

¿De qué habla?

—No entiendo.

—Has cometido un gran error al aceptar que Makayla te ayudara en despertar a Owen —fruncí mi ceño y traté de no verme sorprendida al escuchar ese nombre—. Nada bueno viene de ella.

¿Cómo era posible que lo supiera?

—No sé de qué hablas —respondí.

Nadie podía saber que había hecho un trato con Makayla, al menos no por ahora.

—Conmigo no puedes fingir –—sonrió tenebrosamente—. Una entidad oscura te rodea. Solo ocurre cuando alguien hace una promesa o sacrifica algo y aun no lo ha cumplido. Tienes una marca con las iniciales de ella.

— ¿Cómo sabes que hice un sacrificio? —inquirí.

Esta chica me estaba dando miedo.

—Por la entidad que te rodea —se encogió de hombros.

— ¿Quiénes la pueden ver? —quise saber, empezando a entrar en pánico.

Si Ow..

—Tranquila, Owen no la puede ver. El brujo es Gabriel, no él.

— ¿Puedes hacerla desaparecer?

No quería que a todo lado me siguiera esa entidad. Era escalofriante de solo pensarlo.

—Son muchas preguntas, ¿No crees?

—Responde por favor —insistí.

—Solo se ira cuando la cuenta sea saldada —su mirada cambió por completo—. Nunca debiste de aceptar lo que te propuso. Ella es maligna y solo busca aumentar su poder. ¿Dime de que se trata?

Negué rotundamente.

—No puedo, aunque lo quisiera no puedo hacerlo.

—Siempre sus palabras tienen una doble intención, siempre hay algo oculto. Es como en los contratos, tienes que leer las letras chicas y dime Emma… ¿Las leíste?

Mis manos empezaron a temblar mientras recordaba cada palabra dicha por aquella mujer.

¿Dobles intenciones?

Que doble intención podría tendría lo que me dijo.

— ¿Qué sacrificio? –pregunté.

— Poder, quiero el poder que tu tendrás en algunos meses —dio un atisbo de sonrisa, sus ojos brillaron.

— ¿Mi poder? —pregunté confundida.

—Sí, en algunos meses te haré saber cuándo iré por él.

Aquel recuerdo no tenía nada de doble intención.

Ella quería mi poder y se lo daría.

¿Pero si quería mi poder, por qué no lo obtuvo ahí mismo? —pregunto para mis adentros.

Unos nervios me embargaron. Trague seco al no haber pensado eso antes.

¿Qué he hecho Diosa Luna? Ayúdame por favor.

—Cuídate —fue lo último que dijo para después irse.

Me quedé en mitad de la sala confundida, ¿qué debí de hacer?

Elegir que me quitaran mi ser y no recordar nada sobre esto.

—La desgracia te persigue Emma.

De repente empecé a sentirme mareada, busqué una silla de inmediato y me senté. Cerré mis ojos cuando el mareo aumentó, sentía que en cualquier momento me caería aun estando sentada.

¿Qué me sucedía?

Cuando el malestar pasó, abrí los ojos quedando impactada por lo que vi.

Ya no estaba sentada en la silla de la sala, estaba parada en frente del calabozo de Gloria.

Abrí los ojos como platos.

¿Qué mierda?

— ¿Qué hago aquí? —susurré sorprendida.

—N-No es obvio. Gasté mis últimas energías en traerte aquí.

Ella estaba horrible, sus ojeras eran demasiado notables y sus venas sobresalían teniendo un tono gris.

— ¿Qué quieres? —Inquirí, queriendo acabar con esto—. ¿Pedirme misericordia o rogarme para que no te maten?

—Contarte una historia —hizo una pausa y sonrió recordando algo—. Otra.

—Estoy muy grande para ello, además, no me interesa lo que tienes por decir. No creeré en nada de lo que me digas.

—Oh créeme esto te interesa…y mucho.

—No quie..

Sin prestarme atención alguna empezó con su relato.

—Hace muchos siglos nació la hija heredera de una poderosa familia de brujos —sonrió con melancolía, como si le doliera decirlo—. Sus padres la adoraban, era la luz de sus ojos, pero esa luz se apagó años después por las decisiones de esa joven; Se enamoró y quedó embarazada de un licántropo, para sus padres fue una abominación, los brujos de su clase no se juntaban con licántropos y que su hija lo fuera hecho era la peor de las traiciones.

<Mataron aquel chico y encerraron a su hija por nueve meses, ellos no se arriesgarían a que las personas se dieran cuenta de la terrible traición que su hija había cometido hacia su especie. Ese tiempo los vivió en una desolación completa, su único motivo para si quiera desear vivir un día más era su bebé que crecía sano y fuerte. Ella había muerto para sus padres el día en donde supieron su delito.

El tiempo de dar a luz llegó y así como su bebé alumbró su vida, a pesar de estar en tinieblas también alumbró la vida de sus padres que fueron a ver a su nieta. Sí, fue una niña y en ella vieron a su hija; se prometieron que no cometería los errores de su madre, de eso se encargarían y que mal lo hicieron.

Le dieron una nueva oportunidad a su hija con la única opción de que renunciara a su bebé y se la entregara a ellos, ella aceptó, teniendo como consuelo de que estaría en su vida, no como una madre, pero si como una hermana; Era su única opción o moriría y se perdería el crecimiento de su primogénita.

El tiempo pasó y aquella bebé creció, era la consentida de todos y amaba rotundamente a su hermana, no se veía en ningún lugar una relación como la que tenían ellas.

Por desgracia su hermana o hija era la mate de un licántropo, él era un Alpha, uno muy fuerte y agraciado. Sabían que su amor era imposible, pero eso no los detuvo en sus encuentros mañaneros o nocturnos que duraron alrededor de cuatro meses. Como su madre…también quedó embarazada.

La misma historia se repetía, era como si fuera una maldición.

Su hermana fue la primera en enterarse, le exigió que se escapara con él y fueran a su manada. Ahí vivieron hasta que nació su bebé, una niña y no cualquiera, era especial, tanto que sus abuelos empezaron una cacería para acabar con aquella bebé.

Ella no entendía la razón. Tuvieron que irse a vivir con los humanos, actuar como ellos, ser uno de ellos, todo para que su pequeña hija no muriera a manos de sus padres, pero cuando supo quién era la niña que por nueve meses había llevado en su vientre, el instinto de su especie se activó y constantemente quería matarla. Que muriera era su destino.

Su tía o mejor dicho su abuela al enterarse de lo que era la niña empezó un plan. Si su plan resultaría volvería a tener el amor de sus padres. Le entregaría a su nieta en muestra del arrepentimiento y lealtad que tenía con su especie.

Dos años duró planeando su plan, todo tenía que ser fríamente calculado. Errores no cabían en el. Cuando llegó el momento que estuvo esperando, se infiltró en una manada junto con una bebe loba que encontró abandonada. Se hizo amiga íntima de los Alpha´s que tenían dos hijos. El mayor, un hermoso niño de ojos mieles y la menor, una niña con cabello dorado. Cuando ellos murieron ella los crio como hijos propios solo porque el niño también era especial y sabía que él era el puente para su plan. Conocía perfectamente la maldición que caía sobre él.

Con el tiempo logró su amor, pero algo se salió de sus manos. En sus planes no estaba albergar algún sentimiento hacia ese niño, pero su corazón pudo más y lo amo, de verdad lo hacía. Pero las ganas de tener el perdón y nuevamente el amor de sus padres, era mil veces mayor.

El tiempo pasó, el encontró a su mate que aún era bebé

Y el resto ya lo sabes.

—Una hermosa historia —suspiró—. Yo la llamo, "la maldición de las tres".

No dije absolutamente nada, ni un sonido emitía, solo me encontraba atónita viéndola fijamente a sus ojos intentado encontrar la mentira en lo dicho.

Parpadeé varias veces haciendo que las lágrimas que tenía retenidas cayeran.

Esto era imposible.

¿Acaso toda mi vida se había basado en una mentira?

— ¿Qué clase de historia me acabas de contar? –pregunté en un hilo de voz.

Me negaba a creerlo, era imposible que sea cierto.

NO.

NO.

NO Y NO.

— N-No es cierto, no…no lo es —empecé a negar una y otra vez mientras las lágrimas no paraban de salir—. Eres una mentirosa, eso es lo que eres. Voy a disfrutar matarte, a ti y a todos los que me han hecho daño…t-te odio.

— ¿Acaso serias capaz de matar a tu abuela? —sonrió a su pregunta desvergonzadamente.

Un escalofrió me recorrió al escucharla.

Abuela.

—Tú no eres mi abuela —la señalé enojada—. Y nunca lo serás, nunca.

—Responde, ¿serias capaz de matarme? —Gritó iracunda—. ¡Mi sangre recorre por tus venas! Soy tu abuela, no estoy muerta como te lo hicieron creer tus padres.

¿Entonces mi papá lo sabía?

— ¡Sí, LO HARIA! —revelé dejándola sorprendida. Al parecer pensaba que quedaba algo de la ingenua y estúpida Emma—. ¿Qué pensabas? Que iba a tener alguna consideración contigo por esa estupidez que acabas de decir.

No respondió, solo se quedó callada observando cada uno de mis movimientos.

—Te mataría una y mil veces más de la misma forma que tú y mi madre también lo harían.

[…]

—¿Te sucede algo? –Preguntó Owen, quien se encontraba a mi lado—. Pensé que estarías feliz mi Luna, pero es todo lo contrario.

Volteé a mirarlo quedándome más de lo normal observándolo, mis pensamientos estaban en otro lugar. Cuando vi que me había tardado respondí.

—Estoy feliz, demasiado —le mostré una dulce sonrisa intentando persuadirlo, pero sabía que no me creería.

El me conocía lo suficiente para saber que algo me sucedía, lo recién revelado me había dejado con tantas incógnitas; necesitaba una respuesta a mis preguntas y solo existía una persona con la disposición para responder cada una de ellas.

Mi padre.

—Desde que desperté has estado extraña —una mueca adornó su rostro—. Sé que no debo de hacerlo, pero… y-yo intenté leer tus pensamientos y de una u otra forma los tienes bloqueados, eso solo puede significar una cosa. ¿Qué te ocurre? ¿Qué pasó?

Había hablado tan rápido que casi no pude entenderle. Claramente estaba nervioso.

—Sucede algo —confesé, desviando mi mirada de la suya y recordando todo lo sucedido anteriormente—. Supe de algo de mi vida, más específica de mi familia y aun lo estoy procesando…Necesito respuestas y la única persona que me las dará es mi padre.

Sentí como suavemente sus dedos se situaron en mi mentón, moviendo un poco mi rostro. Nuestras miradas conectaron, dándome la tranquilidad que necesitaba.

Solo bastaba con verlo a los ojos para saber que todo estaría bien.

Él era mi paz.

—No te presionaré para que me cuentes que sucede, pero recuerda que siempre estaré para ti mi Luna —asentí, agradeciéndole. Mi corazón se saltaba un latido cada vez que sus ojos me miraban tan fijamente—. Arreglaré todo para viajar en unas horas.

—Te amo —sin pensarlo subí a su regazo.

Sus manos instintivamente se posicionaron en mis caderas apretándolas.

Su toque era fuego para mí.

—Yo más —susurró antes de unir nuestros labios en un pausado y calmado beso. No había prisas, pero era claro que cambiaría de intensidad al pasar los minutos.

Y que intensidad.

Sus manos se adentraron debajo de mi camisa tocando directamente mi piel haciendo erizar aquella zona, cuando pensé que nada más podía suceder, bajo lentamente sus manos hasta mi cola dando un leve apretón junto con un empujón haciendo acercar peligrosamente nuestras partes íntimas.

Me moví por instinto lográndole sacar un gruñido a Owen. Gemí por tan deliciosa sensación, era demasiado placentera

Diablos esto es mucho.

—Cr-creo que… deberíamos de parar —Anunció con su respiración agitada.

Asentí dándole la razón. No podía hablar, estaba peor que él.

Agradecí tanto que Owen fuera tomado la iniciativa de parar, en el estado en que me encontraba no sería capaz de hacer algo como eso. No hubiera podido negarme a tan semejante placer, quería más, pero sabía que no era el momento…no ahora.

—Gracias —susurré cuando nuestras respiraciones se habían regulado y mi habla vuelto—. Por detenerte.

Agregué al ver que su ceño se había fruncido ligeramente.

—Por más que lo deseo, sé que aún no estas listas mi Luna —apoyé mi frente en su hombro sintiéndome de repente avergonzada—. Amor, no sabes cuánto amo que estés encima mío, pero si no te bajas ahora mismo mi problema de allá abajo no se arreglara.

Levanté mi rostro para observarlo. No ent…Esperen, él hablaba de …

Mis mejillas se calentaron hasta no poder más.

—Oh por dios —llevé mis manos a mi rostro tapándome, no sabía cómo mirarlo a la cara después de esto. Su pecho vibró y una armoniosa risa inundo la habitación.

—No me prives de esta maravillosa imagen mi Luna —sus manos agarraron suavemente las mías quitándolas de mi cara—. Eres demasiado inocente y hermosa para tu propio bien Emma.

Me quité de su regazo quedando a su lado como anteriormente estaba.

Quedé helada cuando reproduje nuevamente sus palabras anteriormente dichas en mi mente.

Él me dijo… amor.

Si pensaba que no podía sonrojarme más, estaba equivocada. Debería parecer un tomate.

—Deberías de ir y no sé… arreglar todo lo del viaje —titubeé nerviosa.

—Ryan se está encargando de todo. Pero saldré un momento, necesito firmar unos documentos.

—Yo empacaré nuestra ropa —vi como estaba a punto de refutar, pero me adelanté—. No necesito que lo hagan por mi cuando perfectamente puedo hacerlo.

Achicó sus ojos e igual hice lo mismo, ganaría este duelo.

—Tú ganas —respondió rendido.

Cada uno con una sonrisa triunfal salió de la cama, Owen dirigiéndose a la puerta y yo al armario donde pasé alrededor de media hora empacando nuestro equipaje y cuando ya estuvo listo, tomé una pequeña ducha para refrescarme y poder viajar cómoda.

Me puse un conjunto deportivo Adidas y salí en busca de Owen.

—¿Owen? —pregunté cautelosa mientras daba leves golpes en la puerta—. ¿Estas ocupado?

Abrí lentamente y me adentré. Se encontraba en una plática por el teléfono, su mirada me atrapó de inmediato, era inevitable esto. Hizo un gesto para que me acercara y así hice.

Cuando estaba por sentarme en una de las sillas que se encontraban delante de su escritorio, negó y señaló sus piernas. Lo observé detenidamente intentando relajar el latir tan acelerado de mi pobre corazón. Aun lo de hace rato estaba aferrado a mis pensamientos, no podría sentarme en sus piernas, hacerlo sería tener contacto y eso equivalía a sexo en la oficina.

—Estoy bien aquí —susurré sentándome de inmediato. Sé que era capaz de levantarse y llevarme a la fuerza.

Es de Owen de quien hablamos, lo opuesto a Gabriel.

Una mirada reprobatoria me abrazo durante todo el tiempo que duró su llamada.

—Necesito que me mantengas informado —exigió con voz de Alpha—. La situación no puede salirse de nuestras manos.

Me removí incómoda ante su mirada devastadora tan intensa que me hacía dudar hasta de mí misma.

—¿Por qué? —Preguntó suavemente.

—¿Por qué, qué? —Cuestioné con valentía al verlo inclinarse de su silla.

—No venir y sentarte conmigo —se encogió de hombros.

—No tenías una silla a tu lado –repliqué.

—¿Por qué necesitar una silla cuando están mis piernas? —objetó con una ceja alzada.

Se veía terriblemente sexy con aquel gesto, quería comerlo a besos y hacer locuras en este lugar.

—La silla es más cómoda –hice un puchero sabiendo perfectamente que aquel gesto haría que se olvidara por completo del tema.

—Juegas sucio mi Luna —escuché su sexy voz en mi mente.

Guiñé un ojo de mi parte y me marché de su oficina. Empezaba hacer mucho calor.

[…]

"Emm" "Emm"

Escuché como era llamada en susurros, pero estaba tan cansada que seguí durmiendo siendo consiente de como era levantada del asiento del avión.

—La familia siempre es primero –escucho una profunda voz.

Todo está completamente oscuro.

¿Por qué rayos mis sueños tienen que ser así?

—Si padre –responde una segunda voz, pero esta muchísimo más delicada.

Es una mujer.

—Eres mi unigénita Gloria —¿Gloria? ¿De qué va este sueño?—. La luz que ilumina mi día, mi vida. No dejes que se apague.

¿Entonces es el padre de Gloria el que habla? ¿Mi bisabuelo?

—Nunca padre –responde con convicción.

Pero claramente se apagó, según lo que me dijo. ¿Por qué estoy reviviendo un recuerdo de Gloria?

—Vamos, tu prometido te espera.

¿Qué? ¿Prometido? Ok, me perdí.

Se supone que se enamoró de un Licántropo y su enamoramiento no era aprobado, no puede ser el del que su padre habla. Entonces se iba a casar.

¿Pero con quién?

—Pronto lo sabrás –susurran a mi lado sobresaltándome.

Pego un grito por el susto.

—¿Emma estas bien? –abrí los ojos siendo Owen lo primero en ver—. Solo fue una pesadilla, tranquila.

Asentí, mientras trataba de tranquilizarme.

"Pronto lo sabrás"

No había podido distinguir esa voz, era un hombre…nunca en mi vida había escuchado esa voz.

¿Quién era? ¿Quién?

¿Quién querría que reviviera un recuerdo de Gloria?

—¡Emma! –exclamó Owen de repente, pegue un salto del susto.

Su ceño estaba fruncido, algo le fastidiaba o preocupaba.

—¿Qué sucede? —inquirí. Negó mirándome confundido.

—Solo te quería decir que ya estamos por llegar.

—Ok. Gracias por estar aquí —sonreí y me acerqué para dejar un dulce beso en su mejilla.

—No tienes que agradecer, siempre estaré para ti…siempre.

Me acurruqué a su lado sintiendo el calor que emana todo su cuerpo. Este era mi lugar favorito en el mundo por siempre.

—Sé que algo te pasa –señala—. Pero te dije que esperaría. Solo espero que no te tardes en comentar lo que te está sucediendo.

Cuando estaba por responder, el chofer indica que hemos llegado. Me separo observando por el ventanal la casa que me vio crecer.

Tantos recuerdos me asaltan. La última vez me fui siendo llevada por Gabriel y ahora regreso siendo traída por Owen.

Había dicho que era el enemigo y terminé completamente enamorada.

Nos bajamos del auto y empezamos a caminar por el sendero que nos lleva hasta la puerta.

Todo seguía igual como lo recordaba, no había pasado el tiempo en este lugar.

Owen timbró y segundos después la puerta fue abierta.

—Emma hija —exclamó sorprendida Estela, nuestra ama de llaves y mi nana.

—Hola —sonreí con lágrimas en mis ojos— ¿Me extrañaste?

De un momento a otro me encontraba envuelta en sus brazos.

Había olvidado la sensación que se siente –pensé sintiendo como pequeñas lagrimas caían.

—No sabes cuánto –susurró entrecortado—. Sabes que te quiero como una hija y el llegar y saber que te habías ido sin despedirte fue… difícil.

—Lo siento –me separé un poco para dejar que nuestras miradas se encontraran.

Igual que yo, lagrimas caían de sus ojos.

—No importa —sus dedos limpian el rastro de lágrimas en mi rostro—. Lo importante es que estas aquí –su mirada viajó de Owen a mí y viceversa.

—Él es Owen, mi prometido —Lo presenté, viendo por el rabillo de ojo como una sonrisa de satisfacción crecía en su rostro

—Mucho gusto –—agarró la mano de Estela y la besó.

—El gusto es mío —dijo sorprendida—. Nunca pensé que conocería al prometido de Emma.

—¿Y mi padre? —pregunté cortando con la armonía del ambiente.

Ya quería verlo, abrazarlo y olvidarme de todo por un momento.

Lo necesitaba ahora más que nunca.

—La hermana de tu difunta madre nos visitó hace dos días y se fueron. Dijo que regresaría, pero no cuando.

"La hermana de tu difunta madre"

Se repetía una y otra vez en mi cabeza abriendo paso al miedo y confusión absoluta.

¿Qué rayos?

—¿La hermana? Mi madre no tenía una hermana —exclamé en un susurro audible.

—Lo mismo pensé. Pero tu padre me lo confirmo —se encogió de hombros—. Le creí.

—¿Qué es lo que sucede mi Luna? –preguntó Owen.

—Ya te enteraras –respondí permitiendo que leyera mis pensamientos y con ello pudiera ver todo lo que sucedió en mi encuentro con Gloria.

—¿Sabes su nombre? —indagué.

—Sí –respondió rápidamente.

—¿Cómo se llama? —inquirí, queriendo internamente que no sea ella. Mi respiración empezó a cambiar con el paso de los segundos.

—Gloria.

Cerré mis ojos negando. Suspiré profundo, queriendo sacar con ello todo lo malo en mi vida, toda mi frustración.

—¿Gloria? —Escuché a Owen preguntar—. Descríbela.

—Cabello negro… largo, estatura promedia, no debe de pasar los 50 y tiene una cicatriz en el brazo derecho.

Sí, era ella.

Owen me atrajo hacia él reconfortándome de inmediato. Sé que pretendía con aquel gesto.

Me hacía saber que no estaba sola, que el siempre estaría conmigo y que juntos resolveríamos todas las adversidades que la vida nos pusiera. Pero, mi padre corría peligro y esa sensación de que algo grave le pasara no se me quitaba. Mi pecho se oprimía del dolor.

—No es posible –musité—. Yo hable con ella hace un día, está encerrada. Com… No entiendo.

—Tampoco yo, se supone que en donde estaba no podía hacer ningún tipo de magia. Tranquila mi Luna, lo solucionaré –me comunica por el link.

—Aquí pasa algo, ¿Qué sucede?

—Nada Estela, nos tenemos que ir –la abracé fuerte enterrando mi rostro entre su cuello y hombro—. Pronto volveré, te quiero.

—Yo te quiero aún más mi niña. Prométeme que volverás.

—Lo prometo y por favor, avísame si regresa mi padre.

Ella asintió, nos despedimos una última vez y nos marchamos.

Nos fuimos en un silencio totalmente tenso. De camino al aeropuerto nadie dijo absolutamente nada, cada uno iba absorto en sus pensamientos. Pero una vez ya en el avión, camino a casa, me permití llorar entre sus brazos y dejar que mi miedo saliera a flote.

—M-Mi padre —sollocé—. Está en peligro.

—Nada le pasara mi Emm, lo prometo.

Me separé en cuanto lo escuché susurrar mi nombre. Un jadeo brotó de mis labios cuando nuestras miradas se conectaron.

Ohh por dios —pensé.

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