Al salir de la ducha, Li Sicheng vio la nota de inmediato. Se secó el pelo y llamó a Su Qianci. En ese momento, ella ya se había montado en un taxi. Al recibir la llamada, se sintió algo culpable.
—¿Cuál es la emergencia? Es muy tarde —se quejó Li Sicheng; en su voz había más amor que reprobación.
Su Qianci se sintió aún más culpable y contestó:
—Una buena amiga mía acaba de romper con su novio. Voy a consolarla. Ella siempre se ha portado muy bien conmigo...
—De acuerdo. Vuelve pronto.
Li Sicheng no hizo más preguntas y colgó.
Se puso un camisón y fue hacia el estudio. Tenía cientos de correos electrónicos urgentes que necesitaba contestar. Sentándose al ordenador, Li Sicheng estaba concentrado en su trabajo. Pasadas las diez de la noche, Su Qianci no había vuelto aún. Habían pasado más de dos horas desde que había salido de casa. Li Sicheng marcó su número de nuevo, pero ella no contestó.
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