A la mañana siguiente
Me sentía algo extraña, era la primera vez que despierto al lado de otro hombre, a diferencia del hermano de Akira, con Kanji realmente estuve, y lo peor es que, de alguna forma no me arrepiento. ¿Cómo puedo arrepentirme de algo que se sintió bien? Solamente de pensar en lo de anoche, mi cuerpo se estremece; es como si pudiera sentir sus manos aún en mi cuerpo, no entendía que era esta sensación, pero era muy relajante. Kanji estaba detrás de mí, sujetándome por la cintura; luego de que la mayor parte de la noche la pasaremos juntos.
Cuando caí en cuenta y desperté del viaje que estaba, me levanté más rápido que ligero. Forcé la puerta y estaba abierta, quedé petrificada pensando en que pudieron haber entrado al cuarto y habernos visto. Fui al cuarto de ellos, pero no estaban, deben estar ya en la escuela.
Fui a mi cuarto para bañarme y vestirme, tenía que tomarme las pastillas. Bajé a la cocina y preparé desayuno para Kanji y para tomarme las medicinas. No nos protegimos, que descuidada fui, me dejé llevar por todo lo que estaba sintiendo. ¿Dónde estarán todos? No había nadie en la casa, ni los mismos empleados. Kanji bajó del cuarto y me puse nerviosa, iba a tener que enfrentarlo tarde o temprano. Ayer no sentía vergüenza de nada, pero ahora al verlo si.
—Buenos días, lisa— se veía relajado y eso me calmó algo.
—Buenos días, Kanji. Preparé el desayuno, ¿Qué tal si te sientas?
—¿Cómo amaneciste?
—Bien, ¿Y tú?
—Perdóname por lo de anoche, debí haberme controlado.
—Ya que más da, no hay nada que perdonar.
—¿Te sientes realmente bien?
—Sí, Kanji. Es algo incómodo, pero gracias.
—Gracias, ¿Por qué?
—Por todo — no podía pronunciar nada más, o estallaría de la vergüenza.
—Entonces, ¿si te gustó?— su pregunta directa, me avergonzó más. Llevé mis manos a la espalda.
—¿Por qué no te sientas y desayunamos?— le pregunté para evitar responder, y Kanji sonrió.
Nos sentamos juntos y desayunamos.
—Tengo que ir a mi casa y luego nos encontramos en la oficina, ¿Te parece, diosa?
—Sí, me parece bien.
—Para que no sea incómodo para los dos, sigamos actuando como si nada hubiera sucedido, no quiero que te sientas incómoda o presionada. Lo que sucedió fue por habernos dejado llevar por el momento, aunque nada cambia respecto a lo que dije.
—Lo sé.
—No olvides ningún detalle— acarició mi cabeza y me dio un beso en la frente, mi cuerpo se estremeció de una manera que nunca me había sucedido.
Se fue de la casa y me adelanté al trabajo.
¿Por qué no puedo corresponder a sus sentimientos? Es injusto. Si tan si quiera pudiera sentir algo de amor por él. Ha sido tan bueno conmigo, incluso me hizo todo eso anoche y no sé porque mi cuerpo reacciona de esa forma, pero mi corazón no. Soy un caso perdido.
En la tarde quise enfrentar a los niños.
—¿En qué estaba pensando ustedes dos? — les reclamé molesta.
—Lo sentimos, mamá — ambos bajaron la cabeza—. Queríamos ayudarte para que aclararan sus diferencias y vimos que lo hicieron bien— Lin rio.
—¿Tú viste algo? — pregunté sumamente avergonzada, creí que moriría.
—No, pero los escuché. Me hace muy feliz por ti, mamá, mereces ser feliz.
—Sí, además hacen una linda pareja—añadió Kaori.
—¿Qué cosas dicen? Que sea la última vez que hagan algo como eso.
—Esta bien, no lo volveremos hacer nunca más—comentaron ambos.
—Ya no tiene caso.
Dos semanas después
Las cosas siguieron como antes, mi amistad con Kanji, el trabajo, los niños, mi madre. La relación de amistad se volvió algo incómoda durante la oficina, pues de alguna manera al tenerlo cerca, mi mente y mi cuerpo no dejaba de pensar en esa noche. Kanji al darse cuenta me molestaba y sonreía, estaba consciente de mi nerviosismo al estar cerca de él luego de lo sucedido.
—Hoy tendremos una reunión en el Hotel Straits a las 5, ¿Estarás disponible para asistir?— me preguntó Kanji.
—Por supuesto.
La tarde pasó rápida; esa reunión en el Hotel era sumamente importante, pues todos los ejecutivos se iban a reunir para hablar sobre las ventas. Llegué a la casa a notificarle a los niños, para que Lin se encargara de Kaori mientras no estaba aquí. Me bañé y me arreglé para estar presentable y Kanji pasó a recogerme y para ir directo a la reunión. Éramos los segundos en llegar. Nos quedamos en la mesa hablando, cuando de pronto escuché una voz conocida; una voz que me erizó la piel.
—Buenas noches, lamento la demora— vi a Akira parado frente a la mesa mirándome fijamente, y con una sonrisa en su rostro.
Me levanté de la silla con una rabia y unas ganas de matarlo.
—¿Tú qué mierdas haces aquí? — le grité molesta, sin pensar en nada más a mi alrededor. Sentí una mano cálida que sujetó la mía y me hizo despertar de ese trance de rabia en el que me encontraba.
—Relájese, Srta. Leiko. Tome asiento y tenga una copa de vino — Kanji me pasó la copa y tenía la intención de tirarse a la Akira por encima, pero Kanji ya se había dado cuenta de mis intenciones y la alejó de mí.
—¿Qué sucede, Srta. Leiko?— preguntó Akira, en un tono relajado que me hizo sentir más rabia todavía.
¿Cómo se atreve aparecerse por aquí luego de tantos años y lucir tan tranquilo? ¡Lo voy a matar!