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29-{Martes}

Y que bonito era New York por la mañana, donde podías ver a los pájaros cantar, a las personas esperando el metro y multitudes de personas en la calle listos para ejercer un nuevo día.

Daphne dormía abrazada a un oso de peluche, a pesar de ser ya mayorcita, le encantaba descansar plácidamente acompañada por un peluche y no se avergonzaba.

El móvil le sonó, ella de mala gana lo apagó y volvió a dormir. Se acurrucó en su cama un poco más e volvió a rodear al gran oso de peluche que tanto le recordaba a su amado. Y mucho...

Ya era martes, un día triste, para Jason. Muy triste.

El chico ya tenía las maletas preparadas, ya todo estaba empacado. Fumaba relajado, sentado varonilmente en el asiento del escritorio, con las piernas notoriamente abiertas. Sus Nike negras, las bermudas y la sudadera del mismo color que las bambas, lo hacia ver mas guapo. Guió la vista hasta la cama, oh dios... Esa cama, ahí había pasado grandiosos momentos con Daphne. Y es que, joder. La extrañaba demasiado, lo que mas deseaba en este momento, era amanecer con ella es la misma cama y decirle lo mucho que la amaba. Le dio otra calada al cigarrillo e dejó de fumar.

Las horas habían volando, casi era de noche.

Daphne estaba de nuevo en el hospital, acompañada de sus hermanos, excepto Damian, que no contestaba el teléfono. Adrienne le daba de cenar a Alexander, ya que el hombre no podía comer correctamente. Christopher y Adonis hablaban de deportes, nada interesante. Al cabo de unos minutos, por fin apareció Damian, abrió la puerta con el pulso muy acelerado, había corrido muy rápido para darle la noticia a su hermana pequeña.

-¡Daphne! Debemos de ir al aeropuerto lo más rápido posible- el muchacho dialogó nervioso. Todos se voltearon extraños hacia Damian, sobre todo Daphne que se levantó de su asiento para dirigirse a su hermano.

-¿De qué estás hablando?- La joven preguntó espantada por la cara de susto que tenía en este mismo momento su hermano.

-Jason se va a Canadá, despídete de él , no tenemos mucho tiempo - Daphne sintió morirse por dentro, su rostro se tornó blanco como una hoja de papel y sin darse cuenta una lagrima bailaba en su mejilla, miles de recuerdos le vinieron a la cabeza. Y con razón el día anterior, ella y Jason se habían abrazado en aquel pasillo solitario.

Ese abrazo era un despido...

La joven no le dio tiempo a pensar, salió corriendo de la habitación y detrás de ella estaba Damian, ambos corrieron bajando las escaleras lo mas veloz, tenían verdaderamente prisa. Daphne sintió romperse por dentro, él no podía irse, no podía hacerle eso a ella. Ambos corrieron hacia la salida del hospital y por suerte el aeropuerto no quedaba muy lejos, en unos quince minutos ya estarían en el aeropuerto y con vehículo tardarían menos.

-vamos hermana, al menos tienes que despedirte de Jason.- le dio prisa a daphne, que estaba bajando el ritmo, estaba cansada y nunca en su vida había corrido tan rápido, pero ahora su objetivo era despedirse del chico que tanto amaba. Al parecer lo que le dijo su hermano la hizo acelerar, lloraba desesperada mientras trotaba rápido. Y sin darse cuenta, se resbaló por culpa de las sandalias, que no era el mejor calzado para trotar en este semejante instante. Damian al darse cuenta de que su hermana lloriqueaba en el suelo gimiendo de dolor, se dirigió hacia a ella e trató de alzarla.

-¿Estás bien? - cuestionó al verla media coja. -no puedo correr más, me duele el tobillo. - ella habló dolorosamente.

-pero me duele más el corazón, Damian. Voy a seguir, no me voy a detener, llegaré al aeropuerto y lo veré. Le voy a ofrecer el abrazo mas grande y el último beso, ahora no es momento de detenerse. Porque lo amo. - El joven sonrió, pero le daba pena ver a su hermosa hermana, llorar.

-así se habla, ahora súbete , te llevo a caballo, es la forma más rápida - se puso de cuclillas. Y así lo hizo ella. Daphne no pesaba mucho, así sería mas fácil de llevarla.

De repente, las nubes se pusieron a llorar, estaba comenzando a llover. Damian y Daphne llegaron empapados al aeropuerto.

Nuestra desesperada protagonista comenzó a buscar ansiosa a Jason con la mirada, no estaba, no estaba. Maldita sea, Jason no estaba o más bien no lo veía.

-¡allí! ¡ Él está allí, corre! - él señaló nervioso. Daphne estaba con el pulso acelerado, su vestido rosa pastel estaba muy mojado al igual que su cabello largo. Sus ojos mostraban tanta tristeza. Corrió un poco coja, yendo lo más rápido posible.

-¡Jason! - ella chilló. -¡Jason no te vallas! - gritó aún más captando la mirada de la gente.

El muchacho se giró rápido al escuchar su voz, esa voz tan bonita. Ella estaba ahí cojeando y llamándolo sin importarle para nada su aspecto. Él sonrió y soltó todo le que tenía en sus manos y sin importarle absolutamente corrió hacia su pequeña Daphne.

Jason la agarró y le dio un hermoso abrazo, levantándola del suelo, la sujeto con todas sus fuerzas. La sentía tan frágil, tan mojada, tan débil.

Ambos se abrazaron los más fuerte posible. Daphne escondió su rostro en su perfumado y varonil cuello llorando por el miedo. Tenía miedo de dejarlo ir. Al fin él podía olerla, tocarla, abrazarla.

-te amo tanto. mi pequeña Daphne...- dicho eso, ambos se miraron con lagrimas en los ojos. Daphne puso sus manos en sus mejillas, tenía tantas ganas de besarlo. Y sin pensarlo dos veces, inclinó sus labios e cerró sus ojos dejándose llevar por el amor. Ambos unieron sus labios, besándose peligrosamente casi hasta quedarse sin aliento, Jason saboreó los labios rojos de esa niña que tanto lo traía loco, al fin deploraba esos adictos labios sabor a fresa.

La gente los rodeaba mientras sonreían felices al verlos tan enamorados.

La falta de aliento los hizo separar un poco y ambos juntaron sus frentes. -Jason no te vayas, por favor...- ella le suplicó con la mirada.

-no me pienso ir, me quedaré aquí, contigo mi niña. De todas formas, el vuelo a Canadá ya ha comenzado hace unos minutos. - habló. - Gracias, por venir hasta aquí mi pequeña. - añadió. Daphne sonrió e lo abrazó de nuevo.

-te amo, quiero que seas mi novia. Ahora nadie nos detendrá, estoy seguro

-¿y tu padre?

-al coño mi padre. Para tener un padre así, es mejor no tenerlo.

-te amo con todo mi corazón Jason.

-y yo también mi caramelo.

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