En la sala principal de oración de la Catedral de San Samuel.
El obispo de cabello negro retrajo su mirada y dejó de observar al caballero de mediana edad frente a la caja de donaciones, sin reflejar ninguna intención de conversar con él.
Aquí, ante el altar sagrado, representaba a la Iglesia y estaba bajo la vista de la Diosa. No podía mostrar una mayor calidez hacia nadie solo por unas donaciones generosas.
Sin embargo, recordó la buena apariencia del caballero y su porte maduro y refinado. Planeaba intentar conocerlo cuando surgiera la oportunidad en el futuro.
Al ver deslizarse al último billete dentro de la caja de donaciones, Klein cerró los ojos y se volvió para retirarse.
Al pasar frente al obispo predicador, miró deliberadamente al clérigo y sonrió con un movimiento de cabeza.
El obispo regresó con una cálida sonrisa mientras se tocaba el pecho cuatro veces en el sentido de las agujas del reloj.
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