—Hermano Ting, eres bastante vigoroso, y usted también señora, jajaja…
Se rio incómodamente. La atmósfera era tan rara que debió decir una broma para calmar las cosas.
Huo Yunting no lo podía seguir soportando. Se paró abruptamente y tomó al hombre por el cuello.
—Oh-oh-oh, jefe, ¡me iré por mi cuenta! ¡Hermano Ting, tengo mis propias piernas! Ahh…
Tras un grito devastador, Huo Li fue echado de la casa.
Masajeó su doliente trasero y maldijo la puerta de la casa.
«¡Hijo de puta! ¡Me tiras a la calle cuando has terminado de usarme, y ni siquiera pagas por mis servicios! ¡Eres un hombre despiadado! ».
Dentro de la casa, Lu Zhaoyang vio a Huo Yunting volviendo con una venda en la cabeza.
Generalmente, actuaba de manera despreocupada, pero ahora su rostro tenía menos emociones que de costumbre.
Lu caminó hacia él y bloqueo su camino. —¡Lo siento, no fue intencional!
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