475 Píldora conservadora de alma

Todos se detuvieron y no pudieron evitar voltearse. Sonreían, pero lucían peor que si estuvieran gritando.

—Supremacía… ¿qué instrucciones tiene para nosotros?

Lonemoon mostró su sonrisa más brillante, haciendo que cada uno de los otros cultivadores bajara sus cabezas del miedo. Fue entonces que Lonemoon hizo un gesto y los pedazos de papel que se habían caído al piso volvieron completamente limpios en una pila a sus manos.

—Ya que estas recetas ya no significan nada para mi amigo, no hay razón para que se las quede —dijo, bajando su mirada y puso su sonrisa seria—. ¿No dijeron que éstas eran las recetas firma de sus restaurantes? ¡Tómenlas de vuelta!

—De-de… ¿de vuelta? Vacilaron.

—Así es. ¿O no venden recetas? No las necesitamos más, deberíamos ser capaces de obtener un reembolso, ¿Verdad?