Ha pasado aproximadamente dos semanas desde la muerte de Kanji. Aún tengo pesadillas con la muerte de él. Akira no ha regresado a la casa desde entonces. Me han dicho que ha estado atendiendo sus negocios. He seguido con el tratamiento, aunque no sé en realidad ya porqué lo continúo. Antes, cuando él no estaba en la casa me sentía aliviada, pero ahora las cosas han cambiado. La casa se siente sola, sus empleados casi no están. Esta vida es realmente aburrida. Quisiera salir, distraer mi mente, pero al él no estar, debo quedarme aquí. No debe ser un peligro salir, pues Kanji no será un problema.
Caminé a la entrada de la casa cuando me encontré al chófer.
—¿Será que puedo salir?
—Sí, Srta. Lisa.
—¿Y eso? Es muy inusual que respondas tan rápido.
—Akira me dio la orden de llevarla donde usted quiera, por eso estoy aquí.
Tal parece que ese demonio también puede leer mi mente. ¿A dónde podría ir sola? No tengo amigas con quien divertirme, ni siquiera tengo la vida de una adolescente normal.
—Debería ir a ver una película. Hace mucho no voy al teatro—me mostré energética.
Es la primera vez que venía con alguien como él al teatro.
—¿A dónde más deberíamos ir?
—Srta. Lisa, ¿Quiere que la lleve al parque de diversiones? Es temporada de ir a lugares como ese. No sé si ha ido a alguno.
—Pues de ir, solo fui una vez con Akira. Recuerdo que ese día estaba de buen humor. Parecía un niño en cada diversión que subía— sin darme cuenta sonreí.
¿Qué hago pensando en esa estupidez? Solo fue un disfraz que mostró mientras estuvo conmigo.
—Voy a ir con usted, Srta. Lisa. Mis órdenes son no dejarla sola.
Se siente extraño estar con una persona como él en un lugar como este. Es con el segundo hombre que salgo a un lugar así. Esa idea me hacía sentir un poco incómoda.
Pasando por una tiendita, le dieron unas orejas de panda y se las puso.
—Esas orejas te sientan muy bien— reí.
—¿De verdad lo piensa, señorita? — se vio avergonzado, y desvió la mirada —. Es muy tarde, ¿Quiere algo de comer, señorita?
—Sí, vamos.
Luego de comer, subimos a varias diversiones.
—Me he divertido mucho. Gracias por traerme.
—Aunque le tengo miedo a las altura, pero me he divertido mucho hoy, señorita.
Solía tenerle miedo a las alturas también, pero de cierta forma lo olvidé. Estaba muy distraída al estar acompañada que, no sentí temor alguno. Sin pensar también que Akira fue el primero que me acompañó a un lugar así.
—¿Son parejas? ¿Podemos tomarle una foto?— preguntó una desconocida con una cámara en mano.
—No, no lo somos— les dijimos.
—Es solo una fotografía—nos juntaron dos personas y nos tomaron una foto. Nos la dieron y se fueron.
Eso fue realmente incomodo.
—¿No tendrás problemas por esa foto?— le pregunté desviando la mirada.
—No creo, usted es la mujer de mi jefe—dijo nervioso, y guardó la foto en su bolsillo.
—Bueno, no importa. ¿Nos vamos?
—Sí, vamos.
Llegamos a la casa. Estaba muerta de ganas de regresar, la conversación fue muy incomoda luego de ese mal entendido. Subí a mi habitación para darme un buen baño. Realmente lo necesitaba. Al entrar al cuarto, vi a Akira en la cama recostado, con todo su torso visible.
—¿Qué haces aquí?— pregunté nerviosa.
—Es mi casa, debo venir a descansar luego de tanto tiempo trabajando. ¿No estás feliz de verme?
—Ponte algo de ropa, idiota— desvié la mirada.
—¿Tanto te incomoda? Lo siento, no lo volveré a hacer — se levantó de la cama, y se acercó.
—Sí, es incomodo.
—Ya la arreglé —diciendo esto, volví a mirarlo.
—Akira, ¿Qué crees que haces, pervertido? — tapé mi cara al ver que aún seguía sin camisa, y estaba muy cerca.
—Hace mucho que no me ves, ¿no sientes emoción al verme?—sonrió.
—Claro que no, ¿Por qué habría de sentir eso?
—Si tu lo dices—se fue abotonando la camisa.
—Me voy al otro cuarto— abrí la puerta, pero él me agarró la mano.
—No te preocupes, yo seré quién se vaya— salió de la habitación sin decir ninguna otra palabra.
No esperaba que estuviera aquí y mucho menos así. ¿Qué se cree? Disfruta molestándome.
A la mañana siguiente la empleada vino a tocarme la puerta.
—Srta. Lisa, el Sr. Akira la está esperando para desayunar.
—Ahora bajo.
Bajé al área del comedor. Akira estaba leyendo el periódico. No es normal eso en él. Al notar mi presencia, lo cerró.
—Buenas días, corderito.
—Bueno días, Akira.
—Tenemos algo de qué hablar.
—¿Sobre qué?— pregunté preocupada.
—¿Por qué no te vas a vivir con tu madre? — me miró fijamente.
—¿Quieres que me vaya para que no pueda matarte?
—Eres tonta. Tu madre te necesita, eres lo único que ella tiene.
—Tal parece que quieres que me vaya, ¿Eso es?
—Quiero saber lo que quieres, lisa.
—No me quiero ir todavía.
—Entonces, ¿Estás dispuesta a tomar el papel de mi mujer?
—¿Eso qué significa?
—Si quieres quedarte deberás trabajar en mi empresa.
—Jamás he trabajado en una y tú lo sabes.
—Es lo de menos. Lo importante es que estés de acuerdo y quieras progresar.
—¿Por qué debería aceptarlo?
—Tómalo como un incentivo; podrás quedarte luego que me mates con la empresa y, mejor aún, con esta casa y todo lo que me pertenece. Solamente puedo darle ese privilegio a alguien que esté suficientemente capacitada para el trabajo, ¿Lo estás?
Esto es algo muy extraño. No sé qué planea, pero le seguiré el juego. Le demostraré que soy capaz de eso y más.
—Acepto, Akira. Voy a callarte la boca. Luego no te arrepientas.
—Eso espero. Espero no seas tú quien se arrepienta, corderito. Desayunamos y te llevaré a que conozcas la empresa.
Al desayunar, me trajo a la empresa. Al subir al ascensor, lo miré.
—¿Quieres mezclarme otra vez en tus negocios turbios?
—No, esta empresa es totalmente legal. Empezarás como mi asistente; luego que aprendas a manejar todo en la empresa, entonces deberás casarte conmigo— me miró fijamente.
—¿Qué dijiste?
—Si no te casas conmigo no podrás tener derecho a mis propiedades y no te convendría eso, ¿No crees? Con todo el dinero podrás vivir una vida sin preocupaciones junto a tu mamá. Piénsalo.
—No entiendo tu insistencia en esto. ¿Qué ganas haciéndome ser tu asistente?
—Mucho más de lo que imaginas. Por ahora necesito alguien en quien confiar. Tu odio hacia mí es tanto que, sé que no me traicionarás, no hasta acabar conmigo; además hicimos un trato y eres el tipo de persona que busca cumplirlos, ¿no es así?
—A diferencia de ti, yo si tengo palabra. Eres un maldito manipulador, Akira—fruncí el ceño.
—El tipo de hombre que te gusta, corderito— me hizo un guiño.
—¡Idiota!— desvié la mirada, y rio.
Caminamos por toda la empresa.
—Jamás imaginé que tuvieras una empresa de ventas. No pareces de ese tipo de persona.
—Entonces, ¿Qué parezco?— me miró.
—Creo que sabes la respuesta— su respuesta a mi comentario fue una suave risa.
—Esté será tu lugar; al lado de mi oficina. Lo único será que tendremos que vernos en todo momento. No está mal, ¿No crees?
—Eso sería lo peor— suspiré molesta.
—Estarás muy cerca de mí. Si en algún momento me echas de menos, solo entra. Podemos hacer muchas cosas detrás de esa puerta.
—Eres un pervertido, idiota. ¿Para eso me quieres aquí?
—Para eso y más— sonrió.
—¿Cuál será mi trabajo?
—Sencillo. Harás reservaciones, atender llamadas, coordinar las citas, harás informes de todo lo que se hace y no se hace, llevarás las cuentas y harás todo lo que te pida. Al fin de cuentas seré tu jefe de ahora en adelante. Si quieres ser la ejecutiva de este lugar o la dueña y señora, debes ganartelo, ¿Fui claro?
—Sí, Señor.
—Ya estás aprendiendo, eso me gusta— soltó en ese único tono sarcástico.
—¿Algo más?
—Sí, te presentaré a la junta de ejecutivos, pero deberás decir que eres mi esposa, así no complicaría las cosas, no habrán malos entendidos y, mejor aún, ningún hombre se te acercará, ¿Comprendido?
—Sí — suspiré.
—Por cada suspiro que des en el área de trabajo, tendré que darte un castigo. ¿De acuerdo?
—Esta bien, no lo haré más.
—Buena chica— acarició mi cabeza, como si fuera una niña consentida.
Veremos ahora qué tal me va. La idea de tener que soportarlo todo el tiempo no me agrada. Estoy segura que lo hace por molestarme. ¿No se cansa de hacer esto?