Mientras Kain le explicaba a Mito por qué había traído a una mujer a la casa, Hiruzen estaba entrenando con el anciano Tadashi.
El lugar de entrenamiento estaba en medio de un bosque, a cientos de metros del campamento de Konoha en la nación del Trueno. Todo lo que se veía alrededor eran árboles de pino, el pasto húmedo y las rocas. Al mismo tiempo, la brisa soplaba meciendo los pastizales y llevando el frio de las montañas coronadas de nieve.
El anciano Tadashi, pequeño de estatura y cuerpo delgado, estaba parado delante de Danzo y Hiruzen con las manos apuntando hacia adelante en una postura de combate. Sus ojos oscuros como la noche se mantenían inalterados, su expresión quieta y su boca formando una "n". Daba la impresión de estar aburrido y pensando en otras cosas, como si se lo estuviera tomando con calma.
Por otro lado, Hiruzen y Danzo veían al pequeño anciano, a los grandes arboles detrás de él y a las montañas coronadas de nieve. Ellos estaban jadeando como perros después de haber participado en una larga cacería. Sin embargo, la verdad es que pese a ser los cazadores, la mayor parte del tiempo parecían los que estaban siendo cazados.
-¿Qué pasa mocosos?- pregunto el anciano Tadashi con su voz ronca y rasposa
Danzo frunció el ceño y se lanzó a correr con todas sus fuerzas. En un instante llego delante del anciano, le lanzó un puñetazo a la cara y después una patada la cabeza. Sin embargo, Tadashi solo flectaba las rodillas y retrocedía en diagonal, esquivando con toda naturalidad mientras Danzo lanzaba gritos y golpes con todas sus fuerzas.
Después de un minuto, Danzo por fin se cansó y cayó de rodillas mientras respiraba con dificultad.
El anciano Tadashi lo miró en completa calma y le dijo -tú y Hiruzen no van a ser muy altos, por lo que pensé que podrían aprender algo de mí. Sin embargo, si sigues dejando que ese miedo controle tu temperamento, la ira siempre guiara tus movimientos-
-No, te, entiendo- respondió Danzo entre jadeos y levantando su rostro malhumorado.
-La ira es la respuesta natural a lo que tememos. Sin miedo, no hay nada que alimente la ira. Así que dime ¿A qué le tienes miedo?-
Danzo agacho la mirada, vio el pasto húmedo bajo sus manos y lo agarró con furia -no le temo a nada- respondió
Tadashi negó con la cabeza y después miró a Hiruzen -¿Por qué no me atacas?- preguntó -te has mantenido pasivo durante todo este tiempo. Me da la impresión de que esperas un milagro para que se solucionen tus problemas. Si no me atacas y aprendes de tus errores, nunca vas a vencerme-
No obstante, Hiruzen solo miró al pequeño anciano en una postura de combate, tranquila y natural, y después miró a Danzo arrodillado en el suelo como si estuviera vencido. Sin embargo, Tadashi en ningún momento lo golpeo. Era más como una derrota mental, pensó. Después de todo, él se sentía igual cuando se enfrentaba al anciano. Era como si él pudiera ver a través de ti, buscar tus heridas y limpiar la costra de una herida infectada. Daba la impresión de que el anciano quería sanar las heridas de los dos, pero el dolor de remover la costra y sacar el pus, los congelaba del dolor.
-Danzo, Hiruzen, vengan a mi cuando tengan la real intensión de aprender a luchar- dijo el anciano Tadashi con su voz ronca y rasposa -esto solo es un tiempo muerto. Danzo se mueve con miedo mientras que Hiruzen no tiene la motivación y mucho menos la determinación-
El anciano Tadashi les dio la espalda y se fue caminando a paso lento, con la espalda curva y las manos huesudas detrás de su espalda. Hiruzen lo quedó mirando mientras bajaba por la colina y se dirigía a las carpas del campamento de Konoha. De repente, Hiruzen sintió una poderosa ráfaga de viento y la luz del sol se vio disminuida por una nube blanca en el cielo. Hiruzen se miró las manos y se preguntó cuando perdió la voluntad de luchar. Lo había hecho bien o a lo mejor, era como como le dijo Tadashi el otro día, nunca había tenido motivación, solo estaba sobreviviendo.
<<Todas las criaturas en el mundo tienen un instinto de supervivencia; ya sea insectos o animales- dijo Tadashi aquella vez -sin embargo, nosotros los humanos tenemos algo llamado motivación. Esto nos impulsa a ser mejores, a competir, a crecer más fuertes y robustos, a buscar un mejor estilo de vida. Así qué ¿Cuál es tu motivación para luchar en esta guerra, Hiruzen? ¿Por qué te expones al peligro? ¿Por tú padre, tú clan, el hokage, la guía del Dios Shinobi, el dinero, tú mujer, el futuro?>>
Hiruzen miró al cielo que había sido cubierto por una larga nube blanca y se preguntó ¿Por qué luchaba en esta guerra?
Hiruzen negó, era como decía el anciano. Él esperaba una apertura milagrosa o una idea ingeniosa para poder atacar al anciano y vencerlo. Sin embargo, solo estaba esperando, sobreviviendo, no tenía ninguna motivación ni ánimo de desafiar al anciano. Para Hiruzen, el anciano era como la gran montaña coronada de nieve. Podía tratar de escalarla, pero nunca la podría derrumbar. Luchar una pelea que no podía ganar, no tenía ningún sentido. Fue lo mismo que cuando conoció a Jin. Se sintió abrumado por la fuerza del shinobi de Kumo y prefirió evitar la pelea. No obstante, cuando le toque luchar contra los poderosos protectores del raikage ¿hará lo mismo? Dará media vuelta y se echara a correr porque no tiene ninguna lógica luchar contra alguien al que no puede vencer.
Hiruzen soltó un suspiro lleno de desánimo y se acercó a Danzo que aún permanecía arrodillado en el suelo. Lo tomo del brazo y le dijo -vamos, levántate, al menos debemos continuar con nuestras labores en el campamento-
Danzo levantó su rostro y mostro como caían dos gotas de lágrimas por su rostro. Hiruzen se sorprendió y soltó a Danzo mientras este último recomponía su rostro y se pasaba la manga de su polera para limpiarse la cara. Danzo se puso de pie y volvió a poner ese rostro de pocos amigos.
Hiruzen iba gesticular una palabra de consuelo, pero al ver a su amigo fruncir el ceño, se quedó callado -vamos- dijo -lo más probable es que nos estén esperando-
Danzó asintió con el ceño fruncido y le dio la espalda para caminar por delante. Hiruzen soltó un suspiro y siguió a su amigo de cerca. Ellos caminaron por el bosque, descendieron por la colina y llegaron al campamento militar, con sus carpas repartidas formando un círculo. La gente se movía de lado a lado, algunos haciendo sus guardias, otros llevando suministros a la cocina u hospital. Otros estaban conversando y realizando mantenimiento a sus armas. Todo parecía en calma hasta que alguien grito lleno de emoción -¡hokage-sama!-
Los murmullos se comenzaron a oír en todas partes, los rostros se llenaron de sonrisas y se acercaron de donde había salido la voz. Los shinobis se comenzaron a congregar alrededor de un hombre de mirada apática y cabello gris.
Hiruzen y Danzo se miraron emocionados, como si de repente, todos sus problemas se hubieran solucionado. Por fin, ambos pudieron sonreír y trotaron en la dirección de la multitud. Entonces vieron como su sensei estaba siendo rodeado por los shinobis.
-Lo siento- dijo Tobirama con su usual seriedad -pero no tengo tiempo para conversar. Denme espacio, necesito conversar con los comandantes-
Los shinobis miraron los alrededores y vieron a los jóvenes Hiruzen y Danzo. Entonces abrieron paso y Tobirama camino hasta ellos. Hiruzen y Danzo sonrieron, se arrodillaron en señal de respeto y agacharon la cabeza.
-Es bueno ver que están en buena salud, lo han hecho bien- dijo Tobirama a medida que se acercaba en su usual tono de voz serio. Hiruzen y Danzo mostraron sonrisas amplias al ser reconocidos públicamente. Tobirama continuo -vengan conmigo-
Tobirama paso por entremedio de ellos y después Hiruzen y Danzo se pusieron en pie. Ellos lo siguieron de cerca y poco a poco se fueron alejando del campamento militar. Hiruzen vio que se estaban acercando al paso entre las montañas que conectaba la nación de la Escarcha con la nación del Trueno. Incluso si tenía que subir la pendiente y cruzar el bosque, se veían claramente las grandes murallas que conformaban el gran pasillo entre las montañas.
Una vez que llegaron al paso entre las montañas, pudieron sentir el frio atravesando desde la nación de la Escarcha. En un principio el camino era de tierra, pero a medida que avanzaban se empezó a cubrir de nieve. No obstante, Tobirama nunca detuvo su marcha, caminaron durante más de dos horas hasta que por fin les pregunto -¿Alguna anomalía con el ejercito enemigo?-
Hiruzen y Danzo que avanzaban un paso por detrás de Tobirama, se miraron a los ojos. Hiruzen asintió y dijo -no sabría decir, sensei, pero parece que tienen un problema interno. Cuando tomamos la fortaleza en la Montaña de Escarcha, nos encontramos con un tipo llamado Jin. Se quejaba del raikage y de que no participaría en esta guerra solo porque sí-
-¿Qué rango tenía?- pregunto Tobirama
-No lo sabemos- respondió Hiruzen -estaba prisionero en la fortaleza. Sin embargo, cuando tomamos posesión de la fortaleza él no lucho, pero era muy fuerte. Así que conversamos y buscamos un mutuo acuerdo-
Tobirama se detuvo y volteó su rostro para mirar a Hiruzen. Al mismo tiempo, este último por la sola expresión de Tobirama, supo que no estaba muy contento. Hiruzen y Danzo se detuvieron asustados, Hiruzen miró a Danzo y este último frunció el ceño, pero asintió. Hiruzen con una sonrisa incomoda, dijo -vera, Jin venció a Danzo sin que nadie viera sus movimientos, lo cual nos puso en estado de alerta. Por otro lado, una vez que nos entendimos, Jin saltó desde la cumbre de la Montaña de Escarcha. ¡Son doscientos metros de caída libre, sensei! Era un monstruo en todo el sentido de la palabra. Por supuesto, Danzo y yo no íbamos a exponer al ejército a semejante cosa. Nos hubiera matado y la campaña hubiera sido en vano-
Tobirama frunció el ceño, pero asintió. Después siguió caminando y Hiruzen y Danzo se miraron pensando en que se habían salvado de cualquier castigo. No obstante, aunque Hiruzen tergiverso un poco la realidad, para él y Danzo era cierto que Jin era un monstruo en todo el sentido de la palabra.
El viaje continuo durante otra hora y para ese entonces, los cielos cubiertos de nubes oscuras de la nación de la Escarcha eran visibles. La brisa se había convertido en ventisca llevando copos de nieve y el paso entre las montañas se había convertido en un gran pasillo cubierto de nieve. Las murallas de piedra a cada lado se habían vuelto negras y las estalactitas de hielo colgaban de las salientes.
Tobirama avanzó hasta cuando fue visible la colina cubierta de nieve que descendía a lo profundo del valle. Donde en el centro del valle, se veía la enorme montaña que parecía un enorme pilar de piedra oscura de doscientos metros de altura. Aunque estaba a kilómetros de distancia, se podía ver el castillo en lo alto de la montaña con techos verdes y murallas blancas.
-Disculpe, sensei- dijo Hiruzen deteniéndose al lado de Tobirama -¿Por qué venimos aquí?-
-Para ver si Hiruzen y Danzo por fin encuentran su motivación- respondió Tobirama mirando a la distancia mientras las ráfagas de viento llevaban los copos de nieve. Después miró hacia la izquierda, en el extremo Este, donde estaba la capital de la nación de la escarcha y se podía ver la costa. El sol en el horizonte estaba descendiendo poco a poco mientras las olas del mar se veían inusualmente agitadas.
-Sensei ¿Tadashi-san le dijo algo?- preguntó Danzo furioso por dentro con el anciano
-No es necesario- respondió Tobirama -por su sola expresión puedo decir que ambos lo tienen decepcionado. Verán, Tadashi es un Uchiha muy especial. Él nunca despertó su sharingan y no tiene afinidad al fuego-
-¡¿Qué?!- gritaron Danzo y Hiruzen sin poder creer lo que decía su maestro. Incluso Hiruzen empezó a dudar de las palabras de Hideki Hyuga cuando le dijo que Tadashi era el último general de Madara Uchiha.
No obstante, sus pensamientos fueron interrumpidos por un sonoro temblor. Hiruzen y Danzo miraron hacia centro del valle cubierto de nieve y vieron como de repente, un enorme mar de llamas estallo y se elevó hasta los treinta metros de altura. Avanzó arrasando con los campos de nieve hasta estrellarse con la Montaña de Escarcha y la golpeo. La gran marejada de llamas duro treinta segundos, pero fue tiempo suficiente para que la Montaña de Escarcha se empezara a resquebrajar y desmoronarse como un castillo de naipes.