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La amenaza iba dirigida a mí, no me quedaré callada. Busqué mi teléfono para llamar a Akira.

—Akira, perdóname por interrumpirte, sé que estás muy ocupado en este momento.

—Siempre tengo tiempo para mí mujer. ¿Pasó algo?

—No sé si deba darle importancia, pero recibí una llamada a la oficina y me amenazaron. La voz estaba distorsionada, no quiero preocuparte, pero no quería callarlo.

—No salgas de la oficina, ya voy para allá— colgó la llamada.

Akira

Pedí permiso para levantarme de la mesa, donde estaba discutiendo unos asuntos para llamar a Keita.

—Ve con Lisa, no la dejes salir de la oficina. Acaba de recibir una amenaza y no quiero que vaya a pasarle algo. Ya sabes de quién posiblemente se trata, Keita.

—Sí, señor. Yo protegeré a la señorita.

Lisa

Me mantuve en la oficina de Akira en todo momento. Escuché que tocaron la puerta y no me atrevía a abrir, pero ¿Y si se trata de Yuji o de Keita?

—¿Quién es?— pregunté nerviosa, pero no hubo respuesta, solo tocaron la puerta nuevamente.

—¿Quién es?— escuché que forcejearon la puerta, por lo que me alarmé y me escondí detrás del escritorio de Akira.

La puerta se abrió y guardé silencio, esperando que quien sea hablara o al menos se fuera. No hablaron, solo escuché que cerraron la puerta. Al levantarme a mirar, me encontré con Ima. ¿Qué hace ella aquí?

—¿Qué haces ahí, niñita? ¿Tanto miedo me tienes? No puedes recibir amablemente a los clientes. ¿Qué diría Akira si te ve ahí?— tenía un arma en la mano.

—¿Así que fuiste tu la de la llamada?— traté de guardar la calma—. ¿Cómo pudiste entrar aquí con eso?

—No pueden decirme nada. Soy una de las mejores clientas que esta miserable empresa tiene. ¿Dónde está mi querido Akira?

—Si tanto quieres verlo, ¿Por qué no avisaste antes de venir?

—Te avisé, pero no vengo a verlo a él—estaba apuntando el arma a mi dirección.

Miré alrededor algo que pudiera usar como arma para defenderme, pero vi la puerta abrirse abruptamente, y pude ver la cara de Keita. Ima le apuntó a él.

—No des ni un paso más, ni hagas nada estúpido. En unos momentos podrán entrar los hombres de mi esposo y nos iremos en paz, ¿Verdad? —le sonrió a Keita y se acercó al escritorio, aún apuntándole a él.

Estoy segura que Keita debe tener algo planeado. Él tiene un arma, ¿no es así? ¿Por qué no le dispara?

Vi a Akira entrar por la puerta y lucía agitado, ¿Acaso estaba corriendo?

—¿Así que fuiste tú?— la miró fijamente.

—¿Es esto una reunión familiar?—Ima rio.

—¿Qué crees que haces? Baja esa arma y vamos a hablar en otro lugar.

—Cuando acabe con ella. ¿Debería matarla ahora? — preguntó Ima apuntándome.

—Aún si lo haces, no podrás salir viva de aquí —Akira me miró de reojo. ¿Me está tratando de decir algo?—. ¿No te gustaría que nos fuéramos juntos?— sonrió.

—¿Crees que voy a caer en esa simple trampa, Akira? ¿Por quién me tomas?

—Podría considerar no matarte si haces lo que te digo.

—¿Tanto la quieres? Me has despreciado por ella. ¿Qué tiene ella que no tenga yo, Akira?

—Ella y yo no somos nada. Es solo un negocio que tenemos, pero por las apariencias no podía dejar que acabaras con mis planes.

—Entonces ¿por qué viniste a defenderla? — preguntó incrédula.

—Porque me sirve más viva que muerta, ¿Qué no ves? —Akira se intentó acercar a Ima.

—No te creo. No te sigas acercando o voy a disparar.

—¿Puedo besarte para demostrarlo? ¿Será que acaso ya no lo deseas?—siguió acercándose y teniendo contacto visual con Ima. Su mirada examinaba cada movimiento de ella.

—No puedo creerte, Akira—el arma cada vez la bajaba más y miraba fijamente a Akira.

Miré a mi alrededor una vez más y, al no ver nada visible que pudiera utilizar, me arriesgué a darle un golpe en la mano, haciendo que dejara caer el arma. Akira le aguantó la mano fuertemente y la empujó abruptamente contra el piso. Puso su pierna en la cabeza de ella, ejerciendo fuerza contra el frío suelo.

—¿Crees que una pendeja como tú tiene el derecho de apuntarle a mi mujer y amenazarme? No creas que saldrás viva de esta, perra.

Caminé a donde estaba el arma en el suelo y la alejé de ella. Keita aún estaba quieto en una esquina de la habitación y, al ver a Akira en esa situación solo se quedó mirando. ¿Por qué no reacciona? Akira levantó del suelo a Ima y la haló fuerte por el pelo. Ella estaba forcejeando e intentando golpearlo, pero él sujetaba su pelo más fuerte, que ella no podía dejar de gritar y forcejear para quitar sus manos. Cerré la puerta de la oficina, ya que sus gritos lo iban a escuchar afuera.

Akira sujetó con sus dos manos su cuello, tan fuerte, que el rostro de ella se veía muy rojo. No quería interferir, pero tampoco quería presenciar esto, así que me giré mirando a otro lado.

—Te diré la respuesta a tu pregunta. ¿Qué tiene ella que no tengas tú? La respuesta es muy sencilla; vida —pude escuchar el sonido de su cuello al quebrarse; un sonido tan escalofriante, que quise tapar mis oídos.

Mi cuerpo temblaba al imaginar lo que había ocurrido. Aún tapando mis oídos, podía escuchar ese ruido retumbando en mi cabeza. Eso fue realmente horrible. Acabo de presenciar otra muerte más. ¿Qué me espera al lado de un asesino a sangre fría así? Mis lágrimas bajaron por mis mejillas. Pude escuchar a Akira dándole la orden a Keita de llevar el cuerpo de Ima a otra parte. Los hombres de Ima no habían llegado, es muy extraño todo eso. ¿Será que realmente estaba sola?

Akira se acercó a mí y me abrazó.

—Perdóname por dejarte sola. De ahora en adelante estaré a tu lado en todo momenton— besó mi cabeza y me abrazó.

Aún habiendo estado en este momento aquí y, al ver visto eso, los brazos de Akira se sentían cálidos. Sus manos acaban de matar a una persona, ¿Cómo puedo sentirme bien cuando me toca? De alguna forma me siento segura en ellos. Creo que he perdido la cabeza. ¿Cómo puede asesinar a alguien y no sentir nada? Fueron muchas las preguntas y ningún tipo de respuesta. Mi corazón estaba latiendo muy rápido.

—Te llevaré a la casa y le diré a Yuji para que venga con nosotros y te acompañe. En la casa estarás más segura y más tranquila.

Nos llevó a la casa y se despidió de mí. Quedó en venir más tarde luego de atender ese asunto. No pude evitar preocuparme.

—Lisa, ¿Te encuentras bien? —me preguntó Yuji, mientras que sujetaba mi mano.

Ella no sabe lo que está pasando y no es algo que quiera que sepa tampoco.

—No me pasa nada, solo estoy un poco indispuesta. Disculpa que por mi culpa te hayan sacado del trabajo.

—No importa, me hace feliz poder ayudarte. Has hecho mucho por mi y es mi momento de agradecerte formalmente.

Necesito olvidar todo lo que pasó, de nada vale que siga pensando en eso, solo me hará sentir peor.

Akira

—No debió matar a esa mujer frente a la Srta. Lisa. Esto puede afectarle mucho, señor— dijo Keita.

—Ella estará bien, no te preocupes. Ahora bien; esto será un problema. Ahora hay que andar con más cuidado. Si Kaiza se entera que su mujer está muerta, va a buscar venganza. Antes de que eso pase, lo mato primero.

—Deberá proteger más a la Srta. lisa, señor.

—Lo sé, y tú me ayudarás.

—No pude hacer nada cuando estuvo en la oficina. Sentía miedo de que la lastimaran, señor.

—Todo está bien. Ya esa perra está muerta. Ahora hay que enfocarnos en el negocio y en la protección de lisa. Las cosas se pondrán aún más difíciles. No pienso arriesgarla, así que la sacaré del país. Entre más lejos de esta guerra esté, mejor para ella.

—Sí, señor.

Lisa

Akira llegó a la casa luego de varias horas, preparó mi equipaje y nos fuimos. Quiso traer a Yuji con nosotros y Yuji aceptó sin problemas. No puedo oponerme a su decisión y menos luego de lo que pasó. Fuimos al extranjero. Nos trajo a un lugar completamente alejado y diferente al que vinimos él y yo la otra vez.

—Esta será nuestra nueva casa.

—¿Te quedarás?—le pregunté, un poco triste. No quisiera que me deje sola y menos en un lugar tan lejano.

—Sí, nos quedaremos por unos meses aquí. Luego de terminar unos negocios que tengo, nos casaremos. Falta poco para que seas mi esposa, corderito. No creas que podrás escapar de mi ahora —me besó, y sonrió.

Mi corazón latía muy rápido. La idea de casarme con Akira me causaba emoción y, más al imaginarme vestida de blanco caminando hacia él. Me ruboricé de tan solo imaginarlo.

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