Han Sen consiguió alejarse del ciempiés volador y este volvió a perseguirlo por el bosque. En su avance desbocado, el animal derribó multitud de árboles y gran parte de las criaturas que habitaban el bosque se vieron obligadas a abandonarlo de inmediato. Aquellas que podían volar, emprendieron el vuelo asustadas mientras que otras huían tan rápido como las patas se lo permitían. Todas las criaturas del bosque parecían tenerle pánico al ciempiés.
Han Sen abrió su cerradura genética y usó Dongxuan Sutra para estimular el flujo de energía de la Luz del Hijo de Dios. Esto aumentó su velocidad de forma considerable, pero ni siquiera así era suficiente para poner mucha distancia entre él y el enemigo que lo perseguía. Lo único en lo que podía centrarse era en correr tan rápido como pudiera y en no aflojar para no terminar entre las mandíbulas hambrientas que le iban a la zaga.
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