Backlund, Municipio Este, en un apartamento de dos habitaciones.
Unos cuantos policías con uniformes a cuadros blancos y negros abrieron la puerta y entraron. Todos extendieron la mano para cubrirse la boca.
¡Había un fuerte hedor a sangre dentro!
—Oficial, no tengo idea de lo que pasó aquí. Algunos inquilinos se quejaron de que el olor a sangre llegaba incluso hasta sus puertas —exclamó el propietario con un sedoso sombrero de copa mientras miraba su alrededor con miedo, queriendo salir de la habitación en la brevedad posible.
Un oficial de policía de cabello negro y ojos azules con un distintivo de inspector en su hombrera agitó la mano y dijo: —Espere en la puerta. Aún tenemos que hacerle algunas preguntas.
Al hablar, se puso guantes blancos al mismo tiempo que miraba hacia la puerta de madera de la habitación.
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