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Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 91: La base.

Un grupo de sacerdotes camino por el campamento temporal en donde se encontraban los refugiados que venían del extranjero.

El proceso de organizar a los refugiados se dividía en dos etapas cuando finalmente llegaban.

La primera se trataba de la etapa previa a darle la ciudadanía.

Dándole cabañas para que pudieran quedarse de forma temporal, se les pedía sus datos para que fueran registrados en el sistema de la ciudad y luego se encargaban de sus historiales.

De que eran capaces, cuáles eran sus fortalezas y debilidades, mientras se analizaba el potencial de cada refugiado.

Sonaba extremadamente frío, pero este sistema buscaba registrar todo de sus ciudadanos para de esa forma, ofrecerle trabajos que se ajustaran a sus necesidades y capacidades, para de esa forma ofrecerles 'planes' diferentes.

Aquellos que tenían potencial para convertirse en soldado, debido al sueldo que podrían ganar en el ejército, tenían planes más variados en cuanto a las casas, permitiendo residencias de mayor tamaño.

Mientras que otros tenían opciones más accesibles al futuro con residencias acorde su situación económica y sus capacidades.

Sin embargo, incluso la situación más precaria, tenía una residencia mayor de las que podían obtener en otro lugar.

Ya sea un departamento para una persona en la ciudad, una pequeña casa en los suburbios o casas de mayor tamaño en otras zonas.

En este momento previo, también se encargaban del diagnóstico médico y el tratamiento que era concedido de forma gratuita.

Xaali que estaba en el grupo de las sacerdotisas, entendía mejor que nadie que el tratamiento para las personas enfermas eran excelentes y el apoyo, constante.

Ahora ella que seguía al grupo de sacerdotes y a la Cardenal Brousseau, no podía evitar observar a los refugiados que estaban en este lugar.

Si alguien escuchaba de este sistema previo que la ciudad utilizaba pensaría que todo se trataba de la inversión que la ciudad ponía en los refugiados capaces, pero no era de esa forma.

Lo que se buscaba era darle un lugar a cada refugiado y principalmente lo que cada refugiado deseaba… Un trabajo.

En este continente abandonado por todos, la gente sabía que necesitaban trabajar para sobrevivir.

Ya sea si vinieron de un pequeño pueblo, de una ciudad de algún señor de la guerra o de otro lugar, el trabajo se había convertido en una parte fundamental de sus vidas.

El deseo de tener un trabajo iba desde los ancianos cuyas edades eran elevadas hasta los niños más jóvenes… Así de dura era la vida fuera de las murallas de la ciudad.

"Pronto este lugar será desocupado y gran parte de los refugiados recibirán sus viviendas." Informó una sacerdotisa a la Cardenal Brousseau.

Esta primera etapa se registraba y organizaba todo, dando opciones a los refugiados, para luego ir a la segunda etapa.

El momento en que los refugiados se convertían en ciudadanos, obteniendo una residencia acorde a sus necesidades y si era posible un trabajo o un plan social que cubriera sus necesidades de forma temporal.

"Eso es bueno. Pronto vendrán más refugiados y es necesario acelerar el proceso de recibimiento." Respondió la Cardenal Brousseau y luego dio una mirada a un anciano que estaba en el grupo.

Era el único hombre en el grupo de sacerdotisas y él había estado frunciendo el ceño desde que entró a este lugar.

"¿Y Cardenal Egner dirá lo que desea decir o se quedará en silencio siguiéndome como un niño?" Cuestionó la Cardenal Brousseau con cierta mirada indiferente.

"¿No cree que esto se está yendo de las manos?" Preguntó el Cardenal Egner y con un tono serio, declaró. "Entiendo que este continente necesita una fuente de luz para alejar a los dioses malignos, aun así, lo que se está haciendo aquí está causando cuestionamientos."

Una fuente de luz… Estaba siguiendo lo que había mencionado la Luz de Plata cuando dio su conferencia.

África necesitaba un lugar seguro para que las personas pudieran resguardarse, con el objetivo de que no fueran atraídos por la oscuridad que representaba los dioses malignos.

"Dígame esos 'cuestionamientos', Cardenal Egner." Pidió la Cardenal Brousseau al detenerse.

Estaban en medio de las calles y la gente tenía tantas cosas que hacer, que prácticamente su grupo era ignorado.

"Algunos cardenales creen que lo que se está construyendo aquí es una utopía, que llevara a la ruina a la iglesia." Reveló el Cardenal Egner y dando una mirada directa, señaló. "El cambio de presupuesto es la principal razón. Se puede apoyar a la ciudad en este estado, pero si el número de refugiados aumenta, llegará un punto que será imposible mantener los mismos beneficios a los refugiados. Entiendo que la Empresa Apicius esté trabajando, pero usted mejor que nadie sabe cuánto dinero gastamos aquí."

Una utopía.

Esta ciudad era una utopía, un proyecto tan ideal y tan agradable que ante los ojos de la mayoría era improbable que se completara.

La organización de la ciudad era un ejemplo claro de los beneficios que se daba a los refugiados, tratando de buscar que cada persona tuviera un lugar para sí mismo.

Una casa, un trabajo y una nueva oportunidad para la vida.

Era demasiado ideal… Y ese ideal estaba costando demasiado.

Xaali era una simple sacerdotisa, pero solo se necesitaba mirar los suministros que eran traídos cada día por el portal bajo la iglesia, para darse cuenta de que se estaba gastando demasiado dinero.

"Llegara un momento, que ni la iglesia, ni la Empresa Apicius podrá soportarlo y esta última cuando no vea ganancias, se retirara, dejándonos un peso que no podremos cargar." Añadió el Cardenal Egner.

Hace una semana se esperaban doscientos mil ciudadanos a fin de mes, pero en este momento apenas estaban a mitad de mes y habían alcanzado ese número.

Ese logro fue gracias al nuevo sistema administrativo que gestionaba con mayor velocidad algunos asuntos y a la vez, la mejora en eficacia de las construcciones.

¿Cuántas personas llegarían el próximo mes? ¿Y el próximo? ¿O el próximo a ese?

Lo que estaba claro era que Zerzura desde este punto iba a recibir cada vez una mayor cantidad de refugiados.

La Empresa Apicius era el principal apoyo económico de la ciudad, pero si las cosas seguían en perdidas, tal vez era posible que terminara en bancarrota como los rumores decían o al menos, lo suficiente endeudada como para retirarse.

"¿Y?" Cuestionó la Cardenal Brousseau instándolo a seguir.

"Y todos creen que es una locura de Agatha más que la voluntad de nuestro dios." Murmuró el Cardenal Egner.

La Cardenal Brousseau al escuchar ese murmullo se rio a carcajadas como si hubiera escuchado lo más divertido de su vida.

Xaali solo había visto a la Luz de Plata desde la distancia cuando iba a la iglesia, pero si algo demostró esa mujer era que tenía el respeto de toda la iglesia.

"¿Qué tanto miedo le tienen? ¿Por qué no fueron a decirle a ella? Digo, podían quejarse de cambiar los presupuestos a esa mujer. ¿No fue ella quien literalmente paso por las autoridades de todos ustedes para cambiar el presupuesto que nos es otorgado?" Cuestionó la Cardenal Brousseau logrando que el otro hombre se encorvara más de lo que estaba y dando un largo suspiro, añadió. "Y yo también me he preguntado si esto es voluntad de nuestro señor."

Las sacerdotisas que estaban presentes bajaron las cabezas como si quisieran pasar desapercibido esta discusión, pero Xaali mantuvo su mirada en esa mujer.

La Cardenal Brousseau no mostraba dudas, sino que una sensación de reminiscencia al preguntar sobre qué era lo que la iglesia estaba haciendo aquí.

Xaali que estuvo relacionado con antiguos paladines y sacerdotes, sabía que ellos fueron enviados por la Luz de Plata quien dio la orden de venir aquí y apoyar a su hija… Esa era la verdad.

Y era imposible que esas palabras no llegaran a otros escalones de la iglesia, no obstante, en vez de ir a quejarse con esa mujer, vinieron a la Cardenal Brousseau.

"¿Y cuál es la respuesta que ha obtenido?" Preguntó el Cardenal Egner con ojos brillantes.

Estaba intrigado de forma honesta, esperando que era lo que decía una cardenal en superior categoría que él.

Resultaba imposible no estar atento y curiosa sobre esas palabras y Xaali mantuvo su mirada al igual que las sacerdotisas prestaron sus oídos.

"Que lo que estamos haciendo aquí es aprobado por nuestro señor." Respondió la Cardenal Brousseau y mirando al cardenal, declaró. "Desconozco el objetivo y la razón… Incluso a veces creo que no hay razón, pero al final estoy segura… Esto es algo que quiere en alguna medida."

¿Cómo era posible entender la razón de una existencia divina como lo era el Dios del Tiempo y el Espacio?

A veces no importaba cuánto uno rezará, nunca recibirá respuesta y 'creer' en ese dios, era todo un desafío.

Sin embargo, la Cardenal Brousseau estaba mostrando una sonrisa llena de confianza ante su propia creencia.

No se trataba de que la ciudad era algo que ese Dios 'veía', era algo que aprobaba o deseaba en alguna medida y por más pequeña que fuera, cambiaba todo.

"Y la razón por la cual creo eso, está aquí presente." Dijo la Cardenal Brousseau y dirigiendo las miradas a las sacerdotisas se detuvo en Xaali y pidió. "Revela su pedido."

El pedido… Esa voz que le hablo justo en el ataque interno a la ciudad.

"Me pidió que ayudara en su lugar." Reveló Xaali logrando que el Cardenal Egner lo mirara con los ojos abiertos.

No explicó que había sentido emociones en esa voz… La duda que había trasmitido y que incluso ahora la dejaba a ella pensando.

¿Por qué un Dios que veía el futuro dudaba de si ayudar en ese momento era lo correcto?

Le había revelado ese sentimiento a la Cardenal Brousseau y a la Luz de Plata, pero aquí estuvo claro que no era necesario.

"Entonces…"

"Sí, puedo controlar los poderes del tiempo y el espacio. Aunque necesito mucho tiempo para controlarlo de forma perfecta y definir mi 'rango'." Reveló Xaali de forma honesta.

Su alma estaba siendo curada y por otra parte estos poderes era algo que nunca había tenido y le resultaba complicado controlarlo.

Por eso le era difícil definir su rango, aun así, ella misma sabía que en este momento el Dios del Tiempo y el Espacio respondería todas sus plegarias.

"¡Eso es genial!" Exclamó el Cardenal Egner con una gran sonrisa animada.

Estaba sorprendido, pero sobre todo estaba emocionado y a la vez muy contento de que en realidad hubiera una 'razón' o al menos una aprobación de su dios.

La razón era simple, incluso el proyecto más utópico e ideal podía ser llevado a cabo por un dios y más un Primordial.

"Y no te preocupes por el gasto monetario. Incluso cuando nuestro presupuesto ha aumentado, la iglesia a nivel internacional se mantendrá como ha estado desde siempre." Explicó la Cardenal Brousseau y viendo que el Cardenal Egner no entendía, añadió. "La Empresa Cosmos me ha informado que aumentara sus donaciones a la ciudad. Lo suficiente como para soportar la carga de lo que se viene."

La expresión del Cardenal Egner brillo y ese hombre no pudo evitar dar una sonrisa.

"Siempre te encargas de darnos seguridad, Fiona." Dijo el Cardenal Egner con una sonrisa amistosa.

"Y tú te encargarás de darle seguridad a los otros cardenales." Respondió la Cardenal Brousseau y con un tono simple, añadió. "Ahora si me disculpas, necesito abrir y organizar varios orfanatos para la ciudad."

Junto a esas palabras la Cardenal Brousseau se despidió y empezó a caminar a su destino, haciendo que todas las sacerdotisas junto a Xaali la siguieran.

No estaban en esta zona para explorar, estaban por encargarse de abrir varios orfanatos.

El daño en la ciudad Niamey fue notable y muchas personas murieron, pero a la vez muchos quedaron vivos y pudieron huir.

Entre ellos estaban muchos jóvenes y niños que perdieron sus padres y tutores.

La iglesia que tenía orfanatos por todo el mundo organizados bajo su estricto cuidado y ahora se estaban creando varios en la Ciudad Zerzura.

No solo necesitaba gente que los organizara, se encargara de los jóvenes y le brindara el cuidado que necesitaban, también necesitaban encargarse de esos jóvenes y darle la atención que requerían.

Por eso la estaban acompañando varias sacerdotisas que eran buenas tratando jóvenes y niños, mientras que Xaali la seguía porque en este momento estaba siendo educada.

Después de todo, aunque ella no lo deseara, entablar una conversación con el Dios del Tiempo y el Espacio y recibir los poderes de ese dios, hizo que ella se convirtiera en alguien importante.

Y como cualquier persona importante necesitaba estar a la altura de sus nuevas responsabilidades.

******

En una gran sala de entrenamiento dos gorilas atacaron a una enorme criatura de piel negra.

César saltó realizando un puñetazo que llevaba llamas y por su parte, Rupert liberó un puñetazo de relámpagos.

La criatura negra que era dirigida por Alice, atrapó el brazo de Rupert y cuando la masa oscura empezó a ser carcomida por los relámpagos, lo lanzó en contra de César.

Ese gran gorila en vez de atrapar a su amigo, lo esquivo en el aire y aterrizando cerca de una pierna, le dio varios golpes.

*BOOM*

Un solo puñetazo liberó una explosión de fuego que destrozó y quemó de la pierna, pero Alice sin sentir absolutamente nada le dio un mantazo.

"¡GRAA!"

César lo soportó y fue arrastrado por la fuerza, pero eso fue todo.

Alice que estaba en el interior de su forma de guerrero hizo que los brazos de la criatura negra obtuvieran más músculos y cuando estuvo por darle un puñetazo a ese gorila, Rupert saltó a su espalda y empezó a golpear su cabeza.

Era gracioso para ella, ya que todos atacaban a la cabeza creyendo que esa era una debilidad y la razón de que atacaran a ese lugar, era que ella le dio forma a la cabeza de su forma de guerrero.

"Ese fue un mal movimiento." Murmuró Alice haciendo que la espalda en donde estaba afirmado Rupert se volviera gelatinoso y lo empezara a tragar.

Destacó que Rupert estuviera usando una capa de relámpago para evitar que la masa negra lo tocara directamente.

Sabía que ella lo podría devorar una vez atrapado.

"¡GRAAA!"

Mientras estaba sintiendo como Rupert trataba de evitar hundirse en la masa negra, César soltó un rugido y cargó hacia él.

Alice que estaba dando vuelta uno de sus brazos negros de una forma que un humano no podía, frunció el ceño al ver a donde estaba atacando César.

*BOOM*

Ese gorila soltó un poderoso puñetazo destructivo al pecho de la forma de guerrero con la idea de que la dañaría de alguna forma a ella.

La masa negra que conformaba el pecho fue destrozada y Alice que estaba en el interior manejando directamente la forma del guerrero, vio el agujero y frunció el ceño al ver que César estaba contento.

"¿Qué mierda fue ese ataque?" Cuestionó Alice frunciendo el ceño.

Fue fuerte y al lugar indicado para dañarla, pero en este momento César no debía pensar en lastimarla, lo que debía pensar era en salvar a su compañero que estaba hundiéndose en la espalda de la forma de guerrero.

Debió haber atacado al cuello de la forma de guerrero para de esa forma generar una explosión que pudiera liberar a Rupert o darle una pequeña oportunidad para escapar.

Tomando a Rupert de su cabeza utilizando su forma de guerrero, lo lanzó a donde César estaba y ese gorila tras rodar en el suelo se levantó.

Alice hizo que la forma de guerrero se derritiera y al caer al suelo le dio una mirada al dúo.

"¿Sucedió algo?" Preguntó César con curiosidad.

"Saben que son un equipo, ¿no?" Preguntó Alice y al ver que ambos asentían, cuestionó. "¿Y entonces por qué lo dejaste morir?"

Solo necesitaba unos segundos para devorar el cuerpo de rango A como Rupert y si deseaba asesinarlo, solo necesitaba empalarlo en lanzas.

Para ella una vez que César atacó a su pecho en vez de a su cuello para liberar a su compañero, Rupert estuvo muerto.

"¿No estuvo bien?" Dudó Rupert y rascándose su mejilla, comentó. "César pudo golpearte."

Ahora ese 'muerto' estaba de acuerdo con ese accionar.

Dando una mirada atenta a ese joven gorila, cuyo tamaño era menor que su compañero, Alice se dio cuenta.

Los gorilas eran esa clase de bestias mágicas que, si tenían que sacrificarse por sus compañeros lo hacían y ella respetaba esa determinación, pero esta vez no tenía sentido.

"Está bien luchar a muerte por alguien que consideres un compañero, pero morir debe ser el último pensamiento." Dijo Alice con un tono simple.

A ella no le importaría luchar por su hermana, pero morir por ella, era su último pensamiento.

La razón era bastante simple…

"Si lo dejas solo por una estupidez, tu compañero también morirá." Declaró Alice como si fuera evidente.

Necesitaba estar al lado de su compañero para protegerlo y si moría, significaba que lo dejaba solo enfrentando todos los peligros.

Esa no era la idea.

Viendo que ambos gorilas no lo entendieron, Alice sacó varios brazos de su espalda y sintiendo como la oscuridad se filtraba por debajo de sus mangas, hizo que rodeara sus manos para luego crear garras.

Dando una mirada empezó a avanzar y esos gorilas al darse cuenta de que estaba atacando, entraron en formación.

César mostraba mayor seriedad, pero Rupert estaba dudoso como si creyera que ella era menos peligrosa utilizando su cuerpo principal.

"Eh…"

Su velocidad aumentó al correr e ignorando la sorpresa de Rupert, ella avanzó a César que empezó a cargar hacia ella.

La velocidad de su cuerpo en esta forma era bastante rápida y no le tomó demasiado tiempo chocar con César.

*BOOM*

Ese gorila realizó un puñetazo liberando una onda de fuego, pero ella simplemente fue más rápida y esquivó el ataque, pudiendo llegar al costado de ese gran gorila.

"Grhh… Gahh… Ughh…"

Con sus garras le cortó el estómago de forma superficial y cuando César intentó retroceder, le cortó el hombro con un brazo y con el otro tomó su pata, tirándolo al suelo.

En ese momento sintió que Rupert estaba atacando a su espalda tratando de salvar a su compañero y Alice transformó un brazo en un escudo negro que protegió su espalda.

*BOOM*

Los relámpagos se extendieron para cubrirla y ella en vez de preocuparse por ser herida, hizo que las puntas de sus garras se extendieran como lanzas cortando a César que trataba de retirarse.

Hombros, brazos, piernas y torso cada lanza solo cortó de forma ligera, cambiando sus direcciones en último momento evitando que fuera atravesado.

*BOOM*

A su espalda Rupert liberó otra onda de relámpago y luego trató de retroceder, pero los brazos que salieron desde el escudo, atraparon sus piernas y lo tiraron al suelo.

Convirtió un brazo, en un escudo y luego desde ese escudo sacó brazos… Para Alice no fue tan difícil manipular la masa de oscuridad.

"Te hubieras retirado en el primer golpe." Dijo Alice y sin esperar respuesta, reforzó su agarre en las patas de ese gorila y lo lanzó en contra de la pared.

*BOOM*

"Guahh…"

Lo hizo de forma brusca para que le doliera… De esa única forma se podía grabar el miedo y los instintos de batalla.

"Son un equipo. Deben luchar juntos con el objetivo de subyugar su oponente, pero con la idea de mantenerse vivo a sí mismo y a su compañero." Reveló Alice y mirando a César que estaba inmóvil, enfatizó. "Dejaste morir a tu compañero."

Viendo que César estaba en silencio, entendiendo lo que ella trataba de trasmitir, dio una mirada a Rupert que estaba gruñendo de dolor.

En el corto intercambio anterior decidió atacar buscando dañarla y dejo morir a su compañero.

"No está mal luchar por lo que quieres proteger. Sin embargo, no puedes morir hasta que des todo lo que tienes." Dijo Alice y notando que Rupert la miraba, explicó. "Cuando luchas con un enemigo más fuerte, deben cooperar y coordinarse. Si uno de ustedes cae primero, significa que el otro morirá."

Antes Rupert mencionó que al menos su 'muerte' le permitió que César la golpeara, pero eso fue todo.

No fue una victoria, solo fue un pequeño logro que, ante sus ojos, no tenía sentido y eso le molestaba.

"Lo siento." Dijo César e ignorando la mirada algo extraña de Rupert al verla molesta, especificó. "Deberíamos haber entendido que tratabas de enseñarnos a trabajar en equipo."

"Ohh…"

Rupert dejo salir una exclamación dándose cuenta de la razón por la cual estaban entrenando de esa forma.

Alice agitó su cabeza decepcionada.

¿Por qué de otra forma estaban luchando tan a la ligera? Si quisiera luchar con ellos, le hubiera dado una paliza que causara el mayor dolor y conmoción posible, para luego repetirlo de nuevo.

Pulir sus instintos con dolor, miedo y llevar su mente al extremo para que de esa forma no solo obtuviera una experiencia similar al combate real, sino que también obtuviera los beneficios de una lucha real.

Sin embargo, lo que deseaba enseñarle ahora era la cooperación y primero requería que ambos trabajaran en equipo con un enemigo que al menos tuvieran la oportunidad de ganar y por tal razón disminuyó la intensidad.

Ahora se dio cuenta de que César era alguien que saltaría al combate pensando solo en la victoria y Rupert, era un idiota que no le importaría tomarse a sí mismo como carne de cañón para darle la victoria a su compañero.

Excepto que, si luchaban con un enemigo más fuerte, si no lograban detenerlo juntos, era imposible que lo hiciera cuando solo quedara uno de ellos.

"No me hagan pensar que desperdicio mi tiempo con ustedes." Murmuró Alice abriendo una bolsa de papitas.

Si fuera sincera no tenía demasiadas cosas que hacer en lo personal, excepto leer algunos libros y comer comida deliciosa, no obstante, si veía entrenarlo como una pérdida de tiempo, entonces lo dejaría de inmediato.

Ambos asintieron con una seriedad que le dio algo de calma y cuando ella estuvo por comer un par de papitas, Rupert levantó su mano.

"Creo que un hueso se rompió y atravesó algo que no debía… ¿Puedo utilizar un pergamino?" Preguntó Rupert con cierta mirada de dolor que trataba de ocultar.

Al ver a ese gorila dudoso sin querer molestarla al preguntar, Alice se dio cuenta… Eran jóvenes, que estaban al nivel de ser adolescentes humanos.

¿No le estaba exigiendo demasiado? Esa pregunta vino a ella cuando le hizo una señal a César y a Rupert para que se curaran sus heridas.

La respuesta vino de inmediato.

Tenían potencial en bruto que no venía de sus capacidades o su avance a tan joven edad, sino que se trataba de su determinación.

Por más que no le gustara que Rupert pareciera querer proteger a su compañero de combate por arriba de su vida, era algo que no muchos podían hacer y llevaba una gran determinación.

Similar o incluso mayor que la determinación de César para enfrentarla de forma feroz en sus entrenamientos, sabiendo que podía salir gravemente herido o morir.

Y en este mundo, la determinación era la base para el ascenso.

Después de todo, si alguien no estaba determinado era posible que no llegara muy lejos.

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