Observó la situación con una expresión indiferente y las manos en la espalda. Antes de irse, agarró al jefe por el cuello y dijo:
—¡Necesito una explicación!
—Sí. Sí, por supuesto...
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Cuando llegó al hospital, ardiendo de ansiedad, encontró a He Jiayu y a Su Xiaomo ahí. Al verlo, ella parecía querer evadirlo y no lo miraba a los ojos.
—¿Cómo está? —sonaba sumamente preocupado.
—Ejem... Está, está bien... No te preocupes.
Su Xiaomo no se atrevía a decirle la verdad, al ver lo alterado que estaba. No tenía duda de que, si lo hacía, Sheng Yize destrozaría este hospital.
—Dime.
Volteó hacia He Jiayu, que aclaró su garganta y dijo, resignado:
—Primero tienes que calmarte.
—¡Dime!
—Xiaxia... —suspiró—. Está en trabajo de parto.
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