Bu Feng y Ji Ning lucharon durante todo el día y la noche. Dios Empíreo Nuevecolmillos usó una técnica para separar completamente esta área del mundo exterior así se aseguraban de que los plebeyos de la aldea no pudieran ver la batalla. Los únicos que podían verla eran Nuevecolmillos y el joven lleno de barro.
Huff, huff, huff. La cara de Bu Feng se estaba poniendo pálida mientras jadeaba. Había trabajado duro para liberar todo el poder que podía. El ki en su región de Zifu había sido agotado hacía mucho tiempo, por lo que se sirvió de píldoras espirituales para reponerlo. Finalmente, la última de sus píldoras espirituales se había ido, lo que le causó cierto pánico. Sabía muy bien que las píldoras espirituales no valían la pena en comparación con la oportunidad de luchar contra esta misteriosa figura. Era una tremenda oportunidad para él; quería aprovecharla al máximo.
—Está bien. Puedes parar ahora —dijo Ning.
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