Tan pronto como sus dedos tocaron el ojo negro, escuchó sonidos ilusorios y un dolor palpitante le atravesó la cabeza.
Pero, al mismo tiempo, algo extraño apareció en su visión.
Esos eran innumerables hilos negros ilusorios que se extendían desde la Señorita Guardaespaldas y su propio cuerpo. Emanaban de sus cuerpos, hacia el vacío, hacia una distancia ilimitada.
Esa era una escena que horrorizaría a las personas con tripofobia.
De repente apretó los dientes, incapaz de soportar la sensación de corrupción por más tiempo mientras colocaba el ojo negro en la caja de cigarrillos de hierro. Todo volvió a la normalidad, y los efectos secundarios negativos que sufrió disminuyeron.
Sólo entonces tuvo la energía para hacer conjeturas.
«¿Es esa la esencia de los poderes Beyonder de un Maestro de Manágil?»
«¿Le permite a uno ver y controlar ciertos hilos que se conectan al cuerpo y al espíritu de cada persona?»
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