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Yu Lili se sorprendió al ver a Shen Zhilie parado con inocencia al lado del repartidor. Tomó la comida para llevar y quiso cerrar la puerta, pero Shen Zhilie la detuvo y se quedó allí como si fuera normal. Mantuvo la puerta abierta con firmeza, sonrió con suficiencia y le preguntó casualmente:
—¿Qué ordenaste? Todavía no he comido, ¿por qué no comemos juntos?
Yu Lili lo miró enojada y contestó:
—No ordené mucho. ¡Estoy segura de que no hay suficiente para que los dos comamos!
—No importa. Vi que tienes un poco de pan en la nevera; ¡me lo comeré!
Yu Lili no pudo pensar en una respuesta y lo miró con asombro. ¿De verdad existe una persona tan desvergonzada como él en el mundo?
El repartidor quedó atónito. Un momento después, Shen Zhilie abrió la puerta y entró al departamento.
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