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Sus instintos le dijeron que Zheng Yan no era alguien que admitiera la derrota fácilmente.
Si se atrevía a ir así a la Corporación Yu, entonces debía tener algo que la respaldara.
Entonces, ahora sólo era una batalla entre ella y Zheng Yan para ver quién podía aguantarlo durante más tiempo.
Nian Xiaomu se sentó frente a la computadora y abrió el sistema de seguridad.
En el departamento de relaciones públicas, no importaba si era la sala de reuniones o el área de trabajo, había cámaras de seguridad en todas partes.
En aquel momento, Zheng Yan y su equipo estaban sentados en la sala de conferencias.
El atuendo rosado de Zheng Yan hacía que su piel de tez blanca se viera más sexy.
Su cabello largo y rizado caía casualmente sobre sus hombros.
Estaba sentada al frente de la mesa de conferencias y sostenía un bolígrafo. No escribía nada. Parecía como si estuviese atontada.
Lucía de buen humor.
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