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Primera Línea Parte 1.

En una diferente línea de tiempo.

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14 de enero de 2018, Londres, Inglaterra.

Una mujer estaba sonriendo mientras caminaba por la calle. Ella estaba en sus cuarenta y tantos, y si bien tenía algunas canas, su rostro no tenía arrugas. Cabello negro y ojos del mismo color.

La figura era firme y bien cuidada, atrayendo la atención de algunos transeúntes a causa de su vestido negro que destacaba su figura madura.

Agatha sonrió felizmente mientras caminaba e ignoró cada una de las miradas de aquellos que la rodeaban.

"Señora Directora."

Ella siguió caminando hasta un edificio y, al entrar y pasar por la entrada de seguridad, escuchó el saludo del guardia de seguridad y ella simplemente lo ignoró.

Al entrar, una joven mujer vino corriendo a su lado con un café y se lo dio.

"Su esposo la espera. Ya he retrasado la cita con la Señora Ackermann y también la reunión con los diferentes directores de secciones", dijo la secretaria y, en voz baja, murmuró, "Los directores no están contentos."

"¿Es así? Entonces reprogramarlo para mañana cuando su humor mejore, pero recuérdales que si incumplen sus obligaciones pueden ser despedidos", respondió Agatha y, tomando el ascensor privado, agregó, "Si tienen un problema, que lo hablen conmigo y no se quejen con mi madre."

La puerta se cerró y Agatha vio el rostro tenso de su secretaria, pero ella la ignoró. Hoy estaba feliz y nadie le quitaría su felicidad, ni su empresa ni los directores que seguían inclinándose a la antigua dirección.

Heredar un negocio familiar tan grande era problemático y más cuando ella no se llevaba bien con su madre ni ninguno de sus familiares, pero ellos no tenían mucho que decir. Sus padres apenas dirigían una empresa de poca importancia y, luego de años que ella tomó el control, la empresa era internacional y había fundado varias empresas subsidiarias.

Cuando sus familiares murieran, ella estaría aún más feliz... Tal pensamiento hizo que ella sonriera de vuelta cuando el pensamiento intentó salir a la luz.

"Oops, tengo que cuidar la apariencia", murmuró en calma.

Cuanto más vieja se volvía, más difícil era ocultar su desapego a la vida humana y su carencia absoluta de empatía. Si fuera por ella, eliminaría muchos obstáculos por medios secretos.

Sus familiares eran uno de ellos y los rivales comerciales eran otros, pero incluso cuando tuvo facilidad para cruzar los límites, ella no podía hacerlo.

Aunque tuviera herramientas y las facilidades monetarias, al igual que los contactos, Agatha tenía un límite.

"Amor."

La puerta del ascensor se abrió y ella murmuró esas palabras al ver a su esposo esperándola en la puerta de su oficina.

Su esposo estaba esperándola llevando un traje que le quedaba ajustado. Él se entrenaba mucho y siempre estaba en forma, lo cual era agradable, ya que de vez en cuando realizaba tareas humanitarias en áreas peligrosas.

Lugares donde hombres como él valdrían millones, así que estar en forma y entrenar para protegerse era una exigencia que ella le había pedido. Por supuesto, ella siempre enviaba miembros de seguridad, pero no iba a negar que en el fondo ganaba un esposo guapo y con una alta resistencia nocturna.

Su esposo, al notarla, se acercó a ella y sonriendo tomó su bolso.

"Estás muy feliz", dijo su esposo al darle un beso y apartándose, preguntó, "¿Tan feliz te pone que Karl elija una carrera?"

Karl, su único hijo, era igual que ella e incluso peor. Le costaba sentir emociones por otros, no tenía empatía, pero él se ocultaba perfectamente a un nivel que incluso ella no sabía qué pensaba o cuáles eran sus límites... si es que no había pasado los límites ya.

Sin embargo, para Agatha, incluso si su hijo se había convertido en un asesino, ella sabía que él ocultaría sus rastros por su cuenta sin dejarse atrapar.

Después de todo, era un joven inteligente y la prueba era que estuviera en Corea en una de las mejores academias como estudiante de intercambio a sus dieciocho años, y él en unos días elegiría una carrera.

"Por supuesto", respondió Agatha y sonriendo, preguntó, "¿Qué crees que elija? ¿Medicina? ¿Arquitectura? ¿Quizás quiera convertirse en abogado para ser juez o miembro de la Corte Suprema? No parece gustarle la política, así que no creo que siga alguna carrera política."

Sus estándares eran altos y ella quería que su hijo fuera el mejor en su campo.

"Sea lo que sea que elija, quiero que le guste", respondió Antón y le dio una sonrisa.

Ella simplemente sonrió sin molestarse por la calma de su esposo y las pocas exigencias que él tenía sobre su hijo, pero Agatha no cambió su modo de pensar.

Personas como ellos se aburrían con facilidad y, si no lograban enfocarse en algún área, empezarían a tener pensamientos cuyos resultados no terminarían para nada bien.

"Esperemos que..."

Ella, al estar por hablar, se detuvo de repente y al mirar por la ventana de la empresa vio cómo el cielo se ponía rojo y una grieta se abría, dejando caer una gigantesca hacha que cortaba el espacio y caía sobre la ciudad.

Luego, no hubo nada.

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14 de enero de 2018, al otro lado del mundo, en un bar privado en la ciudad de Seúl, Corea.

Un joven de dieciocho años levantó un vaso de cerveza y lo tomó tranquilamente mientras se miraba en el espejo. Tenía el pelo corto y negro, ojos negros y un rostro que no llamaba demasiado la atención.

Y, aun así, él se giró y vio a la mujer que lo seguía mirando de vez en cuando, y cuando sus ojos se cruzaron, ella levantó la copa con una sonrisa.

La mujer, en sus treinta y tantos años, llevaba un vestido escotado y varias bebidas para su grupo de amigas.

Él le devolvió la sonrisa y de inmediato, al ver que la mujer sonreía con mayor fuerza, encantada de que él pareciera atraído por ella.

Para él fue fácil mostrar la emoción que ella buscaba para atraerla, y él sonrió cuando ella se acercó y...

"¡Karl!"

Antes de que la mujer pudiera acercarse, unos brazos lo atraparon por atrás, y él frunció el ceño al ver que la mujer se iba y se giró hacia la persona que lo abrazaba.

"¿Por qué estás tan tranquilo, Karl? ¡Tenemos que elegir nuestro futuro!", dijo el joven hombre, y girándose hacia atrás, señaló. "Su Chin, ven. ¡Tenemos que decidir nuestro futuro juntos!"

Karl suspiró al ver a su amigo Víctor ligeramente ebrio. Su amigo era suelto y carismático, pero hoy se emborrachó en exceso y la razón era que tenían que elegir las carreras en las que querían ingresar.

Habían terminado la secundaria juntos y, como fueron los mejores promedios de una prestigiosa escuela, entraron a un programa que los llevaba por las universidades más prestigiosas del mundo para que eligieran qué universidad y carrera querían ingresar.

"Yo solo quiero dinero. Cualquier carrera que me dé dinero está bien para mí", dijo su otro colega mientras los tres iban a sus secciones.

Karl se sentó y vio a Víctor agitando la cabeza por la decisión de Su Chin. Su colega asiático era tranquilo y sereno, y el cabello negro estaba bien arreglado, dando la impresión de ser alguien estudioso.

A diferencia de él y Víctor, que parecían un par de años mayores, Su Chin seguía pareciendo joven.

"Por favor. ¿No sienten que están para algo más que simplemente estudiar, recibirnos y trabajar?", cuestionó Víctor, y mirando a Su Chin, preguntó: "¿No quieres hacer algo más que meterte en una carrera para ganar dinero? ¿No quieres hacer algo grande?"

Su Chin se quedó en silencio al verse afectado por la pregunta, y Víctor se giró hacia él.

"¿No quieres lograr algo más, Karl? Algo más que heredar la empresa de tu madre, algo más alto que simplemente ser un médico", preguntó Víctor, y chasqueando la lengua al ver su indiferencia, reveló: "¡Nos estamos estancando! ¡Podemos lograr más que esto!"

Ambición en su forma más pura.

Karl siempre supo que Víctor era ambicioso. Su amigo, a diferencia de él, no venía de una familia rica y provenía de un país de Sudamérica. A pesar de enfrentar múltiples obstáculos, logró obtener una beca para la prestigiosa secundaria a la que asistieron.

Víctor terminó con el tercer promedio más alto, cuando sus mayores capacidades eran físicas, llegando al punto en que varios equipos de fútbol quisieron reclutarlo, pero él rechazó todas las ofertas.

"¿Cómo que...?" preguntó Su Chin, levantando la cabeza y señalando. "Tienes todas las oportunidades, pero las has ignorado."

La ambición era insaciable, y Víctor era ambicioso, y aunque no lo pareciera, Su Chin también lo era, pero en otras áreas. Su Chin no había alcanzado el promedio más alto simplemente por ser inteligente, sino por su ambición y competitividad.

"Es mejor que volvamos al hotel y descansemos. Mañana podemos decidir", dijo Karl al darse cuenta de que ambos estaban tensos.

A él no le interesaba qué elegir. Terminaría cualquier carrera que eligiera y probablemente llegaría a lo más alto que pudiera antes de dejarlo, pero no trataría de competir.

Por esa razón, se graduó con el segundo mejor promedio sin tratar de competir por el primer lugar.

Víctor y Su Chin suspiraron, asintieron y los tres se levantaron. Luego de pagar, salieron por la entrada y al notar la calle, vieron a algunos transeúntes.

"¿Es Halloween o estoy muy ebrio?" preguntó Víctor, y cuando los dos se giraron para ver a dónde apuntaba su amigo, notaron cómo el espacio se distorsionaba en un callejón y una criatura salía.

La criatura media un metro, tenía piel roja y cuernos, mientras que los colmillos eran grotescos. Karl pensó en los demonios que se veían en los juegos y...

"¡HAA!"

La criatura saltó hacia un par de mujeres que la estaban viendo antes y les atravesó la cabeza con un hacha.

Luego, otras criaturas similares comenzaron a aparecer, mientras el cielo se tornaba rojo y Karl reaccionó tomando a sus dos amigos para meterlos al bar.

"HAAA..."

"Corran..."

Los gritos sonaron desde afuera y Su Chin vomitó en una esquina, pero los clientes se levantaron asustados.

"¿Qué sucede?"

"¿Qué es lo que ocurre?"

Las preguntas llegaron, pero Karl le dio una mirada a Víctor, quien tenía una expresión seria. Ambos habían ido de intercambio a una escuela militar en Arabia, y si bien no estuvieron mucho tiempo, fue suficiente para moldear cierta resistencia ante las eventualidades.

Y ahora ambos sabían que tenían que ocultarse de algún modo y sobrevivir... A sea lo que fuera a lo que se enfrentaran.

******

En un espacio donde el fuego era ilimitado, se encontraba una proyección dividida en múltiples paneles que mostraban la invasión de múltiples planetas dentro de un universo.

Había planetas con goblins, razas extrañas y un planeta donde existía un árbol gigante, pero entre todos los planetas que la entidad observaba, uno destacaba entre ellos.

La razón no era que los dioses de ese mundo trataran de oponer resistencia o que terminaran muriendo, sino las vidas de esos mortales y la destrucción causada por esos humanos.

Las pantallas cambiaron y mostraron diferentes mortales luchando por sus vidas y su supervivencia, y la entidad que estaba oculta detrás de ese fuego insondable observó cada escena.

"Su Majestad", el espacio se distorsionó y un demonio de cuatro brazos apareció, revelando una brillante sonrisa. "Espero que disfrute del espectáculo."

Aburrimiento. Las invasiones de miles de planetas fueron realizadas por aburrimiento y por el deleite de un único ser que se aburría de su existencia.

La Emperatriz del Infierno, la Primordial del Caos y la Destrucción, al igual que innumerables veces antes, se aburrió y su autonombrado adorador número uno quiso ayudarla.

Salveroth, el Dios de la Ira y la Locura y Gobernante del Séptimo Infierno, sonrió de manera brillante.

"Disfrute del espectáculo, Su Majestad", dijo el demonio antes de desaparecer.

En la ciudad del planeta que ella observaba, vio cómo una mano gigantesca entraba por una grieta y arrancaba un hacha, destruyendo la ciudad y sus alrededores sin dejar a nadie a la vista.

Dicha mano fue presenciada por los seres mortales de todo el planeta y el miedo se extendió sin fronteras. Ella, que observaba a cada mortal, se detuvo.

"Oh..."

Una pequeña y delicada exclamación se extendió, y el fuego se detuvo cuando en una de las proyecciones un hombre asesinaba a varios sobrevivientes para usar sus cadáveres y ganar tiempo con los demonios ávidos de carne.

No era la primera vez que ella veía a un humano tan indiferente, pero este era especial. Al leer los pensamientos de él, ella no sintió el miedo ni asco que los mortales solían tener al matar, ni ninguna emoción. Y cuando él vio la mano gigantesca atravesando la realidad de su pequeño mundo, él no sintió miedo, sino emoción.

Emoción por algo nuevo que entraba en su vida. Y ella, al observar, sonrió por primera vez, interesada en saber qué haría ese hombre cuando se enterará de que su familia había sido asesinada.

La historia sobre esta línea de tiempos eran de cuatro capítulos. Un pequeño “What if”.

Evil_Warlordcreators' thoughts
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