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A la mañana siguiente Akira ya no estaba en la cama. Pude encontrarme con una nota en la mesa, recordando la cita de esta noche. Él estará en una reunión en la mañana, así que me alisté para ir al trabajo junto a Yuji. Luego de tratar de convencerla de quedarse a descansar, aún así, quiso venir. Me hacía sentir muy cómoda tener una amiga con quien pasar momentos como estos. Me hace recordar a mi hermana y en las peleas que teníamos todas las mañanas. Ha cambiado todo en tan poco tiempo. Recordar en lo que tuvo que haber pasado mi hermana y el estar con la persona que le hizo daño, me causa culpa. ¿Cómo puedo estar sintiendo algo por Akira luego de todo eso? Quisiera enfrentarlo y que me diga la verdad, pero no sé si sea el momento. Las cosas no van a cambiar aún preguntándole, pero no puedo quitarme la culpa de encima. Quiero tener la valentía de enfrentarlo. Las cosas han ido bien hasta ahora entre nosotros. La distancia que había entre los dos se a ido, todo va mejorando y cada momento siento que necesito más de él. ¿Cómo puedo enamorarme de una persona así? ¿Qué puedo esperar de esta "relación" que tenemos? Ni siquiera sé lo que siento. Lo odio, pero a la misma vez lo quiero conmigo. Me he convertido en la peor persona que pueda existir. Me enamoré de la persona equivocada y, peor aún, no puedo salir de su lado y, a pesar de que ya nada me detiene, no siento la necesidad huir. Pensar en todo esto me duele. No puedo soportar la idea. Mis lágrimas bajaban por mis mejillas sin poder evitarlo. No quiero que nadie me vea así. Sequé mis lágrimas y continúe trabajando.

Ima

—Papito, te tengo buenas noticias. Mi amiga la reportera me dio información valiosa sobre Akira.

—Esa es mi mujer. ¿Qué lograste averiguar?

—Tiene varias negocios y entre ellos una empresa de ventas.

—¿Te dio la ubicación?— preguntó mi esposo.

—Sí, y mucho más. Como ves que su prometida también está trabajando en su empresa. Puedes matar dos pájaros de un tiro, papito.

—Se metió con lo más preciado que tengo y ahora me toca a mí. Akira me las va a pagar.

—Nuestra querida hija está tan angustiada, no me gusta verla así, papito— fingí tristeza y me senté en su regazo.

—Eres una buena madre, corazoncito— me besó.

Akira

Estaba cerrando un negocio, cuando mi teléfono sonó.

—Tanto tiempo sin saber de ti, Masaru. ¿Qué me tienes?

—¿Dónde te has metido? Te tengo noticias de tu padre.

—¿Qué información tienes?

—Su organización es una de las más peligrosas. Estamos entrando a un terreno minado, Akira. Si te decides a atacar, lo más seguro mueras en el intento. Si no logramos infiltrar a alguien, será casi imposible tenerlo en nuestras manos.

—Esto es lo que siempre he estado esperando, Masaru. Para esto llegué hasta aquí y no voy a rendirme sólo por tu advertencia. Ahora que Kanji está muerto, voy a unirme a su organización. Seré el nuevo socio, el único problema es el maldito de Kaiza. Ese pendejo quiere mi cabeza y todo se salió de control, pero tengo que calmar las aguas con él.

—¿Necesitas de mis hombres, Akira?

—No, tengo suficientes. Lo que necesitaré de ti es que guardes toda la información que tienes de mí padre. La necesitaré para luego. Necesito entrar en la organización de Kanji primero. Cuando tenga todo en mis manos, iré por la cabeza de mi padre.

—Mucha suerte, Akira. Si necesitas de mi, sabes dónde encontrarme.

—Lo sé, gracias por la información — colgué la llamada.

Cada vez estoy más cerca de ti, padre. Me pregunto qué cara vas a poner al verme. ¿Estarás feliz y orgulloso de tu hijo, cabrón?

Lisa

El día se ha ido muy rápido. Akira no había llegado a la oficina, supongo que me iré con Keita y Yuji para la casa. Antes de ir a la casa nos detuvimos en la cafetería. Compartimos juntos los tres, antes de seguir nuestro camino a la casa. Tenía que alistarme para esta noche, aún no sé qué pueda ponerme. No sé a dónde planea llevarme Akira. Al llegar a la habitación me encontré con una caja encima de la cama, junto a unas rosas rojas. ¿Así que él ya lo decidió? Siempre está pendiente a todo. Era un traje rojo y largo, un escote no muy pronunciado y tenía unas lentejuelas alrededor de la cintura. La tela era muy suave y cómoda. Tiene muy buenos gustos para esto.

Me di un baño y me puse el traje. Me arreglé lo mejor posible. Me puse un poco de maquillaje, no muy exagerado y pinté mis labios. Mirándome en el espejo parecía otra persona. El traje justo a la medida. No sé si le guste mi apariencia ahora, tampoco sé si me excedí con los gustos de él. Espero le guste.

Bajé las escaleras y me encontré con Yuji. Se quedó mirándome sorprendida.

—Te ves muy hermosa, Lisa. El color rojo es definitivamente tu color.

—Gracias, Yuji —me dio un poco de vergüenza recibir un halago de su parte.

—Srta. Lisa, se ve fabulosa—dijo la empleada.

—Gracias.

—El Sr. Akira llegó y la está esperando en la entrada, mi señora.

Estaba tan avergonzada, que no encontraba cómo salir. ¿Y si no le gusto? ¿Por qué estoy pensando en esto?

Salí y al primero que me encontré fue a Akira esperándome. Su mirada penetrante se fijó en mí y sin desviarla un solo segundo.

—Hice una buena elección. Pareces una reina. Estás preciosa, lisa— agarró mi mano y la besó.

Me llevó a un restaurante muy fino. Solo estábamos nosotros dos. No había ningún cliente, solo un mayordomo que nos sirvió el vino. No quería tomar, no quería hacer una escena y dañar el momento. La mirada de Akira me hacía sentir más avergonzada, ya que no dejó de mirarme en ningún instante. Él siempre se ve tan elegante y guapo, inclusive desnudo. ¿Qué mierdas estoy pensando? Sacudí mi cabeza ante los pensamientos que estaba teniendo.

—Akira, ¿Cuál es el motivo de esta cita?

—¿Debe haber un motivo para salir con mi mujer?

—La ocasión parece ser muy diferente a las demás veces.

—Puede ser —no añadió una palabra más.

Luego de cenar juntos y hablar sobre la empresa, me invitó a otro lugar. Su actitud me parecía muy extraña. Me trajo al lugar donde visitaba con su madre cuando niño. Tal parece que había pasado mucho tiempo sin venir. Esta vista es muy hermosa, aunque me trae malos recuerdos de la última vez que estuve aquí. Me alejé de las barandas, solo por si acaso. Ante la duda, pude sentir los brazos de Akira  de espalda.

—Lo siento, no te haré más daño. Lo prometo —su voz sonó un poco afligida y sus cálidos brazos me sujetaron fuerte.

Me soltó y caminó a las barandas y, mirando al cielo, escuché que murmuró algo, aunque no sé con exactitud qué dijo.

—Lisa, quiero decirte algo—se acercó de nuevo—. Nunca lo había dicho, ni mucho menos sé lo que debo hacer o decir, nunca me había planteado que esto pasaría. Te he hecho pasar muchas desgracias y sufrimiento. Has sido muy infeliz a mi lado y te obligué a muchas cosas, aún cuando sabía que no debía. Puedo decirte que me arrepiento de todo lo que hice y te dije, pero no puedo cambiar la realidad. Arrepentirme no va a devolverte la felicidad que te arrebaté. En mis planes nunca estuvo conocerte, ni mucho menos enamorarme. Siempre he sido alguien calculador y no conté con esto. No podré devolverte la vida que tenías, ni mucho menos la felicidad que podías sentir antes de conocerme. Estoy consciente que no soy el hombre que te conviene, pero no puedo simplemente renunciar a ti. Se acercan muchas cosas y no sé si pueda enmendar todo lo malo que te hice, tampoco pretendo que me perdones luego de odiarme como lo haces. No quiero amarrarte a una vida miserable como la que llevo, pero tampoco quiero dejarte ir. Esto será egoísta de mi parte, pero no voy a dejar que huyas de mi. No puedo cambiar todo lo que viviste y sentistes, pero quiero asegurarme de que de ahora en adelante no sufras más. Aún siendo un cretino, asesino, egoísta y repugnante, quiero atesorar todos los momentos y recuerdos lindos que podamos tener desde hoy en adelante. No sé cuánto dure esta oferta, ni que nos depare el destino, pero quiero tener una vida contigo— su mano sujetó la mía, y colocó un anillo en mi dedo.

Mi corazón estaba acelerado. Mis lágrimas bajaron por mis mejillas, algo que por más que traté, no pude contener. Eran muchas las emociones que sentía en ese momento. Al abrirse de esa manera a mi, no tuve palabras para responderle. Él lo decidió todo por mi y, apesar de eso, muy dentro de mi, era muy obvia la respuesta. Este era nuestro verdadero comienzo.

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