—¡Apestas a sangre, joven! —exclamó exageradamente la bruja anciana—. Eres un Mago oscuro, ¿verdad?
—¿Hay algún problema? No sé de ninguna regla en la Ciudad Sin Noche por la que no puedas venderle a los Magos Oscuros —Leylin frunció el ceño.
—Jejeje... No te preocupes, también soy una Maga Oscura, sólo que es un tema de hace más de 200 años. Ah... Siento nostalgia sólo de pensar en aquellos tiempos... —la bruja anciana soltó una risita que pareció un búho ululando—. Para ustedes, los jóvenes que desean tomar atajos, el precio de las partículas de energía oscura cristalizadas es mucho mayor a los que los Magos recién ascendidos pueden costear. Ni siquiera tengo esa cantidad de cristales mágicos, así que, como un favor para tu superior, me gustaría ofrecerte algo diferente...
Leylin frunció aún más el ceño y respondió: —¿Qué cosa?
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