Ella se quitó la máscara y caminó tan rápido como pudo, lejos de la multitud y luego giró por siguiente corredor.
La mirada de disgusto en la cara de Alejandro y la forma que apretaba sus labios, formando una línea en su boca, la pusieron nerviosa. Ella sacudió su cabeza como queriendo zafarse de esos pensamientos en su mente, pero no pudo.
Las palabras que él intercambió con ella no parecían develar que estaba interesada por ella, pero si no, ¿por qué la había besado el Señor Nicolás?
No muy lejos, ella vio a Silvia que estaba de pie, hablando junto a un hombre que tenía una cuerda alrededor de su cuello, con un nudo como si se preparara para un suicidio. Él tenía físico macizo y una apariencia hosca. El brazo de Silvia mostraba una herida abierta, revelando músculos y sangre.
―Cati, ¿cómo va el baile? ―preguntó Silvia con su máscara en la mano, sin molestarse en usarla.
―Va muy bien. Todos disfrutan de la música y bailan sobre la pista oscura.
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