Again

Cedric había planeado dominarme de manera sexual.

Por más que ya era una adicta al sexo, aún no iba a darle una llave para que lograra ser mi dueño.

Aún era dueña de mí misma, y ya estaba planeando una manera de escapar.

Ya había trazado las primeras líneas, ya estaba empezando a acostumbrarme a su rutina, que no fue la gran cosa.

Él solía dejarme por casi tres horas sola. Bueno en la habitación, sabía que él había puesto un par de guardias al lado de la puerta.

Los escuchaba hablar.

Sonreí, Cedric iba a pagarme muy caro lo que me hizo.

Llamé a alguno para que me trajera algo de comer, desorganizando la rutina impuesta por su jefe.

-- No creo que le guste saber que no tendrá sexo porque sus guardias no me dieron de comer-- la amenaza estaba.

Vi que se miraron de reojo al haber entrado a la habitación, y yo seguí desnuda. Vi como sus miembros se habían excitado, por lo que se los toque con los pies y ellos ya estaban tocándome.

Aproveche y ya me había sacado las ataduras y los ahorque con ellas.

Busque algo de ropa, ya que debía apresurarme. Mire el reloj colgado y faltaba cuarenta minutos para que ese imbécil llegará.

Me cambié a las apuradas y logré recuperar mis cosas, pero robé varios fajos de grandes papeles y un par de pistolas automáticas.

No podía irme por la puerta de entrada. No había puerta de atrás, así que no iba a poder escaparme por ahí.

Ví la ventana y supe que no tenía opción alguna. Saque las sopapas para arreglar el inodoro y empecé a bajar de esta forma.

En el camino me encontré con una ventana con un vidrio delgado y utilicé toda mi fuerza para romperlo.

Mis brazos se llenaron de astillas de vidrio y estaban clavándose como aguijones. Me dolía un poco y no grité con miedo a que me volvieran a atrapar.

Caminé en silencio hasta llegar a la parte trasera del edificio, y salí por el conducto de la basura.

Llegué al metro, lo tomé y me fuí a Brooklyn, donde tome un bus para alejarme de Manhattan para siempre.

Sin saber más nada de esos dos imbéciles.