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Capítulo 21: El Joven Maestro Narváez no es tan malo como parece, después de todo es el hombre más apuesto del país...

Esteban acompañó a la chica en pleno llanto a un pasillo donde no había ni un alma, la hizo sentarse en una silla de madera y le ofreció su pañuelo blanco para que se limpiará el rostro. La chica de cabello oscuro recibió el delicado pañuelo blanco y se limpió delicadamente el rostro lleno y de lágrimas y levemente enrojecido por su desconsolado llanto, antes de decir con su suave voz quebrada:

- L-le aseguro que no quise derramar el jugo sobre el Joven Maestro, fu-fue un accidente...

- Lo sé - respondió Manuel acercándose a la chica desde el otro extremo del pasillo, su voz tenía cierto tono amable que nunca nadie, excepto sus hermanas siempre que estaban con él, le había escuchado.

Esteban se sorprendió por el suave tono de su maestro, era como si le estuviera hablando a un animalito indefenso y asustado.

- ¿Cuál es tu nombre? - preguntó Manuel volviendo a recuperar su tono distante e insondable.

- E-elena Suárez, Joven Maestro - respondió ella bajando su cabeza sin querer encontrarse con su mirada distante.

- ¿Sabes cuánto costaba el traje que arruinaste, Elena? - continuó Manuel con un tono distante pero no agresivo.

- N-no...

- ¿Crees ser capaz de reponerlo?

- N-no l-lo sé... pero créame que estoy arrepentida de haberlo manchado de jugo... y... si quiere que lo pague, lo haré...

- Eso no será necesario, ten - dijo Manuel entregándole a la chica un vaso lleno de jugo de guanábana. Elena estaba sorprendida, no pudo evitar mirar con desconcierto al vaso de jugo, luego su soprendida mirada se encontró con la atónita mirada de Esteban, y por último cruzó la distante mirada de Manuel. Con su mano temblorosa agarro el vaso de jugo y dijo tímidamente:

- Gra-gracias Joven Maestro.

- Intenta no volver a tirarlo - respondió Manuel haciéndole una señal a Esteban para que lo siguiera. Ambos hombres desaparecieron por la esquina del pasillo, dejando a Elena totalmente estupefacta, ella pensó que ese traje costaba unos cuantos miles de dólares, pero el Joven Maestro Narváez le había dado un batido de guanábana en vez de cobrarlo por nuevo, este hombre era sin duda misterioso pero era más amable de lo que aparentaba, al fin y al cabo, el Joven Maestro Narváez era el hombre más apuesto del país y quizá el más misterioso del mundo, con razón era el amor platónico de muchas mujeres, y también era el terror de otros ya que podía destruir vidas con tan solo chasquear sus dedos, Elena no lo adoraba como otras mujeres obsesivas, sin embargo no era inconsciente de su belleza varonil y su encanto natural.

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Marta, Carol y Patricia se dirigieron a Starlight Studios alrededor de las nueve de la mañana, Marta iba en una silla de ruedas y tenía ojeras más profundas debido al maquillaje que le había puesto Carol, en realidad estaba en tan buen estado que podría tranquilamente ir a una curso intensivo de karate después de unas seis horas de atletismo a ritmo profesional, pero su objetivo era que ella pareciera muy débil y enferma. Marta llevaba un vestido blanco con flores rojas no muy ajustado, su cabello estaba levemente despeinado para *efectos de escena* y sus zapatos eran unas chanclas blancas bastante sencillas; Carol llevaba ropa informal pero elegante, su cabello rojo estaba sujetado en una descuidada coleta baja, su ropa parecía levemente arrugada y su semblante era serio, algo raro para ella; Patricia, por otro lado, llevaba su uniforme de doctora, su cabello rubio estaba bien recogido en un moño que no dejaba ningún mechón de éste fuera, su actitud era completamente profesional, ninguna pizca de afecto se escapaba por sus azulados ojos. La *escena* estaba perfectamente planeada, se dirigieron a la oficina del Señor Salazar, ellas sabían perfectamente que estaba con el Señor Barrera a esa hora, su reunión matutina era una rutina que ocurria todos los miércoles, por esta razón se dirigieron allí directamente. Miradas curiosas y susurros empezaron a notarse a su alrededor, pero ellas siguieron con su *acto* nada improvisado, su objetivo primordial era el Señor Barrera, ya que él era el planificador de la alfombra roja, su plan era informar su ausencia en el evento y llevaban a Patricia para testificar esto, con apoyo médico nadie podría decir que no a su petición.

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