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Capítulo 84: La luz de sus ojos (2)

Xavier tomó a la niña en brazos y se introdujo nuevamente en el otro edificio, desapareció en la noche, con Leidy Flórez en brazos. Al haber cumplido su objetivo, una media sonrisa se formó en el rostro de Kira, pero aún no estaba tranquila, no lo estaría hasta que J.B confirmara que la niña había llegado a su casa sana y salva, pasar tanto tiempo en la organización secreta le había formado cierto carácter y la firme convicción que el más mínimo error que se cometiera en una misión, sería la perdición de la empresa.

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Miguel llegó a su casa después de ir a hacerse la prueba de ADN, estaba de un humor relajado y jovial, cuando llegó a casa su hermana ya lo esperaba con la cena. Él la saludo con una sonrisa:

- Dedos de Perla, ¿usando las manos para grandes creaciones?

- La gastronomía es un arte, Hermano mayor. Ven prueba esto.

Lorena extendió la cuchara hacia él y se deleitó cuando vio la sonrisa satisfecha de su hermano.

- No está mal - comento Miguel mientras lamía las sobras de comida de sus finos labios.

- ¿No está mal? ¡¿Sólo eso me dirás?! - reclamo Lorena con un ceño fruncido.

- Está bien, lo admito: Es una creación que merece ser premiada.

- ¿Como las de Mamá?

- No exageres.

- Valió la pena el intento.

'Ding'

Un mensaje llegó al teléfono de Lorena, ella se acercó y leyó las tres simples palabras en la pantalla: "Todo en orden"

Inmediatamente una luz misteriosa cruzó sus brillantes ojos, ella borro el mensaje después de leerlo y tomó una olla cellada que estaba sobre el mesón de la cocina.

- ¿A donde vas? - preguntó Miguel.

- Hice algo demás, le llevaré un poco a Chris.

- ¿Que diría el presidente Narváez si te viera llevándole un obsequio a otro hombre en medio de la noche?

- Oh calla. Manuel y yo no somos nada.

- Aún...

El rostro de Lorena enrojeció hasta la punta de las orejas, inconscientemente ocultó su rostro haciendo Miguel riera a carcajadas, antes de que ella saliera él le dijo entre risas:

- Dile a Chris que venga a charlar conmigo cuando esté libre, que necesito discutir cierto asunto con él.

- ¿Necesitas su servicio de abogado?

- ¡Lorena! Ve rápido, después te explico el por qué lo necesito.

Lorena rió suavemente y salió de la casa, subió las escaleras y golpeó la puerta del segundo piso, tardaron unos segundos en abrir, cuando la puerta se abrió el hombre de cabello rubio que Sarah había visto en la mañana se paró en el umbral de la puerta.

- Buenas noches, Señorita Johana.

- Buenas noches.

- ¿Que la trae por aquí?

- Hice estofado, quiero que lo pruebes y me digas qué tal te parece.

- Será un placer - respondió Chris con una sonrisa educada.

- Mi hermano dijo que lo busque cuando tenga tiempo libre, necesita hablar con usted.

- Está bien, dile que lo buscaré.

- Disfruta la comida. ¡Fue un placer verte Chris!

Lorena bajo las escaleras con una sonrisa, pero no entro a la casa en su lugar se quedó parada mirando fijamente al vacío, de repente escuchó las rápidas pisadas de una persona en la oscuridad, se giró hacia la fuente del sonido, reconoció la silueta de X. P en la oscuridad.

- Aquí tienes - susurro X. P entregándole a la niña dormida.

- ¿Que tan bien la durmieron?

- Debe estar por despertar.

- Vigila hasta que despierte. No puedo entrar con ella así como así, mi hermano está adentro.

- Lo comprendo. La cuidaré un rato y cuando despierte le diré que toque a tu puerta.

- Iré adentro.

Lorena se dio la vuelta y entró en la casa como si nada hubiera pasado, su actitud fue tan natural que parecía que su hermano no se había dado cuenta, al menos eso parecía (La verdad era que Miguel había notado algo extraño en ella con solo una mirada, pero con tan poca información no tenía forma de saber qué ocultaba)

Mientras Lorena lavaba los platos Miguel se sentó en la sala a leer unos documentos de su trabajo, estaba concentrado en lo que hacía hasta que unos suaves golpes en la puerta lo sacaron de su estado concentrado. Dejo los documentos en la mesa de centro de la sala y se levantó para abrir la puerta, al hacerlo una pequeña figura estaba de pie en frente de él, era una niña de cabello castaño claro y piel clara como porcelana, estaba sollozando y cálidas lágrimas caían de sus ojos, al ver esto el corazón de Miguel se encogió ya que extrañamente está niña se parecía a... ¡Marcela!

- ¿Quién eres? - preguntó Miguel mientras se arrodillaba para estar a la altura de la pequeña.

- Hola, Señor.... Mi nombre es Leidy... - la pequeña aún sollozaba y las lágrimas caían por su rostro.

- Leidy... ¿Qué hace una niña tan pequeña sola en la noche?

- No lo sé... Yo estaba en casa... No se como llegué aquí...

Al ver que la niña seguía llorando, Miguel no pudo evitar sentirse incómodo, respirando profundamente miró los ojos llorosos de la niña, una extraño deseo de protegerla se arremolinó en su mente, esta sensación lo asalto por un momento, hasta que finalmente tomó una decisión...

Cargo a la niña y la entró en la casa, no se dio cuenta de que en la oscuridad había unos ojos color ámbar que lo miraban y cuando se cerró la puerta una ráfaga de aire se levantó cuando cierta persona reanudó su carrera a través de las calles iluminadas por las farolas.

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