Lisa
Al ver llegar a Akira, me pude sentir un poco tranquila.
—No vuelvas a hacer esto, por favor.
—Estoy bien, no te preocupes, corderito— me besó antes de que pudiera investigarlo.
—Akira, ¿ya llegaste de tu paseo?—preguntó el doctor.
—Sí, ¿Por qué no me hace un chequeo, doctor?— preguntó sarcásticamente.
—Eres un imprudente, Akira. Si sigues con estas cosas, no podré seguir vigilando tu salud—Akira ignoró su comentario y me haló del brazo a la habitación.
—Akira, estás sangrando. ¿Te lastimaste la herida? Tenemos que quitarte esta ropa— lo llevé al baño.
—¿Por qué no nos bañamos juntos?— preguntó.
—¿Vas a seguir con eso? Mira cómo estás. ¿Crees que sería buena idea?— pregunté molesta.
—Yo estoy bien, ahora mejor que estás aquí— me acercó a él y me besó.
—Detente, vamos a bañarte —me alejé, buscando el equipo para bañarlo.
Es un peligro cuando no tiene el suero. Así me es imposible evitar su acercamiento.
Al buscar el equipo me dirigí al baño nuevamente para bañarlo. Cerré la puerta y lo desnudé. Estaban sus vendas en sangre, no era mucho, pero me preocupa que tire todo a la basura por el negocio. Al lavar su cuerpo, me di cuenta que estuvo mirándome todo el tiempo y me ruboricé. No es la primera vez que lo baño, pero a diferencia de todas esas veces, Akira estaba visiblemente excitado. Me aguantó la mano, llevándola a su erección.
—Akira, detente—dije nerviosa, pero él acercó su boca a mi oreja.
—¿No que ibas a cuidar de mi?
Esas palabras me avergonzaron, pero la realidad del asunto es que Akira no puede hacer nada conmigo, es obvio que se sienta de esta manera. Él es muy activo cuando se trata de eso. Quisiera poder ayudarlo, pero no sé si esté bien que lo haga.
Quise ayudarlo de alguna forma, así que moví mi mano masturbándolo. Nunca he hecho esto y tengo miedo de lastimarlo. No sé si se sienta bien, aunque su cara se ve que lo está disfrutando. Escuché sus jadeos cerca de mi oído, lo que me producía escalofríos.
—¿Se siente bien?—pregunté avergonzada.
—Sí, hazlo más despacio—su voz estaba agitada.
Quisiera poder hacerlo sentir mucho mejor. He pasado tiempo sin estar con él y lo deseo mucho, pero sé que no puede. Estoy segura que lo desea tanto como yo. Me detuve y me puse de rodillas ante él, quisiera hacer algo más. Siempre es Akira el que me hace sentir bien y ahora que no puede, quiero ayudarlo.
—Lisa, no tienes que hacerlo— me miró al notar mis nervios.
—No sé hacer esto, no sé si se sienta bien y pueda cumplir tus expectativas—la verdad me sentia incómoda e insegura.
—Me siento satisfecho con lo que estabas haciendo, así que no tienes que esforzarte en esto, lisa.
Luego de la mala experiencia que tuve con Kanji, no sé si pueda hacerlo así como así, pero las ganas de hacerlo sentir bien son más que suficientes para intentarlo al menos. Cerré mis ojos y me acerqué a su pene, lo sujeté con ambas manos y podía sentir lo duro que estaba. Lamí la punta y escuché que soltó un pequeño gemido muy provocativo. Mi piel se erizó, supongo que eso se siente bien. Se sentía muy caliente y un sabor un poco dulce sentía en mi boca. Intenté meterlo en mi boca, pero no creo que algo como esto pueda entrar fácilmente. Los jadeos de Akira eran cada vez más. Sentí sus cálidas manos que se entrelazaron en mi pelo; era mucho más cómodo así. Tengo miedo de lastimarlo, así que intentaba llegar lo más profundo que pudiera llegar con mi boca. Al principio se sentía incómodo, pero luego dejó de serlo. Su pene estaba muy duro y se sentía caliente. Cada vez era más ese sabor dulce en mi boca.
—Lisa, detente—su voz se escucha entrecortada.
No quería detenerme, aún sabiendo que estaba en su límite. Quería que siguiera sintiéndose aún más bien. Akira me aguantó el pelo con un poco más de fuerza, podía sentirme excitada solo por esto. Sus jadeos eran incontrolables. Una sensación de calor y amarga invadió mi boca. Solo quise tragarlo antes de sacarlo. De lo dulce que sentí al principio, no quedaba nada. Era un sabor extraño, pero mientras Akira esté feliz, yo soy feliz. Saqué su miembro de mi boca y me tapé el rostro de la vergüenza, no encontraba cómo mirarlo.
—Eres una niña traviesa, lisa. Ven aquí—me aguantó la mano ayudándome a levantar.
Yo desvié la mirada, pero Akira me acarició la mejilla, obligándome a mirarlo.
—No hemos terminado, corderito—puso su mano en mi cuello sin ejercer fuerza y movió mi cabeza a un lado para adueñarse de mi cuello.
Besaba mi cuello, mientras acariciaba con su otra mano mi seno
—Detente, no estás en condiciones de hacer esto—le dije casi sin voz.
Era inevitable controlar mis jadeos al sentir su contacto. Descendió su mano acariciando todo a su paso, hasta llegar a mis muslos y levantar mi falda. Acarició por encima de mí ropa interior mi vagina, mientras que besaba apasionadamente mi cuello subiendo a mi oreja. No puedo evitar sentir placer y ganas, aún sabiendo que él no debe, no puedo negarme o resistirme ante sus caricias.
Metió su mano dentro de mi ropa interior, haciéndome sentir su contacto directo en mi vagina. Mi cuerpo se estremeció ante sus dedos.
—Estás muy excitada, corderito. Tal parece que lo deseas —diciendo ésto metió sus dedos dentro de mí.
No pude controlar mis gemidos al sentir sus dedos tan de repente.
—¡Akira!—podía escuchar el sonido de sus dedos entrando en mi. Me sentía muy húmeda y lo metía profundamente, mi cuerpo no dejaba de temblar.
Se escuchó la puerta de la habitación que la abrieron, lo que me hizo asustar.
—Detente, hay alguien ahí.
Con una sonrisa pícara, siguió metiendo sus dedos cada vez más rápido. Tapé mi boca para no hacer ningún sonido, hasta que escuché que la volvieron a cerrar.
—¿Qué crees que haces? Nos pudieron haber escuchado.
—No me importa. Lo estabas disfrutando, ¿No? Tu rostro avergonzado, tu húmedo, apretado y palpitante interior, me estaba pidiendo que siga, ¿No es así?
—Cállate, Akira—no podía evitar avergonzarme ante su comentario.
—¿Se sienten tan bien mis dedos? Me encantaría poder darte algo mejor—aceleró aún más sus movimientos y estaba a punto de perder la cordura si seguía así—. Solamente yo puedo causar esto, ¿cierto? Solamente yo puedo hacer un desastre de tu cuerpo y hacerte correr de esta manera, ¿no es así? Solo dilo. Di que soy el único que puede tocarte y hacerte sentir placer —sus movimientos eran cada vez más bruscos y profundos, no podía aguantar más.
—Sí, solo tú puedes hacerme sentir así.
—Eres mía — puso su otra mano en mi cuello sin hacer fuerza y me besó.
Hizo que todo mi cuerpo acabara de alcanzar el mayor placer que haya experimentado en tanto tiempo. Mi cuerpo estaba temblando, no podía pensar en nada más que él.
—Te amo, lisa—su tierna voz me causó felicidad.
—Te Amo, Akira— lo abracé suavemente sin lastimarlo.
Al salir del baño entró Jefferson a la habitación, con una sonrisa que podía mostrar con claridad que sabía lo que había ocurrido. Akira ensanchó una sonrisa de satisfacción y yo no sabía dónde meter mi cara.
—Tal parece que llegué en un mal momento— comentó Jefferson.
—Para nada— desvié la mirada.
—Así es— respondió Akira riendo.