Por fuera, aquel niño era la imagen de la inocencia con su rostro angelical.
¡Por dentro, era mucho más aterrador que el rey del infierno!
―¿Eh? ¿No hablas?
Ladeó una ceja, insatisfecho con su resistencia. Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y le puso un pie en el abdomen. Eso provocó que el hombre emitiera un gemido lleno de dolor.
―Habla. ¿Eres mudo? Mi paciencia se está agotando. Esta es tu última oportunidad, ¡no la desperdicies!
―Hablaré… hablaré…
―Buen chico ―dijo, puso sus manos detrás de él, y luciendo como un joven elegante y educado, le preguntó con un aire de indiferencia:
―¿Quién era exactamente tu objetivo?
―Recibí la misión hace tres días. Mi empleador me ofreció dos millones por matar a dos personas.
―¿Cuáles dos?
―La primera es Yun Shishi y el segundo su hijo, Yun Tianyou.
El hombre le miró fijamente.
―¡Tú!
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