—¿¡Tenía elección!? —An Xiaxia se enfadó
Sus ojos ya estaban rojos de llorar por An Yibei y logró sacar a la fuerza algunas lágrimas más pellizcándose muy fuerte. ¡Nunca esperó que funcionara tan bien! ¡Jum! Song Qingchen no era la única que sabía hacerle la inocente, ¿¡sí!?
—¿Estás celosa? —Sheng Yize estaba encantado. Tenía que admitir que de verdad disfrutaba ver a la mujercita ponerse celosa por él. En especial la forma en que luchó por los dos; simplemente no tenía suficiente de eso.
—¿Celosa? ¿Por ti? ¡Tienes tantas admiradoras que me moriría del cansancio si me pusiera celosa por cada una de ellas! —ella hizo un puchero, como una tsundere—. ¡Ahora me voy a casa! ¡Adiós!
Irritada, volteó para irse. Sin embargo, al cabo de un instante, gritó cuando un par de manos la atrajeron a un cálido abrazo.
—Te extrañaré —le susurró al oído con una voz baja e hipnotizante.
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