webnovel

EL LABERINTO MÁGICO SECCIÓN 14 - Juego triangular: Carroll a Alice a Computadora (54)

Juego triangular: Carroll a Alice a Computadora (54)

Regresaron al laboratorio. Loga se sentó ante una computadora y trabajó furiosamente. Al cabo de poco tiempo, todas las cámaras en la Torre estaban operando. Dos segundos más tarde, la pantalla ante él mostró una imagen.

Burton lanzó un silbido.

¡Frato Fenikso! ¡Hermann Goering!

Estaba sentado ante una mesa, comiendo lo que le había proporcionado una caja- cilindro. Por su extrema delgadez y las grandes marcas negras bajo sus hundidos ojos, necesitaba más que una comida.

No puedo comprender cómo nos alcanzó tan rápidamente dijo Loga.

La computadora informa no ver a nadie más, pero puede que en este momento estén fuera del radio de acción de las cámaras. Y si son agentes, uno de ellos puede poseer el código. Monat pudo habérselo facilitado en el Valle.

¿Por qué no se lo preguntamos a Goering? dijo Burton.

Por supuesto. Primero, sin embargo, le preguntaré a la computadora dónde está. Loga leyó las instrucciones, y subieron a sus sillones y salieron de la habitación. Diez

minutos más tarde, estaban fuera del laboratorio de abajo, en el corredor junto al escondite de Loga. Posaron silenciosamente sus sillones y entraron a pie. Aunque Goering no iba armado, no podían estar seguros de no encontrar a otros con él.

Burton gritó:

¡Achtung!

Se echó a reír fuertemente cuando Goering dio un salto, la comida brotó a chorro de su boca, sus brazos aletearon, su silla cayó hacia atrás. Gris y tembloroso, se dio la vuelta, los ojos desorbitados. Pareció intentar decir algo, y luego su rostro enrojeció y se llevó las manos a la garganta.

¡Dios mío! ¡Se está ahogando! dijo Alice. j Goering estaba azul y se había derrumbado de rodillas cuando Burton le golpeó fuertemente en la espalda y le hizo expulsar la comida que se le había atravesado en la garganta.

Eso no ha sido en absoluto divertido, Richard dijo Alice. Deja de reírte. Hubieras podido matarlo. Burton se secó las lágrimas y dijo:

Lo siento, Goering. Creo que simplemente deseaba hacerte pagar un poco por algunas de las cosas que me hiciste.

Goering tragó ávidamente agua del vaso que le tendía Aphra Behn.

Sí, supongo que no puedo culparte.

Pareces casi muerto de hambre dijo Nur. No deberías comer tan aprisa. Demasiada comida engullida demasiado rápidamente después de no comer durante mucho tiempo puede matarte.

No estoy tan muerto de hambre. Y creo que he perdido mi apetito. Miró a su alrededor.

¿Dónde están los demás?

Muertos.

Quiera Dios tener piedad de sus almas.

No la tendrá a menos que hagamos algo rápido.

¡Goering! dijo Loga secamente. ¿Viniste solo? Goering le miró de una forma extraña.

Sí.

¿Cuánto tiempo llevas aquí?

Aproximadamente una hora.

¿Había alguien más que viniera cerca detrás de ti cuando estabas en las montañas?

No. Al menos, no vi a nadie.

¿Cómo llegaste tan rápido hasta aquí?

Goering y otros virolandeses habían buceado hasta el casco del No Se Alquila antes que se deslizara de la cornisa hasta el fondo del abismo. Habían sacado algunas secciones del batacitor y lo habían montado de nuevo en un barco de madera. También habían extraído dos pequeños motores eléctricos, una hélice de repuesto de la lancha pequeña, la Gascón, y otros artículos. Habían trabajado rápido, y cuatro hombres habían partido en el barco reconvertido dos semanas después de la marcha de la Prohibido Fijar Carteles.

Al contrario que el grupo de Burton, no se habían detenido para tomarse ningún día de descanso.

¿Dónde están tus compañeros? dijo Loga, aunque probablemente imaginaba cuál había sido su destino.

Dos abandonaron rápidamente y regresaron. Yo seguí con mi esposa, pero resbaló y se cayó en la cara de la montaña.

Hizo el signo circular, la bendición, tan utilizada por los de la Iglesia de la Segunda

Oportunidad.

Siéntate dijo Burton amablemente. Tenemos mucho que contarte.

Cuando hubo oído a Loga y Burton relatarle lo que había ocurrido, Goering se mostró horrorizado.

¿Todos esos wathans? ¿Y mi esposa entre ellos?

Sí, y ahora no sabemos qué hacer. Matar a la computadora de modo que no sean atrapados más wathans. O esperar que podamos pensar en alguna forma de contrarrestar su orden prioritaria.

No dijo Hermann. Hay una tercera posibilidad.

¿Cuál?

Dejadme intentar cambiar el módulo.

¿Estás loco?

No. Tengo una deuda que pagar.

Burton pensó en su recurrente sueño de Dios.

Debes la carne. Paga.

Si mueres, tu wathan quedará condenado.

Quizá no dijo Hermann tranquilamente. Puede que esté preparado para Seguir Adelante. No sé si lo estoy. Dios sabe que estoy lejos de ser un santo. Pero si puedo salvar a todas esas almas... todos esos wathans... entonces tendré toda la recompensa que necesito.

Nadie discutió con él.

Muy bien dijo Loga. Eres la persona más valiente con la que nunca me haya encontrado. Creo que has comprendido claramente que puede que tengas muy pocas posibilidades de éxito. Pero eso es lo que vamos a hacer.

Burton se sentía muy apenado de haberle gastado aquella pequeña broma al alemán. El hombre estaba arriesgando su alma, iba a enfrentarse al equivalente de la condenación, si fracasaba. Loga tenía razón. Goering era el hombre más valiente que nunca hubiera conocido. Puede que antes no lo fuera, pero ahora sí.

Loga decidió que regresarían al nivel superior para estar cerca de sus apartamentos. Por el camino, se detuvieron en un nivel para que Goering pudiera ver a los wathans enjaulados.

Durante unos minutos miró fijamente a las resplandecientes cosas que se expandían y contraían y giraban y saltaban, luego se dio la vuelta.

Es lo más hermoso, lo más maravilloso, lo más horrible que jamás haya visto.

Hizo de nuevo el signo circular, aunque Burton pensó que esta vez era más que una bendición. Captó insinuaciones de una plegaria por la salvación y por el mantenimiento de su determinación.

Cuando entraron en la sala de control, el Etico empezó inmediatamente a trabajar en la consola sobre la plataforma giratoria. Al cabo de cinco minutos, llevó a Goering a una especie de armario. Allí efectuó una serie de medidas por medio de rayos. Loga alimentó más datos a la computadora, terminando en una hora.

Aguardó unos segundos antes de pulsar otro botón.

Abandonó la plataforma y cojeó hacia un enorme convertidor de materia-energía. Los otros se apiñaron tras él. Abrió la puerta.

Las partes de una armadura estaban en el suelo. Loga las tomó y las sacó. Se las pusieron a Goering y, cuando hubieron terminado, parecía más un robot que un caballero con armadura. El añadido de un depósito a su espalda, su provisión de aire, lo hacía parecer a un astronauta.

Excepto la estrecha pero larga rendija de otro material en la parte frontal de su casco globular, el traje estaba hecho del metal gris. Aunque grueso, pesaba tan sólo cuatro kilos.

La rendija no es tan resistente como el metal dijo Loga. Y los rayos cortarán enteramente a través del metal si son aplicados a un mismo punto durante más de diez segundos. Así que no pares de moverte.

Goering comprobó la flexibilidad de las junturas de los hombros, muñecas, dedos, rodillas y tobillos. Le proporcionaban toda la movilidad que necesitaba. Corrió hacia un lado y hacia otro y saltó hacia adelante y de lado y hacia atrás. Luego practicó con el lanzarrayos hasta que captó todas sus capacidades.

Se quitó otra vez la armadura, y comió de nuevo.

Después de que Hermann se hubiera ido a su apartamento para dormir un poco, Loga tomó un sillón y se fue a un nivel por debajo del mar. Regresó al cabo de una hora en un submarino biplaza de investigación que flotaba en el aire.

No pensé en esto hasta hace un par de horas. Esto lo ayudará a pasar las primeras defensas. Pero deberá ir a pie después de eso. Las entradas no son lo suficientemente anchas como para permitir el paso del aparato.

Durante su ausencia, los otros habían estado atareados conectando lanzadores de rayos a los lados de los robots limpiadores en forma de ataúd y horadando los agujeros necesarios para pasar los cables. Loga instaló equipos de video y mecanismos disparadores. Luego programó cajas de navegación y las instaló.

Burton fue a despertar al alemán, pero lo encontró de rodillas rezando junto a la cama.

Deberías haber dormido dijo Burton.

Utilicé mi tiempo para algo mejor.

Regresaron a la sala de control, donde Hermann comió algo ligero antes de aprender el camino y la forma de operar el submarino. Loga le mostró como soltar el viejo módulo e insertar el nuevo. Este último era una pieza de metal gris del tamaño y forma de un naipe. Aunque contenía circuitos muy complejos, su superficie era lisa. Una esquina estaba marcada con una muesca en forma de V, indicando que aquel extremo tenía que ser insertado en el alojamiento del ensamblaje. El número de código estaba en bajorrelieve, y el naipe tenía que ser colocado con el código en la parte de arriba.

¿Qué puede ir mal con un módulo como este? dijo Frigate.

Nada dijo Loga. Si es insertado correctamente. Sospecho un error humano. Si la placa es colocada del revés, los circuitos funcionarán correctamente. Pero cada vez que haya una variación de voltaje, uno de los circuitos resultará ligeramente dañado. No hay muchas variaciones de tensión, pero tras un largo período de tiempo el daño será acumulativo. El error debería haber sido apreciado hace mucho tiempo... si los técnicos no hubieran estado muertos.

Colocó la placa dentro de un cubo metálico y lo unió a una de las piezas de la pierna de la armadura, justo encima de la rodilla.

Todo lo que tienes que hacer es pulsar este botón en el cubo, y el magnetismo quedará anulado. El cubo es lo suficientemente grueso como para resistir muchos disparos de los lanzadores de rayos.

Goering se revistió con toda la armadura excepto el casco globular. Loga vertió el vino amarillo en exquisitos vasos que trajo de su apartamento. Levantó el suyo muy alto y dijo:

Por tu éxito, Hermann Goering. Que el Creador esté contigo.

Con todos nosotros dijo Hermann. Bebieron, y el casco fue encajado. Goering trepó una corta escalerilla hasta la parte superior del submarino y se metió con una cierta

dificultad por la escotilla. Loga fue tras él y, asomándose por la abertura, repitió las instrucciones operativas. Luego cerró la escotilla.

Loga, como jefe de operaciones, ocupó la silla en la plataforma giratoria. Los otros se sentaron ante las consolas de control y empezaron a efectuar los ajustes que el Etico les había enseñado.

El primero de los pseudo ataúdes armados se elevó y se encaminó hacia la puerta. Era el de Burton. Tras él fue el de Alice, luego los demás. Avanzaron en fila india cruzando la salida y giraron a la derecha.

Cuando todos hubieron salido, el submarino se alzó del suelo y siguió a los robots.

El descenso hasta el primer nivel por debajo de la superficie del mar le tomó quince minutos. Detuvo a su robot ante una puerta cerrada sobre la cual había unas letras en altorrelieve. Burton activó los lanzadores de rayos, y la puerta fue cortada por un lado desde arriba hasta abajo. Movió su robot hacia un lado y cortó otra sección. Luego trasladó la máquina al centro, repitió la operación, y la sección cortada cayó hacia atrás.

Burton vio una gigantesca habitación llena de equipo. Lanzó su máquina hacia una puerta cerrada en la pared opuesta. Antes de llegar allí, secciones de la pared se deslizaron hacia atrás, y aparecieron las esferas terminales de lanzadores de rayos. Escupieron líneas escarlatas.

Burton movió los controles del panel de modo que su robot derivara hacia arriba y hacia la derecha. Lo mantuvo allí y pulsó el botón que activaba los disparadores. Líneas escarlatas partieron hacia los bordes de la pantalla, y tuvo la satisfacción de ver un globo estallar. Algunos fragmentos volaron hacia la pantalla pero no causaron ningún daño.

Unos segundos más tarde, la pantalla quedó vacía.

Una de las armas de la computadora había destruido la cámara en la parte superior del robot.

Burton maldijo, y desactivó los lanzadores de rayos. No había nada que pudiera hacer excepto observar. Pulsó el botón que conectaba su computadora con una de las cámaras de Loga. Instantáneamente, pudo ver desde una cámara situada en la pared encima de la puerta por donde habían entrado los robots. Su robot flotaba a tres metros sobre el suelo, su extremo frontal apuntado hacia los lanzadores de rayos en la otra pared. Los robots formaban un semicírculo de modo que no pudieran alcanzar con sus rayos a sus compañeros.

El último lanzador de rayos en la habitación estalló, y Burton cambió la visión de una cámara a la siguiente a medida que una habitación tras otra iban siendo conquistadas. El robot de Alice estaba fundido. La cámara del de de Marbot había sido destruida. El de Tai- Peng fue atravesado por tres rayos a la vez, y cayó al suelo cuando alguna de sus partes vitales se fundió.

Los otros fueron inmovilizándose uno tras otro hasta que sólo quedó el submarino. El aparato en forma de dirigible avanzó por encima de ellos, cruzando dos puertas, su grueso casco asaeteado por los rayos de la computadora.

El submarino llegó a una puerta lo suficientemente ancha como para permitirle el paso pero cruzada por los rayos de diez armas. Hermann lanzó su aparato a toda velocidad a través de ella y penetró en la siguiente estancia con una pequeña sección de la proa cortada y varios profundos orificios en el casco.

Frente a él, en la pared opuesta, había otra entrada. Era allí donde debía abandonar su aparato. Avanzó hacia ella a gran velocidad, la redujo a poca distancia de la puerta y, mientras líneas escarlatas fundían agujeros en el casco, saltó fuera. Inmediatamente, los lanzadores de rayos se desviaron hacia él.

Goering se dejó caer al suelo, escudado de la mitad de las armas por el aparato pero blanco de las otras. Se alzó lentamente y avanzó tambaleante a través de la entrada. Hileras de lanzarrayos giraron hacia él y lo siluetearon mientras corría hacia la otra puerta que conducía a la habitación de la válvula. Justo antes de llegar a ella, una puerta surgió

de su alojamiento y bloqueó la entrada. Ignorando los rayos, empezó a cortar la puerta. Hizo un angosto orificio, y se quitó el cubo que contenía la placa y lo lanzó ante él. Luego se arrastró por el agujero, su lanzador de rayos en la mano.

Burton y los demás podían oír su pesada respiración. Un grito de agonía.

¡Mi pierna!

¡Ya casi estás allí! exclamó Loga. Vapores purpúreos brotaron por el orificio.

Gases venenosos dijo Loga.

La pantalla cambió su visión a la habitación de la válvula. Era grande, y en la pared de la derecha (con relación a Hermann), un tubo metálico que se curvaba hacia abajo surgía de la pared a unos tres metros por encima del suelo. Cerca de él había una pequeña caja metálica sobre una mesa, de la cual surgían unos delgados cables hasta otra caja. La parte frontal de la caja tenía una serie de alojamientos donde encajaban los extremos de una serie de módulos.

Goering reptó hasta el cubo, y en aquel momento un centenar de lanzadores de rayos lanzaron su rabiosa energía contra su traje.

Su voz llegó a los espectadores.

No puedo más. Voy a desvanecerme.

¡Resiste, Goering! dijo Loga. ¡Un minuto más, y lo habrás conseguido!

Vieron la informe figura gris sujetar el cubo, darle la vuelta, y sacar la placa del módulo de él. Vieron a Hermann cogerla y arrastrarse hacia la caja de los módulos. Oyeron su grito y le vieron caer hacia adelante. El módulo se escapó de entre sus dedos y cayó a los pies de la mesa.

Las líneas escarlatas prosiguieron su fuego y no pararon hasta que su armadura quedó acribillada de agujeros.

Hubo un largo silencio.

Burton lanzó un profundo suspiro y desconectó su equipo. Los otros hicieron lo mismo. Burton se dirigió hacia la plataforma y se detuvo detrás de Loga. Su pantalla seguía aún conectada, pero ahora mostraba una figura pulsante multicoloreada, una forma globular con tentáculos que se extendían y se contraían.

Loga se inclinó hacia adelante, los codos apoyados contra el borde del panel, el rostro entre las manos.

¿Qué es esto? dijo Burton.

Supo que era la imagen de un wathan, pero no sabía por qué estaba en la pantalla. Loga retiró sus manos y miró a la pantalla.

Puse un rastreador de frecuencia en Goering.

¿Es él?

Sí.

¿Entonces no Siguió Adelante?

No. Está con los demás.

¿Qué hacemos ahora?

Aquella era la cuestión principal.

Loga deseaba matar a la computadora antes de que capturara más wathans, y luego duplicarla en su estadio predatos. Pero también esperaba sin esperanzas que alguien pensara en algo que pudiera resolver el problema antes de que los wathans fueran soltados. Se sentía mentalmente paralizado, y evidentemente no era capaz de hacer nada a menos que un impulso rompiera su tensión y pulsara el botón fatal.

Los demás estaban pensando intensamente. Plantearon sus especulaciones, sus cuestiones, a sus computadoras. Siempre había algún fallo en sus esquemas.

Burton se dirigió varias veces al nivel de abajo y se detuvo o caminó arriba y abajo durante horas mientras contemplaba el espléndido espectáculo de los girantes wathans.

¿Estaban sus padres entre ellos? ¿Ayesha? ¿Isabel? ¿Walter Scott, el nieto de Sir Walter

Scott el escritor, y un gran amigo suyo en la India? ¿El doctor Steinhaeuser? ¿George Sala? ¿Swinburne? ¿Su hermana y hermano? ¿Speke? ¿Su abuelo Baker, que le estafó una fortuna muriéndose justo antes de poder cambiar su testamento? ¿El sanguinario y cruel rey Gélélé de Dahomey, que no sabía que fuera sanguinario y cruel puesto que simplemente estaba haciendo lo que su sociedad requería de él? Lo cual no era una excusa aceptable.

Se fue a la cama agotado y deprimido. Había deseado hablar con Alice, pero ella parecía ensimismada, rumiando sus propios pensamientos. Ahora, sin embargo, no parecía estar sumida en una ensoñación que la apartara de la dolorosa o desagradable realidad. Obviamente estaba pensando en su dilema.

Finalmente, Burton se durmió. Se despertó al cabo de seis horas, si su reloj era correcto. Alice estaba inclinada sobre él a la débil luz.

¿Qué ocurre? dijo soñolientamente.

Nada. Espero. Acabo de volver de la sala de control.

¿Qué estabas haciendo ahí? Alice se tendió a su lado.

Simplemente no podía dormir. No dejaba de pensar en esto y en aquello, mis pensamientos eran tan numerosos como los wathans. Intenté fijar mi mente en la computadora, pero un millar de cosas los empujaban a un lado, me ocupaban por un breve tiempo, luego se deslizaban a un lado para ser reemplazadas por otras. Debí revivir toda mi vida, aquí y en la Tierra.

»Recuerdo haber pensado en el señor Dodgson antes de dormirme finalmente. Soñé mucho, todo tipo de sueños, algunos pocos buenos, algunos terribles. ¿No me has oído gritar una vez?

No.

Debías estar durmiendo profundamente. Me desperté temblando y sudando, pero no puedo recordar qué es lo que me horrorizó tanto.

Alice se había levantado a beber un poco de agua. Al regresar a la cama, tuvo de nuevo problemas en conciliar el sueño. Entre otras cosas, pensó en el reverendo Charles Lutwidge Dodgson y en los placeres de conocerle y en los dos libros que había escrito inspirado por ella. Debido a que los había leído muchas veces, no tenía ningún problema en visualizar los textos y las ilustraciones de Tenniel.

La primera escena que me vino a la memoria fue el Té Loco.

Sentados a la mesa estaban el Sombrerero, la Liebre Loca, y el Lirón. Sin haber sido invitada, Alice se sentó con ellos y, tras una alocada conversación, la Liebre Loca le pidió un poco de vino.

Alice miró a su alrededor en la mesa, pero no había nada en ella excepto té.

Realmente dijo Alice a Burton, eso no era cierto. También había leche y pan y mantequilla. La Alice del libro dijo:

No veo nada de vino.

No hay dijo la Liebre Loca.

Más tarde hubo un silencio mientras Alice estaba intentando resolver la adivinanza de en qué se parecía un cuervo a un escritorio. El silencio fue roto cuando el Sombrerero se volvió hacia Alice y le preguntó qué día del mes era. Había sacado su reloj de su bolsillo y lo había estado mirando intranquilo, sacudiéndolo y llevándoselo al oído.

Alice lo pensó un poco y luego dijo:

El cuatro.

La auténtica Alice dijo a Burton:

El señor Dodgson escribió esa fecha porque era mayo en el libro y el cuatro de mayo era mi cumpleaños. El Sombrerero suspiró y dijo:

¡Dos días de error! ¡Os dije que la mantequilla no serviría!

Era la mejor mantequilla respondió pacientemente la Liebre Loca. Burton se levantó de la cama y empezó a pasear arriba y abajo.

¿Tienes que entrar en esos detalles, Alice?

Sí. Es importante.

La siguiente escena que visualizó, o enfatizó, puesto que se había convertido en la Alice de siete años del libro, era la del capítulo de la Lana y el Agua de Al otro todo del espejo. Estaba habando con la Reina Blanca y la Reina Roja.

¿Puedes tú evitar llorar al considerar las cosas? dijo ella (Alice).

Así es como sucede dijo la Reina Blanca con gran decisión. Nadie puede hacer dos cosas a la vez, ya sabes.

¡Alice! dijo Burton. ¿Adonde quieres ir a parar con todas esas tonterías?

No son tonterías. Escucha.

En su sueño, Alice saltaba de la Reina Blanca a Humpty Dumpty, el hombre huevo.

Quizá porque Loga es tan gordo que me recuerda a Humpty Dumpty.

Ella, la Alice del libro, estaba hablando al enorme huevo antropomorfizado sentado junto a una pared. Estaban discutiendo acerca del significado de las palabras.

Cuando yo utilizo una palabra dijo Humpty Dumpty con una entonación más bien burlona, significa exactamente lo que yo he elegido que signifique... ni más ni menos.

La cuestión dijo Alice es si puedes hacer palabras que signifiquen varias cosas distintas.

La cuestión dijo Humpty Dumpty es quién debe ser el dueño... eso es todo. Entonces la auténtica Alice ¿pero era más real que la otra Alice?, se preguntó

Burton se trasladó a la escena donde la Reina Roja le preguntaba si podía hacer una

Sustracción.

Resta nueve de ocho dijo la Reina Roja.

Nueve de ocho. No puedo, ya lo sabes respondió muy rápidamente. Pero...

No puede hacer una Sustracción dijo la Reina Blanca a la Reina Roja. Luego se dirigió a Alice. ¿Puedes hacer una División? Divide una hogaza por un cuchillo... ¿cuál es la respuesta a eso?

¿Hubo más cosas?

No. No creo que significaran mucho. Eran simplemente recuerdos de algunos de mis pasajes favoritos.

Se durmió de nuevo. Y luego se despertó de pronto, los ojos muy abiertos. Creyó haber oído a alguien llamarla desde muy lejos.

Exactamente por encima del horizonte de mi mente. Sonaba como el señor Dodgson, pero no estaba segura. Estaba completamente despierta, el corazón latiéndole rápidamente. Saltó de la cama y se dirigió a la sala de control.

¿Por qué?

Se me ocurrió que había tres frases clave en la escena. La mejor mantequilla.

¿Quién debe ser el dueño? ¿Puedes hacer una división?

Burton suspiró.

Muy bien, Alice. Cuéntalo como crees que debes.

Ella se había sentado en la silla de Loga y había hecho los ajustes necesarios para comunicarse directamente con la computadora.

¿Te das cuenta de que vas a morir en dos días más o menos? le dijo.

Sí. Esta es una información redundante. No necesito ser informada.

Te fue ordenado por Monat no resucitar a nadie más hasta que él te diera la contraorden. ¿Qué forma toma esa contraorden?

Burton la interrumpió.

Loga ya le preguntó eso.

Sí. Lo sé. Pero no creí que hiciera ningún mal preguntarlo de nuevo.

¿Y la respuesta? Como antes, un silencio.

Alice le había dicho entonces que había una orden más importante incluso, y que esta había sido dada por Monat antes de la segunda orden.

¿De qué se trata? parpadeó la pantalla. He recibido muchas órdenes.

La primera directiva, la más esencial, es retener los wathans y unirlos a los cuerpos duplicados. Esa es la principal finalidad del proyecto. Si Monat hubiera podido prever lo que resultaría de su orden, no la hubiera dado.

La computadora no dijo nada. Alice dijo:

Ponme en comunicación con la sección que estaba utilizando Loga. Esa parte de la cual es dueño Loga.

Evidentemente, la computadora no tenía órdenes de negar la comunicación con esa parte. Hasta Alice, nadie había pensado siquiera en esa posibilidad.

¡Dios mío! dijo Burton. Y luego: ¿Qué ocurrió?

Le dije que se estaba muriendo. Respondió que ya lo sabía. En efecto, ¿y qué? Así que utilicé la argumentación que había utilizado para la parte dominante de ella.

Al final le dio la orden de que recobrara su anterior estado, que fuera de nuevo independiente.

¿La parte dominante no hizo nada durante este tiempo?

Nada. ¿Por qué debería? Como Loga dijo, es una brillante idiota.

¿Qué ocurrió entonces?

Le dije a la dominante que era su deber resucitar a Monat y confirmar o invalidar la orden de no resucitar a nadie hasta que recibiera la palabra código o lo que fuera.

¿Y?

La pantalla quedó vacía. Intenté una y otra vez conseguir que respondiera. En ansia en el rostro de Burton se esfumó.

¿Nada?

Nada.

¿Pero por qué cortaría la comunicación? Su deber es comunicar.

Espero dijo Alice lentamente que esto sea una muestra de una lucha interna. Que la parte dominada esté luchando con la dominante.

¡Eso es una estupidez! gritó Burton. Si lo que he aprendido acerca de computadoras es cierto, no puede ocurrir.

Olvidas que, en un cierto sentido, esta no es una computadora. No del tipo convencional, al menos. Está hecha de proteínas, y es tan compleja como el cerebro humano.

Tenemos que despertar a Loga dijo Burton. Supongo que no resultará nada de todo esto, pero él es el único que puede manejarlo.

El Etico se despertó por completo. Escuchó a Alice sin hacer preguntas, luego dijo:

No puede haber ninguna lucha. La orden de Monat debió alcanzar tanto a la parte dominada como a la otra.

Eso depende de cuándo fue dada la orden dijo ella. Si los circuitos para la dominación fueron insertados más tarde, entonces la parte dominada no pudo haberla recibido.

Pero la dominante tuvo que transmitírsela a la parte esquizofrénica.

¡Quizá no! dijo Alice.

Si ocurrió así, y no creo que haya la más remota posibilidad de ello, entonces Monat debería haber sido resucitado.

Pero yo di esa orden a la dominante. Loga dejó de fruncir el ceño.

¡Está bien! Si esa es la única forma de salvar los wathans, entonces que así sea. Incluso si...

No quiso decir qué era lo que podía ocurrirle a él.

Tomaron el desayuno en el comedor excepto Loga, que comió sentado en su silla de control. Pese a sus esfuerzos, no pudo obtener una respuesta directa de la computadora. Una de sus pantallas mostraba el recinto de los wathans.

Cuando aparezca vacío, sabremos que están... perdidos. Miró a otra pantalla.

Han sido recogidos dos más. No. Tres. Mientras comían sombríamente, interrumpidos tan solo aquí y allá por comentarios indiferentes, Frigate dijo:

Tenemos algo importante de lo que hablar. Le miraron, pero no dijeron nada.

¿Qué va a ocurrimos a nosotros después de que la computadora muera? Loga no nos considerará lo suficientemente avanzados éticamente como para permitirnos permanecer aquí. En su opinión, no somos capaces de llevar adelante esta operación. Creo que está en lo cierto, excepto posiblemente en lo que se refiere a Nur. Si Nur puede cruzar la entrada de la parte de arriba de la Torre, entonces se le permitirá quedarse.

He pasado por ella dijo el moro. Se lo quedaron mirando.

¿Cuándo? dijo Frigate.

La pasada noche. Decidí que si podía hacer todo el camino hasta afuera, también podría hacer todo el camino hacia adentro. Tuve éxito, aunque no fue fácil. No lo hice con la misma sencillez que un Etico.

Burton lanzó un gruñido.

Estupendo. Pido disculpas por lo que dije acerca de que todos los sufíes eran unos charlatanes. ¿Pero qué hay del resto de nosotros? Supongamos que no deseamos regresar al Valle. Y si lo hacemos, entonces le contaremos a la gente la verdad. Eso no quiere decir que todo el mundo vaya a creernos. Hay todavía muchos cristianos y musulmanes y gente así que siguen negándose a abandonar su religión. Además, imagino que habrá también muchos miembros de la Iglesia de la Segunda Oportunidad que se aferrarán a sus creencias.

Ese es su problema dijo Nur. De todos modos, yo no deseo permanecer aquí. Regresaré al Valle de buen grado. Tengo un trabajo que hacer allí. Debo trabajar hasta que Siga Adelante.

Eso no significa que todos vosotros vayáis a ser reunidos en el seno del Creador dijo Burton. Científicamente, todo lo que significa Seguir Adelante es que ya no eres detectable por sus instrumentos científicos.

Que sea la voluntad de Alá dijo Nur.

Burton consideró la perspectiva de permanecer allí. Iba a tener más poder que nadie en la Tierra y muy pocos en el Mundo del Río.

Para obtenerlo, sin embargo, debería librarse de Loga. Matarlo o aprisionarlo.

¿Colaborarían los otros con él? Si no lo hacían, entonces tendría que apartarlos de su camino. Podía resucitarlos en el Valle, donde se mantuvieran alejados. Pero se sentiría solo. Alice no querría continuar con él. No, no se sentiría solo. Podría resucitar en la Torre a todo tipo de agradables compañeros, hombres y mujeres.

Se estremeció. La tentación lo había cruzado como una pesadilla. No deseaba ese tipo de poder, y se sentiría siempre como una especie de traidor si lo conseguía. Además, resultaba evidente que no podía confiar en ello.

¿Y Loga? ¿No era acaso un traidor?

Sí. En un cierto sentido. Burton, sin embargo, estaba de acuerdo con él en que a los candidatos del Valle debía proporcionárseles mucho, mucho más tiempo que el que los otros Éticos habían planeado. El mismo, se daba cuenta, podía necesitar esa extensión.

Miró a los rostros a su alrededor en la mesa. ¿Había pensamientos como aquellos detrás de esas hoscas expresiones? ¿Había alguno o más debatiéndose con la tentación?

Tenía que observarles. Asegurarse de que no intentaban nada reprensible. Bebió un poco del vino amarillo y dijo:

¿Está todo el mundo de acuerdo en regresar al Valle? Levantad las manos, por favor.

Todo el mundo alzó la mano excepto Tom Turpin. Se lo quedaron mirando duramente. Sonriendo, alzó la mano.

Estaba pensando en todos los buenos momentos que podría pasar aquí. Pero no deseo quedarme. No podría dominar todo esto. Sólo... me pregunto si Loga me dejará llevarme el piano conmigo.

Alice estalló en sollozos.

¡Todas esas almas! Pensé que tenía una respuesta, pero... Una pantalla en la pared se iluminó, y apareció el sonriente rostro de Loga.

¡Venid aquí! gritó. Se echó a reír. ¡Venid aquí! Rió de nuevo. ¡La dominante acaba de sucumbir, y acabo de recibir un mensaje de la otra! ¡Alice, tenías razón! ¡Oh, cómo tenías razón!

Corrieron a la sala de control y se agruparon en torno al Etico. Había un display en la pantalla, parpadeando con la más reciente comunicación.

Entonces lanzaron gritos de alegría y se abrazaron y saltaron de la plataforma y bailaron.

Al cabo de un momento, Loga reclamó a gritos su atención.

¡Recordad, todavía se está muriendo! ¡Pero he obtenido su permiso para reemplazar el módulo! ¡Tengo que hacerlo inmediatamente!

Sería tristemente irónico, pensó Burton, si la computadora muriera antes de que Loga pudiera llegar hasta allí.

Diez minutos más tarde, mientras aguardaban su llamada en el comedor, apareció sonriente en una pantalla.

¡Ya está hecho! ¡Ya está hecho! ¡Acabo de dar la orden de iniciar las resurrecciones de nuevo!

Lanzaron vítores y gritaron y se abrazaron de nuevo. Turpin se sentó al piano e interpretó el «St. Louis Rag».

¡Ha sido un largo, largo Río, pero hemos llegado a su final! exclamó Alice con voz ronca. Sus grandes ojos negros parecían relucir como una pantalla de video, todo su cuerpo irradiaba alegría. Nunca había parecido más hermosa.

Sí dijo Burton. La besó varias veces. Tenemos que volver al Río, pero eso ya no importa.

¡Qué extraño e imprevisible! El mundo había sido salvado, no por grandes gobernantes y hombres de estado, no por místicos y santos y profetas y mesías, no por ninguna de las sagradas escrituras, sino por un introvertido escritor excéntrico de textos de matemáticas y libros para niños, y por la niña que lo había inspirado.

La niña se había convertido en una mujer, había dominado a Alice en sueños, le había inspirado tonterías que no eran tonterías, y eso, en una forma sinuosa y desviada, la había inspirado a hacer lo que otros habían fracasado en hacer, salvar a dieciocho mil millones de almas y al mundo.

Mientras pensaba en esto, Burton miró hacia la puerta. Frigate había estado dando vueltas y vueltas y balbuceando tonterías durante todo el camino hasta la puerta. Ahora estaba volviendo de ella con el ceño fruncido.

Burton dejó a Alice para ir hacia él.

¿Ocurre algo?

Frigate dejó de fruncir el ceño y sonrió.

No. Creí haber oído ruido de pasos en el corredor. Pero miré, y no había nadie allí. Imaginación, supongo.

FIN

Siguiente capítulo