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Mundo Shinobi - PGM - 206

En este momento Hiruzen guiaba a los cuatrocientos shinobis que quedaban vivos fuera de las montañas nubladas mientras cargaba a Danzo inconsciente en sus espaldas. Todo su campo de visión lo llenaba una delgada bruma, gruesos árboles y frondosos matorrales.

-Rápido, mantengan el ritmo- grito Hiruzen a vivo pulmón. Por alguna razón, después de que todo se volvió un caos sin precedentes, tomo el mando y el resto lo siguió. Después miró hacia su derecha al anciano del clan Hyuga y le preguntó -Hideki-san ¿Nos persiguen?-

-No, se rindieron y dejaron de perseguirnos, pero lo más sabio sería seguir corriendo- respondió Hideki Hyuga, el viejo anciano que funcionaba como consejero de Hiruzen y Danzo.

Hiruzen asintió y grito -ya no corremos peligro, pero lo mejor es salir de las montañas nubladas-

Nadie contesto, pero siguieron corriendo. Todos tenían rostros cansados después de dos largas e intensas horas lucha donde perdieron a más de la mitad del ejército. Algunos estaban heridos y los que no, llevaban sobre sus espaldas a compañeros que no se podían mover por su propia cuenta. No obstante, la desesperación que vivieron allá atrás fue tan fuerte que se sentían frágiles.

Por otro lado, Hiruzen avanzaba evitando los matorrales, raíces y piedras. Le dolía cada parte de su cuerpo, pero no podía desfallecer. No ahora que llevaba a su mejor amigo en la espalda. Tenía que salvarlo a como diera lugar. No podía morir ahora que supo que su esposa estaba embarazada. Se preguntó dónde estaba Tobirama para apoyarlos ¿Qué demonios estaba haciendo para permitir que esta situación escalara a este estado?

<<Lo justificas, porque si no ganamos esta guerra- escucho Hiruzen la voz de Kain en su cabeza -en la próxima guerra no quedarán adultos para proteger la villa y los siguientes shinobis en ir al campo de batalla serán los niños>>

-¡Maldición!- mascullo Hiruzen mientras corría por el bosque, esquivando troncos y matorrales. No sabía si su sensei era de confianza o no, pero lo que sí sabía era que, si perdían aquí, su hijo estaría en primera fila para la próxima guerra. Eso lo lleno de desesperación y empezó a correr con más fuerza, avanzaba a una gran velocidad hasta que salió del espeso bosque dentro del territorio de las montañas nubladas y todo su campo de visión se llenó de praderas, árboles y rocas.

Hiruzen se detuvo y a los pocos segundos llego el resto de los shinobis. Todos se detuvieron y se alegraron de salir del denso bosque. Todo parecía más tranquilo y vivido, como si no hubiera problemas por delante.

No obstante, Hiruzen frunció el ceño y grito -¿Dónde está Hideki-san?-

-Acá- grito el anciano, camino hasta Hiruzen y se detuvo a un metro de él -¿En qué lo puedo ayudar?-

-Por favor, sé que tú y tus hermanos están cansados, pero necesitamos tus ojos- respondió Hiruzen, después se dio la vuelta buscando a Izamu Nara, pero no lo encontró dentro del grupo. Hiruzen se mordió el labio inferior esperando lo peor, pero siguió dando vueltas hasta que vio a Tadashi. Le iba a pedir que le ayudara con la vigilancia, pero el pequeño anciano pudo leer sus ojos y negó con la cabeza. Entonces Hiruzen recordó cómo los Uchihas trataban al viejo. A pesar de haber sido un general de Madara Uchiha y ser un excepcional guerrero, no tenía sharingan, por ende, no era un Uchiha, al menos a los ojos de su clan.

Hiruzen asintió y empezó a caminar con Danzo en su espalda, buscando a un Uchiha, pero no encontraba a ninguno. Entonces empezó a tomar nota de los rostros y clanes y se dio cuenta de que la mayor parte de las bajas correspondían a Uchihas y la alianza Ino-Shika-Cho. Por otro lado, la mayoría de los supervivientes eran de su clan, junto a los Hyuga y un pequeño grupo de shinobis de otros clanes pequeños. En total, un poco más de cuatrocientas personas. Hiruzen pensó que todo se debía a una coincidencia, pero la voz de su pequeño amigo comenzó a rondar dentro de su mente. No quería creer que todo esto fue planeado por su sensei, pero no, era imposible. Independiente de los clanes, todos luchaban por una misma causa.

-¿Hiruzen-sama?- preguntó Hideki mientras se acercaba

-¡¿Ah?!- respondió Hiruzen saliendo de sus pensamientos, levantó su rostro y vio al anciano de ojos pálidos -dime-

-¿Qué hacemos ahora?-

Hiruzen empezó a dar vueltas, mirando todos los rostros cansados y magullados. Después miró a las montañas nubladas rodeadas por los espesos bosques y, por último, miró a los pastizales que se extendían por kilómetros. Esconderse dentro del bosque sería lo ideal y lo más inteligente. Podrían hacer escondites y descansar por un par de horas. No obstante, no estaban en condiciones de luchar otra vez, así que agacho la cabeza y pensó en lo mejor para todos. Sin embargo, si Tobirama seguía vivo, alejar a los shinobis del bosque sería como guiarlos a la deserción. Lo que conllevaría una pena capital. Una vez más Hiruzen levantó su rostro y miró a todos los presentes, tomo nota de su aspecto. Unos tenían cortes en la cara, manchas de barro, moretones, otros cargaban a sus amigos sobre su espalda al igual que él. Todos se veían cansados, adoloridos y débiles.

Hiruzen tomo una profunda respiración y dijo -nos retiramos de aquí, no permitiré que mi gente muera solo por una victoria psicológica-

El anciano Hideki Hyuga se sorprendió, sonrió feliz porque podría alejar a sus descendientes del peligro, pero después se puso serio. Iba a decir algo, pero Hiruzen lo miró con dureza haciéndolo callar.

-Ya lo dije, no permitiré que mueran- añadió Hiruzen, después miró al resto y dijo con voz potente -todos están desertando bajo mi mando. Si algún día los culpan de algo, yo llevaré esa culpa con orgullo. Todos ustedes son Konoha, todos ustedes representan el futuro de nuestra villa. No los dejaré morir en vano-

Ellos miraron a Hiruzen en silencio durante un largo minuto y después realizaron pronunciadas reverencias de gratitud. Hiruzen asintió con una mueca similar a una sonrisa y avanzó con dirección a los pastizales mientras el resto lo seguía. Con la ayuda de los Hyuga pudo estar seguro durante todo el camino que, durante al menos cinco kilómetros, nadie los seguía.

Para cuando cayó la noche habían llegado al pequeño bosque que antecedía al paso entre las montañas que conectaba la nación de la Escarcha con la nación del Trueno. Botaron un par de árboles, prepararon refugios y organizaron grupos de vigilancia.

Hiruzen preparo un refugio con un jutsu de tierra y puso a Danzo a descansar. Tenía una seria herida en el estómago, pero según el medico nada que fuera de gravedad. La guerra se había acabado para él, pero podría continuar siendo shinobi. Lo cual, para Hiruzen fue un alivio y para Danzo, una vez que se despertara y enterara, también lo sería.

Por fuera del refugio, el cielo nocturno estaba estrellado, corría una brisa fresca que ululaba al mismo tiempo que mecía los árboles. Por otro lado, como una canción llena de pesar, se escucha el lamento de los heridos que sufrían por la precariedad de las condiciones.

Hiruzen miraba la fogata dentro de su refugio y se preguntaba en dónde estaba su sensei. Nadie sabía que le había pasado ni contra quien había luchado durante el ataque. Muchos apostaron que Danzo estaba con él, así que a Hiruzen solo le quedaba esperar a que su amigo se despertara. Después de no llegar a ningún lado con aquella pregunta, Hiruzen empezó a divagar en sus memorias mientras el cansancio le cerraba los parpados, hasta acordarse de Kain.

<<-El fuego proviene del corazón, la tierra del estómago, el aire de los pulmones y el agua del hígado- había dicho Kain en una de esas conversaciones en el patio trasero de la casa de Hashirama

-Eso es ridículo- respondió Hiruzen, poco convencido de lo que le decía un niño que en aquella época solo tenía siete años

-Es verdad, Saru- le juro Kain -esto es un conocimiento que mi tío me dijo que no le contará a nadie. Sin embargo, Saru es diferente del resto. Siento que puedo confiar en ti como un amigo y un aliado-

-Yo también considero a Kain un amigo- añadió Hiruzen con una sonrisa y soltando una risita. Llevo su mano y le desordeno el cabello -pero es un poco difícil creer lo que dices-

-Bueno, solo pasa que yo lo puedo ver y otros no. En serio, pero recuerda, tienes que hacer las pruebas con chakra poco a poco. La otra vez casi mato a Akane-san cuando le intentaba enseñar-

-¿Eso no quiere decir que tu conocimiento es erróneo?-

Kain negó con la cabeza y le dijo -es una cosa de resistencia. Los órganos transforman el chakra y le otorgan el poder elemental. Sin embargo, imagínate que de repente viertes el agua de jarrón en un vaso. Se desborda ¿No?- Hiruzen asintió y Kain continuó -en ese caso, si uno vierte demasiado chakra en sus órganos y ellos no están preparados para soportar, se hieren y te puedes morir. Así que el truco está en controlar tu chakra y "entrenar" tus órganos para que resistan la presión del chakra->>

Hiruzen sentando en el suelo y abrazando sus piernas, empezó a sentir sueño y apoyo su rostro sobre sus brazos. Poco a poco se fue relajando hasta que se durmió.

Como a eso de las tres de la mañana, alguien grito dentro del refugio de Hiruzen y este último se despertó en un estado alerta, listo para luchar. En ese momento estaba todo oscuro y solo quedaban las brasas con unas pequeñas marcas ígneas. Hiruzen miró asustado hacia adelante y noto que Danzo estaba sentado y jadeando como si hubiera tenido una pesadilla.

-Tranquilo Danzo- dijo Hiruzen -estoy aquí, tranquilo-

-Saru, Saru- dijo Danzo entre lágrimas, jadeaba como si le faltara el aire -sensei, él, sensei-

-¿Qué sucede Hiruzen-sama?- preguntó uno de los shinobis que hacía guardia a esa hora. Apareció con una antorcha e ilumino el refugio. Su boca se abrió del asombro, pero después la cerró y miró a Hiruzen.

-No es nada, solo un pequeño problema. Te puedes retirar- dijo Hiruzen con una mueca incomoda

-Como usted diga- respondió el vigilante, se dio media vuelta y se fue

Hiruzen lanzó dos leños al fuego y soplo las brasas que aun conservaban el calor del fuego. Poco a poco fueron soltando olor a humo hasta que el fuego se reavivo y los nuevos leños fueron abrazados.

-¿Qué sucede, Danzo?- preguntó Hiruzen mirando a su amigo sentado en el futon. Tenía una expresión de incredulidad, como si todavía estuviera viendo eso que le causo tanto dolor.

-Sensei, él, fue asesinado por el protector del raikage. El de la pantera- dijo Danzo con lágrimas en los ojos.

Hiruzen abrió los ojos amplios en un estado de incredulidad. Agacho la cabeza y sintió un pitido en su oído. Después miró en todas las direcciones, como si quisiera buscar una salida, pero no había. Sintió que se le estaba acabando el aire y se abrió la chaqueta táctica. Respiro como si se estuviera ahogando y trato de abrirse el cuello de la polera. Entonces, poco a poco se empezó a calmar hasta que por fin se tranquilizó. Solo entonces escucho el sollozo de Danzo y miró a su amigo. Hiruzen agacho el rostro y comenzó a controlar su respiración.

No podía culpar a Danzo por llorar. Cuando eran niños, Danzo vivía con su abuelo que era un animal y le enseñaba a Danzo de la misma manera. Era un estilo barbárico y poco aceptable. Danzo solo tenía un descanso cuando Hiruzen lo iba a buscar para jugar, pero el resto del tiempo recibía un entrenamiento brutal. Su descanso vino cuando el Dios Shinobi, Hashirama Senju, se propuso capturar a las bestias de cola y el abuelo de Danzo se ofreció a ayudar. No obstante, la noche antes de salir, el anciano le dio la paliza de su vida a Danzo antes de irse.

Una vez que Danzo quedó por su propia cuenta, Tobirama lo tomo bajo su cuidado. Muy diferente del anciano, Tobirama era estricto, pero racional y jamás abuso de los entrenamientos. Lo que fue un punto de unión entre Danzo y Tobirama. Danzo admiraba a Tobirama y con el tiempo la imagen de él dentro de su corazón se volvió tan fuerte como la de un dios. Por eso, Danzo jamás dudo de Tobirama. Sin embargo, ahora que su dios había muerto ¿Qué sería de él?

-Hiruzen-sama- grito alguien desde fuera del refugio

-¿Qué sucede?- preguntó Hiruzen frunciendo el ceño y salió del refugio. La brisa fresca de las montañas lo golpeo de frente quitándole cualquier sensación a sueño que le quedará.

-Estamos rodeados- respondió Hideki Hyuga con un rostro cargado de horror.

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