webnovel

31-{Luz de la luna}

Sus labios reprimían suaves y dulces sonidos, que para Jason eran excitantes. Besaba con delirio su pequeño cuerpo. Tenerla en la cama gimiendo, era lo más grandioso e hermoso para él. Quería darle todo su amor.

La joven se estremeció al percibir su boca ardiente sobre su suave piel.

Ambos estaban semi desvestidos, los dos seguían besándose tiernamente, con inmensas ganas de sentir más cosas.

- Cada mirada, cada caricia, me hace querer darte mi corazón - habló Daphne en un susurro.

Él se detuvo, para así mirarla a los ojos profundamente.

- te amo, no tienes ni idea lo mucho que te amo.

Después de mantener una larga serie de besos apasionados, los dos se pusieron lentamente de pie.

Jason tenía una idea mejor, quería que esta noche fuera la mejor, ambos caminaron hasta llegar a la butaca que estaba en frente de la ventana. Él abrió las cortinas, así los dos podían admirar la luz de la luna mientras hacían el amor.

Él se sentó primero y la joven después, arriba de él dándole la espalda. Daphne cerró los ojos al sentir como Jason acariciaba su espalda e besaba sus hombros.

Sus grandes manos pasaron a su zona más íntima e sensible, tocaba suavemente a su novia, con cariño, mientras que la chica tiraba la cabeza hacia atrás, dándole a él más acceso a su minúsculo cuerpo. Entre ellos habían pequeños roces y movimientos.

El joven mordió sus labios al sentirla removerse ansiosa por querer más. Él mismo cerró sus ojos disfrutándola, sus gemidos e jadeos eran tan suaves, tan melodiosos, tan dulces...

Ambos estaban más que listos para recorrer un hermoso mundo juntos.

La luz bonita de la luna atravesaba la ventana de aquella habitación donde nuestros protagonistas disfrutaban de la compañía y el calor, mientras danzaban sus caderas en movimiento de vaivén.

Los dos en aquella butaca, gozando del placer, mientras delante tenían un hermoso cielo, oscuro con estrellas rodeando el satélite.

Daphne, besó a su novio. Le encantaba sentir a Jason perdiendo el control, la forma en que presionaba sus finas caderas lo decía todo.

Ella aún seguía sentada dándole a él una hermosa vista de su femenina espalda y delante un hermoso cielo.

Una hermosa noche...

Jason aceleró los movimientos, al verla reprimir sonidos desesperada. Ambos estaban a punto, a punto de llegar lo más alto, juntos estaban subiendo las escaleras del placer. Vinieron unidos, abrazados, satisfechos. Exhaustos o más bien cansados.

Ya en la cama, los dos descansaban abrazados. Él aún seguía un poco despierto, acariciaba la melena de la hermosa mujercita, mientras la oteaba, ella estaba muy cansada, con sus ojos levemente cerrados.

La amaba y demasiado...

♥♥♥

El sol se había puesto desde muy temprano, eran las ocho de la mañana, Jason y Daphne habían amanecido muy unidos, ella descansando en su pecho y él rodeándola con los brazos.

Simplemente hermoso...

La joven realizaba pequeños movimientos, le dolía mucho el tobillo, más que el día anterior. Estaba también un poco incómoda ya que tenía calor e su pequeño cuerpo estaba cubierto por una fina capa de sudor. Trató de levantarse de la cama, pero el dolor se lo impedía.

Gimió un poco, sentía demasiado dolor. Jason al escucharla, talló sus ojos e se sentó en la cama.

- caramelo, te duele el tobillo ¿Cierto? - cuestionó Jason. Ella asintió apenada.

Jason se levantó de la cama, se dirigió hacia el baño para buscar la bolsa de gel, eso la tranquilizaría hasta que fueran al hospital.

Él se acercó a su cálida novia, justamente se encontraba semi desnuda con el cabello revuelto y con los labios levemente fruncidos. Colocó de nuevo el gel en el maléolo con cuidado.

- sabía que ayer teníamos que haber ido al hospital, ay Daphne, Daphne... Me mantienes preocupado, mi dulce de leche. - ella sonrió.

- perdón, papi - ella bromeó.

Jason esbozó una sonrisa.

- no lo digas de esa forma.

- ¿por qué?

- me enciendes.

- ¿y qué problema hay?

- que no puedo hacerte el amor en este momento, te duele el tobillo.

Daphne, se levantó de la cama despacio con la manta cubriendo poca parte de su anatomía.

- me voy a duchar, así podemos ir al hospital. - Jason asintió.

- después de ti, iré yo. Por cierto ¿Quieres que te ayude?

-no, pero gracias grandullón. Ahora salgo.

♥♥♥

El médico de urgencias, hizo su tarea con el tobillo lesionado. Le afirmó a Daphne, que al caer torció accidentalmente éste, con demasiada fuerza y la articulación quedó fuera de su posición normal. Se trataba de una torcedura o esguince.

- ¿cuándo podré sanarme doctor? - la joven, lo miró preocupada.

- una semana como máximo. Pero usted debe de reposar. Descanse el tobillo y trate de no poner mucho peso sobre éste, también en la farmacia debe de comprar un dispositivo ortopédico y unas muletas. Así pronto, estará como nueva. - afirmó.

-está bien, muchas gracias doctor. - Jason ayudó a su "dulce de leche" a pararse de la silla, se despidieron del doctor amablemente e salieron de urgencias. Los dos se dirigieron hacia la farmacia para adquirir las cosas necesarias.

- Jason, ya que estamos en la clínica ¿Podríamos ir a visitar a mi padre? O ¿Tienes prisa? - él sonrió, para nada, él la acompañaría en todo, no la dejaría sola en ningún momento.

- claro encanto, vamos - Daphne le dio un beso en la mejilla de agradecimiento.

Su padre se encontraba durmiendo, Adrienne y Daphne charlaban del esguince. Denis e Jason hablaban también.

Al cabo de un rato, nuestros protagonistas llegaron al hotel, los dos muy cansados, de hecho.

Se dirigieron hacia el restaurante, Daphne tenía los brazos cansados gracias a las muletas. Ya eran las dos y trece de la tarde, hora de comer. En el restorán había un poco de todo, la verdad, mucha variedad, incluso platos típicos de Grecia. Daphne, se volvió loca al ver; el gyros «el sándwich griego».

Jason optó por probar el gyros y no se arrepentía, estaba delicioso. Al acabar de ingerir, ambos fueron a la habitación donde se hospedaban.

Después de tomar un analgésico, su pequeño Ángel se durmió. Él no se cansaba de verla, era hermosa durmiendo ; sus labios rosados y finos ligeramente cerrados, el pelo revuelto en la almohada mientras que el viento movía alguno que otro mechón dorado.

Demasiado bella.

Su móvil sonó de golpe interrumpiendo el hermoso momento, era su padre. Dejó el teléfono en la mesa ignorando la molesta llamada. Encendió la televisión, para ver algo. Su ángel hacia la siesta y realmente no deseaba despertarla.

Siguiente capítulo